Prudencia vs COVID-19
- Por Hilda Pupo Salazar
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Hoy más que nunca la prudencia, en todos los momentos, es determinante en el comportamiento de cada persona, sobre todo para evitar el contacto con el SARS-CoV-2 y su carga mortal, que exige hasta diferentes comportamientos dentro del mismo hogar, siempre desde la cordura, para evitar el menor desliz.
En sentido general la prudencia constituye la capacidad de pensar, ante ciertos acontecimientos o actividades, sobre los riesgos y peligros posibles que estos conllevan y adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios.
Incluso el vocablo implica actuar de manera justa y con cautela, respetando la vida y la libertad de los demás, que en el caso de la Pandemia es cumplir con todo el protocolo establecido, para cada acción, desde evitar el abrazo, beso hasta la importancia de mantenerse informado, fundamentalmente, de la realidad local, que incluye la situación de la misma cuadra.
La sabiduría está siempre orientada a la acción. Una persona que actúa de manera irreflexiva es posible que ponga en riesgo su vida y la de los demás.
Según la academia, la cordura llega a través de la madurez con la suma de los años y es importante cultivarla en las relaciones personales, desde la familia, escuela y sociedad, de ahí la importancia de practicarla, con sumo cuidado, en la compleja realidad actual.
Hoy es fundamental para tomar decisiones, con el mayor dominio de sí mismo, e incluso poder saber identificar las situaciones que son convenientes y las nocivas. Ayuda a pensar antes de actuar -autocontrol-, lo que impulsa a la persona a medir las consecuencias de las acciones.
Nos permite evaluar las consecuencias que nuestros actos puedan tener sobre otras personas o sobre nosotros mismos. Desde luego, es uno de esos valores que debemos aprovechar en esta realidad para inculcar a los más pequeños de la familia.
Hay un apotegma: Un Viejo y cansado león como, ya no conservaba las fuerzas de la juventud, decidió usar la astucia para conseguir sus presas.
Su estratagema consistió en habitar una cueva y tenderse en el suelo, gimiendo y fingiendo que estaba muy enfermo. Así, cuando algunos animales pasaban para socorrerle, los atrapaba sin piedad para su comida.
Habían sido cazados muchos animales, cuando un zorro, adivinando cuál era su engaño, se aproximó también y deteniéndose a prudente distancia de la cueva, preguntó al león cómo le iba con su salud.
– Yo te visitaría – comentó el zorro – si no viera que la prudencia me hace ver todas las huellas entran, pero no hay ninguna que llegara a salir, mantenerte alerta y atento en todo momento
Reflexionemos con el William Shakespeare dramaturgo y poeta inglés: “El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir el futuro
