“Hombre con el corazón en el medio del pecho”
- Por Maribel Flamand Sánchez
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Foto: Alexis del Toro
Parece estar destinado a las alturas. De niño anduvo siempre trepado en las matas de mango, en los cocoteros… sus años dentro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias los pasó vinculado a bases aéreas y poco tiempo después de llegado a Radiocuba subió la primera torre sin ser aún torrero. Transcurridos 26 años, además de experto en ascender por esas estructuras metálicas que parecen tocar el cielo, tiene en su haber la formación de varios discípulos.
Marcelino Rodríguez Sosa, especialista en planta exterior y jefe de la brigada de torreros en la División Holguín de Radiocuba, atesora tres certificados de Proeza Laboral y dos de Hazaña Laboral, también es Vanguardia Nacional por 13 años consecutivos y de la Anir por 16, créditos que despiertan el interés por el quehacer de este “spiderman”, que trepa con habilidad por los mástiles de telecomunicaciones para que a los hogares holguineros y más allá lleguen las imágenes de la televisión y el sonido de la radio.
El manzanillero llegó a Holguín desde La Habana “por cuestiones de trabajo”. Luego de licenciado de las FAR, con el grado de Mayor, comienza en Radiocuba como jefe de seguridad y protección, pasa a responsable del Departamento de Televisión y finalmente ocupa la plaza de especialista en planta exterior y jefe de la brigada de torreros, desde el año 1997.
El pasado fue un año intenso por el emplazamiento en el territorio de varios transmisores para el despliegue de la televisión digital terrestre, fundamentalmente la de alta definición, que hasta entonces sólo se disfrutaba en la ciudad de Holguín. Las manos, la inteligencia, el corazón del ingeniero estuvo en cada uno de estos mástiles para que en los hogares las señales de televisión se recepcionen con nitidez excelente; también para que en materia de transmisión radial se acaben las zonas de silencio o las bajamente servidas.
Recuerda su primer ascenso: “Fue en el año 1996 en una torre con 17 metros hacia el espacio, ubicada en Diputada, municipio de Banes. Entonces trabajaba en el Departamento de TV, se dio un problema en la antena receptora de la señal desde Holguín y decidí subir. No sentí mucho miedo, tampoco el vértigo que se puede tener al principio porque de niño me acostumbré a las alturas. Por esa osadía el director en funciones de entonces me dijo que era el hombre idóneo para asumir como jefe de planta exterior en la provincia y así fue”.
-Lo que a otros les causaría pánico, él lo asumió con audacia: “La torre más alta que ascendí tiene 232 metros de elevación, está en Los Guineos, provincia de Guantánamo. El último ciclón que afectó a Cuba –tormenta tropical Laura, en el 2019- la dañó y fuimos convocados para su reparación. Pero no me impresionó porque para mí es ya un hecho normal, aunque a mi edad -57 años- se van perdiendo los reflejos y lo pienso más a la hora de escalar. Antes los torreros se jubilaban a los 55 años, ahora es a los 60 y a esa edad se va perdiendo la capacidad para reaccionar de forma rápida ante un imprevisto”.
-No hay grandilocuencia en su manera de caracterizar a un torrero, la labor que realizan es realmente temeraria: “Son hombres de corazón en el medio del pecho porque necesitan tremendo valor para realizar su trabajo, personas arriesgadas que salen de su casa, se despiden de sus familias sin saber si regresarán o no, porque desde que se comienzan a escalar el peligro ronda y una caída en esos casos es siempre mortal.
“Todo esto sin obviar las condiciones de los lugares donde se trabaja, muchas veces en zonas de difícil acceso. Las torres ondean y junto a ellas el hombre, cuando te desplazas de un lado a otro de la torre no lo haces con un aditamento que te sujete, solo te sostienen tus brazos y tus piernas, por eso hay que tener fortaleza física y mental, se debe estar libre de preocupación, sin tensiones.
“Antes de subir para reparar, dar mantenimiento o instalar alguna estructura se chequean los medios de seguridad, se comprueba que la torre tenga los puntos de sujeción en correcto estado, al igual que los anclajes, todas esas medidas de seguridad debo chequearlas como jefe de brigada, por eso la responsabilidad es grande.
“Desde el año 2010 me ocupo también de la formación de quienes optan por esta labor en las provincias orientales. Durante los cursos que se imparten a los aspirantes a torreros debo determinar si están preparados o no para esta actividad. Se pueden tener muchos deseos pero pesa más la determinación para enfrentarse a situaciones arriesgadas o difíciles, de ahí que sean escasas las personas aptas para este trabajo. A quienes al intentar subir les tiemblan las piernas y les sudan las manos he tenido que decirles recojan el maletín y regresen a casa. Hemos tenido grupos de 20 personas en los cursos y sólo aprobar a cuatro”.
-A pesar del riesgo su labor lo reconforta: “Es gracias al torrero que hoy, en medio de esta pandemia, los niños y todos los estudiantes pueden recibir las teleclases, que hasta los hogares lleguen las señales de la radio y la televisión, que nuestros dirigentes puedan emplear el Noticiero de Televisión y la Mesa Redonda como medios para mantener informado a nuestro pueblo, son orgullos de un torrero”.
-Situaciones que por tensas no olvida: “Tuve que auxiliar a un compañero en El Ramón de Antilla, se zafó un herraje y le reventó un dedo al aplastárselo contra la torre, aun con los guantes puestos. El hombre se me desmayó y tuve que bajarlo amarrado a mi cuerpo en un guinche. Estábamos a más de 120 metros de altura.
“En otra ocasión estábamos dando mantenimiento a una antena y me subí a un herraje que se partió, me fui al vacío alrededor de un metro, pero en este caso no pasó del susto. Pintando las torres se dan muchos eventos, al estar todo lleno de pintura te resbalas con facilidad centímetros que parecen metros. Cuando eso ocurre echas un grito o dices una mala palabra y sigues trabajando”.
-En este buen interlocutor, además de arrojo se revelan consagración y el buen hacer por el que se les asignan misiones importantes en parte del territorio nacional: “He colaborado en casi todas las provincias, por ejemplo, dirigí el montaje de la emisora Radio Habana Cuba, de Canal Habana, en Bauta también estuve al frente del acoplamiento de un canal internacional de radio, trabajé en la TV en Ciego de Ávila y Santi Espíritu, colaboré en la recuperación de torres en Guantánamo, Baracoa, Granma, Las Tunas y Santiago de Cuba. Trabajo mucho en las rectificaciones de las afectaciones de ciclones, de la dirección nacional me mandan a buscar lo mismo en situaciones excepcionales que para una inversión, que se me tenga en cuenta es otra de mis satisfacciones”.
-Hombre duro para el trabajo pero sensible ante acciones como el otorgamiento de un estímulo laboral. La firmeza de su voz se resquebraja cuando dice: “Esta es la tercera Proeza Laboral que recibo, conservo muchos reconocimientos, es un orgullo que me llena el corazón porque mi trabajo es reconocido. A pesar del peligro perenne, poner mi granito de arena para el desarrollo de la TV y la radio en el país, para que las personas, no importa el lugar lejano donde vivan disfruten de estos medios, es grandioso”.