Fidel y su pueblo: Revolución
- Por Rodobaldo Martínez Pérez
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La sabiduría de la Revolución cubana: Fidel y su Pueblo siempre de pie y en combate, desde el mismo primero de enero de 1959, con total sinergia, perfectos vasos comunicantes, desde la más absoluta confianza.
Fidel jamás defrauda a su pueblo y su pueblo siempre exclama: “Para lo que sea Fidel, para lo que sea…te queremos Fidel, te queremos… habla Fidel que te necesitamos…”
Fidel, para todo, conspira con su pueblo, desde el más mínimo suceso, los mayores festejos, sacrificios, peligros o ratificación de convicciones, porque sabe que con su participación todo es posible, ajustando tácticas sin abandonar jamás los principios, según los acontecimientos.
Todo su pensamiento ético lo comparte con su pueblo, sin nunca tener secreto, lejos de dogmas y academicismos le dijo que el camino es la construcción del socialismo, con la decisión de "Patria o Muerte" y la convicción de "Venceremos".
Siempre en lucha constante por el mejoramiento humano, el equilibrio del mundo y la utilidad de la virtud, como el mejor discípulo de Martí.
Absolutamente consciente que un mundo mejor es posible, da las herramientas para lograrlo, a pesar de lo difícil que resulta esa hermosa aspiración para la humanidad, demuestra con su pueblo que si se puede.
Todos sus aportes teóricos sobre la construcción del socialismo en un país tercermundista, cercado y acosado por la mayor potencia del mundo, los comparte con su pueblo.
Su pensamiento ético, que siempre lo acompaña, aún en los momentos más concluyentes es también esencia de su pueblo, que cada vez más aprende a sentirlo, en lo visible y hasta en lo invisible, en actos, hechos e intuiciones, desde la excelente cultura de hacer política, como califica uno de sus más fieles compañeros Armando Hart Dávalo.
Hay una simbología singularísima de suprema lealtad, firmeza, amor entre su pueblo y Fidel, ambos orgullosos de cada uno, que se necesitan y a la vez se purifican para cada vez hacer más Revolución, paradigmas de lo extraordinario.
Juntos cultivan justicia universal y, sobre todo, derrochan la mayor solidaridad efectiva y consecuente para con los pobres de la tierra, la gran obra transformadora, humanista y culta del pueblo de Cuba, que inspira a muchos en la actualidad convulsa del planeta.
La función más perfecta de Fidel y su pueblo es la Revolución, donde permanecen para todos los tiempos en Cuba, como el mayor orgullo para la Patria, al poder beber saberes cada día, para mantener el rumbo correcto y dominar los peligros de no hacerlo.
Fidel va al futuro y con su pueblo avizoran como preservar a la Patria libre, culta e independiente, desde la imperiosa necesidad de educar excelentemente a las nuevas generaciones y mantener el constante diálogo, sin importar las complejidades de los temas.
Como Martí sabe que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz, por eso no está en estatuas y en ningún otro tributo a su memoria, pero sí pide el mayor monumento a su pueblo, su mejor cómplice e inspirador para librar tantas batallas y juntos hacer realidad la obra inconclusa de los mejores hijos de la Patria: La Revolución Cubana.
El pueblo sabe que su Comandante en Jefe ¡jamás lo defraudará! Que permanece invicto y con su espíritu de permanente conspirador alerta constante ante tantas amenazas, muchas inéditas, que las advierte en su concepto de Revolución.
La autoridad de Fidel y su relación entrañable con su pueblo son determinantes para la heroica resistencia a 90 millas de la mayor concentración de prepotencia, soberbia y odio, ante el ejemplo de dignidad y soberanía rigen el seguro destino de la Patria.