La intolerable indisciplina social
- Por Maribel Flamand Sánchez
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Mucho tiempo transcurrió para que los habitantes del reparto Villa Nueva, en la ciudad de Holguín, vieran solucionada la riesgosa situación que para la vida de las personas significaba transitar por el tramo de carretera al Valle de Mayabe, entre la escuela primaria Hilda Torres y la entrada a esa comunidad vecinal.
El trayecto de marras, paso de obligado acceso hacia el centro escolar para varias decenas de niños, carecía de aceras, lo cual ponía en peligro sus vidas ante la velocidad espeluznante a la cual se desplazan por esa arteria los vehículos. Otra problemática era la inmensa laguna que allí crecía ante el mínimo aguacero lo cual obligaba a las personas a invadir parte de la carretera con la desventura que esto implicaba.
Ahora existen las aceras a ambos lados de la vía y a la entrada del reparto se construyó un sistema con rejillas para la evacuación del agua. Se resolvió un antiguo planteamiento de los electores y la zona ganó en seguridad y vistosidad.
Pero desde hace alrededor de tres meses esta agradecida obra está siendo víctima de la depredación por individuos malsanos que se roban las pesadas piezas metálicas, sin importarles las consecuencias del egoísta e insensato proceder. Sobre el destino que les dan abundan las especulaciones, pero no hay dudas de que van a parar a algún taller donde herreros no menos inescrupulosos las convierten en artículos varios para la venta.
Sustraer de los espacios para usos públicos enseres o partes de estos, utensilios y artículos diversos o dañarlos total o parcialmente son casos de indisciplinas, que se han vuelto comunes y están haciendo mucho daño, pues contribuyen a acentuar la carencia de recursos para la solución de cuestiones básicas, como es la disponibilidad de envases para la evacuación de los desechos sólidos en las comunidades, por mencionar uno de los ejemplos más frecuentes.
Lo cierto es que se destruyen o maltratan los cestos y cajas amplirol para basura, se sustraen o se rompen las bombillas, se agravian murales y monumentos, se atenta contra los bancos de parques y áreas para descanso, la jardinería, la telefonía pública, los asientos del transporte colectivo, desvalijan a los hospitales de dispositivos eléctricos y herrajes para baños…
Se necesitaría, comentó un conocido, de legiones y centuriones para frenar tanta desobediencia, para velar por el cuidado de cuanto el Estado crea para mejorarnos y facilitarnos la vida, contra esos comportamientos impropios, indeseables y socialmente perjudiciales, que nos hacen la vida intolerable y asumen, en no pocos casos, formas de conductas antisociales peligrosas.
La indisciplina social es contraria al desarrollo, el progreso y la consecución de una vida mejor. Las actitudes pasivas, tolerantes y de inacción ante estas manifestaciones acarrean graves consecuencias. Ningún grupo social obtiene resultados significativos, en ninguna de las esferas de las que se ocupe a menos que su actuación esté sólidamente respaldada por el cumplimiento de su disciplina.
El fenómeno preocupa y ocupa, tiene muchas más formas que las descritas anteriormente; las estrategias para su extirpación marchan paralelas a la formación y atención a la niñez y la juventud, a la familia como célula básica en su conjunto, pero cuando la deformación es tal se necesitan de acciones emergentes, enérgicas y ejemplarizantes.
La última rejilla extraída de la entrada al reparto Villa Nueva fue repuesta con prontitud por trabajadores de Comunales, pero la más efectiva respuesta depende de cuánto de legionarios y centuriones tengamos para proteger lo que es para el disfrute y beneficio para todos.
Comentarios
Qué triste para los hijos, los padres, hermanos, otros familiares, conocer que un integrante allegado de la familia esta privado de libertad, por la avaricia, por no pensar precisamente en ellos a la hora de asumir posiciones trasgresoras.
Los asegurados que perdieron el rumbo de la honestidad, cuando se ven en circunstancias de esa naturaleza, que panorama más duro le cae encima: ya no tendrán ese contacto diario con la familia, con los amigos; no podrán llegar al hogar y recibir el beso de la esposa, de la madre, o el apasionado cariño de sus padres; no podrá disfrutar de los medios de recreación del hogar, de la alimentación junto con los suyos, perderá el disfrute de su ducha, de su cama junto a su esposa, de jugar con los niños, de ayudar a su madre con edad avanzada, de estar al tanto de la familia en estos tiempos de limitaciones y dificultades.
Entonces desde el nuevo e inadaptado entorno, privado de libertad, vendrán las reflexiones y se atormentará de todo lo que ha hecho y el daño a él y su familia; era preferible alimentarse, vestir, recrearte, humildemente, con tus posibilidades económica, y no pasar por esos momentos triste, fruto del afán desmedido, de lograr dinero fácil mediante actos de corrupción u otras ilegalidades.
Las medidas no deben ser solo para los que destruyen y sustraen partes de obras sociales para lucro personal, también a los que se empeñan en convertir en baño público cuanta esquina poco iluminada o parque solitario que encuentran en la ciudad.
Si hay una sociedad vigilante y activa, con una Policía que no perdona una sola indisciplina, las personas amigas de portarse indebidamente o hacer lo que se les venga en gana aprenderán a comportarse en sociedad.
La autoridades tienen que pensar cómo enfrentar estos echos, pero con acciones, no con campañas ni llamadas al orden pues la indisciplina ya no se resuelve con paños tibios.