Médico en clave de equipo
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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Él, no sólo heredó de su padre el nombre, también el amor a la profesión. De la madre abrazó la entrega a los pacientes. De los dos tomó como dotes el ejemplo de cómo debe ser un buen profesional de la Salud.
Hoy, es un joven talentoso y consagrado, de los cuales se enorgullece la medicina holguinera. Para el doctor Léster Amado Rivas Cedeño el trabajo en equipo y la asesoría oportuna de los expertos de la provincia es el baluarte principal de los resultados logrados en el enfrentamiento a la COVID-19 en el hospital militar Fermín Valdés Domínguez.
Allí llegó en representación de los colegas del Servicio de Atención al Grave del hospital Vladimir Ilich Lenin, como parte del primer equipo de galenos que laboraría en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de esa institución, para asistir a pacientes con el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
El joven de 37 años de edad, de los cuales, ocho los ha dedicado por completo a la atención de pacientes en estado crítico o grave, conocía por su experiencia, que la tarea sería más dura aún; sin embargo, sus pronósticos fueron superados con creces en los 14 días de servicio en esa institución, por las particularidades de los casos atendidos, los riesgos sobre la alta virulencia de esa enfermedad, enfrentarse a lo desconocido y las medidas de protección personal a cumplir siempre para evitar el contagio.
“Habíamos escuchado y leído sobre lo que acontecía en esos momentos en China, Italia y países del área de la Américas, pero para nosotros era algo novedoso y con ese interés, por lo inédito aquí, emprendí la tarea, para la cual había dado el paso al frente sin titubeos”, dice el intensivista.

Recuerda que la familia apoyó su decisión, pero al momento de la despedida vio reflejado en el rostro de sus seres queridos muchas interrogantes, temor y un “cuídate mucho”, pues aunque otras veces lo habían visto partir hacia otras misiones, en esta ocasión, era evidente la tristeza, por los riesgos.
“Los especialistas que hicimos equipo, Angélica, René, Amílcar y dos del Hospital Militar, aunque éramos de diferentes centros asistenciales, apenas nos reunimos la empatía y el modo de trabajar de conjunto imperó entre nosotros, para la toma de decisiones y el hacer las cosas bien, en favor de los pacientes”, afirma con mucha franqueza.
Dice que la primera prueba de fuego la tuvieron con los dos extranjeros atendidos en la provincia y en específico en la Terapia Intensiva del “Fermín Valdés Domínguez”. Habían sido trasladados de Villa El Cocal, donde recibieran los cuidados iniciales e hicieran las pruebas de PCR a ambos en marzo: el canadiense Michael Glosheter, primer caso positivo al SARS-CoV 2 en Holguín y el italiano proveniente de La Tunas, Giancarlo Fusseti, ambos recuperados totalmente.
“El italiano de 71 años, procedente del territorio vecino, estuvo crítico con varias complicaciones a partir de su antecedente de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). Cuando entró a la sala estaba con un cuadro grave, una insuficiencia respiratoria importante, que aun cuando toleraba respirar solo, progresivamente se fue complicando hasta llegar a la ventilación invasiva durante unas de 48 horas.
“Mucho esfuerzo y dedicación requirió, pero así pudimos lograr sacarlo de esa primera fase, la más crítica, porque el ventilador tiene que hacerlo todo. Él fue el más grave durante nuestra estancia allí”.
“Cada resultado de ese magnífico centro no es de un colega en particular, es de los equipos multidisciplinarios que trabajan con criterios colectivos hasta llegar a un consenso; además siempre está el consejo oportuno del grupo de expertos ante casos complicados. Se les expone lo que se ha hecho, cómo reacciona el enfermo y se solicitan consejos, sugerencias de qué puede hacerse y los pros y los contras de cada proceso.
“Los protocolos de tratamientos son de estricto respeto. Cada actividad en su justo momento, lo cual es una garantía. Y lo más distintivo, todos los enfermos reciben atención especial.

“Esos días, para nosotros resultaron momentos apasionantes, porque el protagonismo era de todos y se escuchaba el parecer de cada uno de los médicos. Estoy agradecido de que pensaran en mí para ser de los primeros en cumplir con esa misión y por la confianza depositada en nosotros”, reconoce.
Revela que “los casos llegan a la Terapia Intensiva, por lo regular, con alternaciones en varios sistemas de órganos, por lo cual requieren que se trabaje con ellos de manera fuerte y muy particularizada, pero el principal problemas con estos es la insuficiencia respiratoria, que de ahí derivan los demás inconvenientes”.
El doctor ha regresado con sus colegas, a su sala de siempre en el hospital Lenin, donde dice sentirse “como pez en el agua”, aunque el trabajo sea fuerte por las horas de guardia junto a los graves por diversas patologías y los que, en su mayoría, requieren de más tiempo del especialista a su lado; por ejemplo, si se "enreda", la evolución médica ya no es cada cuatro horas sino cada una. “El ritmo de trabajo de un día en la UCI nunca será igual al otro. Depende mucho del progreso o estado clínico de los enfermos”.
Habla que tras graduarse de médico eligió la especialidad por la influencia de dos profesores que tuvo durante su misión en la República Bolivariana de Venezuela, los médicos Nicolás Rojas Aldana, santiaguero y especialista de segundo grado en Terapia Intensiva y Elías Bécquer García, coautor de uno de los libros de cabecera de los de su gremio. “Luego al estar en el “Lenin” he tenido como paradigmas a dos excepcionales expertos en esta área de la Medicina, los doctores Bernardo Fernández Chelala y Terrero, maestro de maestros”.
“Hemos llegado hasta aquí, porque nos gusta. Sabíamos que siempre íbamos a estar enfrentando la muerte para salvar vidas. Muchos entran a la Terapia Intensiva en estado de coma y la inmensa mayoría logra salir de la sala y poco después reincorporarse a la cotidianeidad sin mayores problemas. Esa es nuestra mayor recompensa”.
Y lo dice con convicción, al igual que ante la pregunta si vuelve a la zona roja a seguir dándole guerra a la COVID-19, su respuesta no se hace esperar: “Pueden contar conmigo cuantas veces sea necesario”.
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Comentarios
Se trata además de un colaborador internacionalista, con una hoja de servicios admirable a pesar de no haber arribado a los 40 años de vida. ‘’Él, no sólo heredó de su padre el nombre, también el amor a la profesión. De la madre abrazó la entrega a los pacientes. De los dos tomó como dotes el ejemplo de cómo debe ser un buen profesional de la Salud’’
Los aportes de la periodista de marra permiten valorar su calidad como persona, como revolucionario y vocación humanista. ES e los valientes que no podemos olvidar.