No hagas suposiciones
- Por Hilda Pupo Salazar
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Mi nombre es Carlos Augusto de la Torre y tengo 21 años. Soy estudiante de medicina en la Universidad de La Habana, pero nací en Camagüey, y aunque estudio medicina también amo las artes, mas hoy nada de eso importa, hoy es el día más triste de mi vida. Hoy me van a fusilar junto a otros siete compañeros, por un delito que no existe.
“¡Señor, no vaya parado, pida el asiento de impedido!”, exclamaciones como esta se escuchan a diario en el transporte público. Están, por supuesto, los que fingen enfermedades y son “número 1” al premio de actuación; los que están dormidos; los que miran por la ventanilla, como si adentro fuera burbuja aparte de su realidad y, claro, los que sus audífonos no los dejan escuchar y, al parecer, tampoco ver. Todo, antes de levantarse y ceder el asiento a la mujer, el niño o el anciano que se encuentra de pie.
Doce del mediodía, con un sol irresistible para cualquier ser humano y la piquera de los coches del Reparto Lenin no está exenta de ello. Todo parecía estar normal hasta el momento en el que cae al suelo un caballo cargado de pasajeros, consecuencia de un golpe de calor, sumado a los azotes que su conductor lo estaba sometiendo para que caminara más deprisa. ¿Se le podría llamar persona a alguien que no tiene escrúpulos para atentar contra el bienestar de otro ser vivo?