Sin pelos en la lengua materna
- Por Luis Mario Rodríguez Suñol
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No soñé en azul en mi etapa preuniversitaria, ni mi hombro levitó de orgullo por portar un monograma rojo con la sigla IPVCE. Preferí el verde de la rectitud y la disciplina, que me hacía levitar de orgullo cada vez que alguien me llamaba “Camilito”.