Autoestima

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Desde la niñez debe cultivarse la autoestima, a favor de robustecer suficientemente la confianza para hacer los mayores esfuerzos ante los desafíos de la vida, desde una buena proactividad, emprendimiento, con orgullo por lo que haces y con capacidad para entender tus errores.

Es lograr, desde las primeras edades, empezar lo ignoto, autoaceptarte, ser feliz con tus actos y así logras sentirte, casi siempre, bien contigo mismo y actuar con motivación, paciencia, confianza, asertividad y el importante buen manejo de las emociones.

Ajustar la convicción de saber el momento adecuado para formular tus sentimientos, criterios, con el respeto al derecho ajeno y adaptarte a las circunstancias, para interactuar y socializar de forma mucho más saludable.

De ahí la importancia de descubrir cómo enriquecer tu autoaceptación, que es clave para consolidar la autoestima, porque conoces tus cualidades y defectos, base de la salud psicológica, con facilidad para impedirte situaciones como: ansiedad, zozobra, depresión…

Si logras consolidar esa capacidad puedes proponerte tus propósitos, metas, sin rendirte, tanto en lo profesional como personal, con total actitud para asumir lo nuevo, desde la suficiente confianza en el éxito.

Sin embargo, cuando es lo contrario por una valoración pobre de ti, no te atreves a cambiar, ni arriesgarte hacia lo desconocido, con temor a los cambios.

Entre las causas para una autoestima alta o baja dependen del recorrido de la vida de cada uno, aunque hay especialistas que llaman la atención sobre ciertos neurotransmisores, que al ser mayores o menores, influyen.

También es vital para tener un buen beneficio en las diversas actividades tu estado de ánimo, con abundancia en pensamientos positivos, con optimismo objetivo, que posibilitan actitudes y conductas a favor de tu salud mental, decisivo para las relaciones sociales, calidad de vida y aspirar a lo máximo.

De acuerdo con diversas opiniones, la autoestima es dinámica y cambia por diversos factores como ruptura amorosa, amistades, familiares, pérdidas de seres queridos, accidentes que no puedas superar, o sea, a veces gozas de una excelente valoración en el ámbito profesional, mientras sufres de insatisfacción sentimental.

Por eso hay que proteger mucho la buena autoestima, para ser menos vulnerables a los ataques emocionales, los cuales siempre existen, y solidificar el temple para estar más satisfecho de tu conducta y reacciones ante cualquier situación.

No obstant, los tipos de autoestima estudiados son: alta, baja, inestable, alta y estable, alta e inestable, baja y estable, baja e inestable y la inflada en los denominados narcisistas, quienes se consideran superiores a los demás, egocéntricos, egoístas, para quienes solo importan ellos.

Fue William James, filósofo y psicólogo estadounidense, quien en 1890 emplea el concepto de autoestima para definir en la medida en que “las personas se valoran a sí mismas, de acuerdo al éxito o fracaso percibido en alcanzar sus objetivos… un fenómeno afectivo que se experimenta como una sensación o emoción”. Pero ya Platón, filósofo griego, seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles, definía: “Es valorarse a sí mismo. Es quererse a sí mismo, esencia de la Autoestima: de mí una persona efectiva, con sus componentes”.

 Hilda Pupo Salazar
Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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