La tranquilidad
- Por Hilda Pupo Salazar
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La tranquilidad es el estado de calma, serenidad o paz, que experimenta una determinada persona o varias, concluyente para una buena convivencia.
Es el sosiego que todos aspiran para el mejor bienestar, calma, apacibilidad, placidez, quietud, relajación, reposo o serenidad en cualquier escenario.
Para todas las relaciones humanas resulta esencial, al consolidar un ambiente agradable, entre las personas involucradas en la coexistencia, al sentirse cómodas, seguras, felices y, a su vez, permite poder desarrollar al máximo sus potencialidades y contribuir, positivamente, a la satisfacción de los demás.
Esa placidez constituye decisiva para los cónyuges y se consigue sobre la base del amor y respeto mutuo, buena comunicación, confianza amplia y recíproca, así como admiración y cariño que uno posee para con el otro.
Muy importante el estado de tranquilidad o de paz que cada quien logre en un lugar determinado, como cualidad fundamental en el ser humano, para poder desempeñarse a plenitud en cualquiera de sus obligaciones, sin alterarse, tomándose el tiempo necesario para realizar todas sus actividades, sin otras preocupaciones.
Al poder tener tranquilidad espiritual disfruta de placidez, quietud, relajación o plenitud con el constante deseo de disfrutar el próximo día en unión de los tuyos, sin huir de ninguna obligación o compromiso familiar.
Cuando gozamos de esa tranquilidad en la vida puedes encarar mejor determinada dificultad, por dura que sea, piensas mejor las soluciones para vencer obstáculos cotidianos y con una esplendida sonrisa decides el sí o el no de cada situación.
Esos conflictos familiares no ayudan a mantener la paz. Debemos tener claro siempre, en esos contextos lo primero que aparecen son motivos para discutir, ofender, guardar rencores y constantemente “sacar los llamados trapos sucios”. En esos escenarios nada bueno florece y siempre vamos a estar más irascibles, con constantes agresiones e irradiar culpas para todos.
Debemos ser más flexibles y tener en cuenta los aspectos por los que merece la pena reflexionar. Elijamos bien los motivos de las disputas y demos relevancia a lo realmente importante.
Ser flexible, saber ceder, controlar la cólera son esenciales para poder mantener una buena convivencia, al poder evitar conflictos y discusiones infecundas con quienes compartimos cualquier proyecto.