Envidia, raíz de infinitos males...
- Por Hilda Pupo Salazar
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Pensé en esta buena consejera de la familia al consultar correos de varios lectores, sobre el peligro de que prolifere la envidia en nuestra sociedad.
Según el psicólogo tomista Martín Echevarría (2005), la envidia es una forma enfermiza o viciosa de la tristeza desordenada que deriva de la vanagloria de querer tener siempre más y de poseerlo todo.
Para muchos especialistas, entre ellos, el profesor y competente Doctor en Ciencias Psicológicas, el cubano, Manuel Calviño, es una enfermedad y muy negativa para las relaciones humanas, por su malestar, hostilidad, tanto hacia una persona, en la misma familia, entre vecinos, como en un colectivo.
La envidia ve a la otra persona como un desafío y jamás a sus incapacidades para realizar sus aspiraciones.
Está relacionada con falta de autoestima, sentimiento de inferioridad, inequidad y se cultiva en los primeros mil días de una persona, desde el mismo momento de la gestación y luego en la primordial etapa para el niño: su madre, al darle el pecho o suprimirlo, al frustrar sus deseos de saciarse. También en el desarrollo de la niñez, en las primeras experiencias de frustraciones, incluso con sus juguetes.
La acentúa al querer poseer las cualidades de las demás personas, sobre todo esas que les permiten tener la admiración donde estén, facilidades para obtener diferentes bienes, incluso los materiales, la admiración de otros, convivir en un ambiente de felicidad y total complacencia social, como si jamás tuvieran problemas.
Los envidiosos saborean hacer falsos elogios, con cumplidos hipócritas, para dejarles saber una supuesta admiración, de total apoyo siempre, con falsas sonrisas.
El poder de la envidia puede ser muy eficaz: te quita tiempo, distorsiona y consume tus pensamientos y sentimientos al repercutir en tus preocupaciones, además de lacerar las relaciones profesionales y personales, al sumirse en un ambiente tóxico para todos los tuyos.
Esta nocividad puede proliferar entre hermanos y otros familiares, con su origen en la infancia, desde el más preferido, beneficiado o al que siempre le dan la razón, en ocasiones por el género, porque se valora más al masculino, entre compañeros de estudio, trabajo, y en el mismo espíritu competitivo de la sociedad de consumo de querer tener más que los otros, en todos los sentidos.
“¡Oh envidia, raíz de infinito males y carcoma, de las virtudes”, advierte para siempre el gran Miguel de Cervantes y Saavedra, novelista, poeta, dramaturgo y soldado español. Mientras que para Miguel de Unamuno, escritor y filósofo español: “La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual”.
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