La inquebrantable voluntad de Pedro

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 Pedro Luis voluntad 03Fotos de la autora

 

No lleva bata blanca. Tampoco pertenece al heroico gremio de la Salud que se bate contra la pandemia. En bota de gomas y overol, preferiblemente, transcurren sus jornadas. Se desentiende de etiquetas, cargos y negatividades cuando se le necesita, sobre todo en esta batalla de muy poca tregua a la que se sumó sin importar sacrificios y el recelo que produce la muerte alrededor en estos días tan complejos.


Pedro Luis García Destrades lleva en sí el decoro de muchos y una voluntad de hierro elogiada hasta en redes sociales. Lo reconocen también por su ejemplaridad en las tareas, porque es un hombre de acción más que de palabras, lo que en varias ocasiones le ha retribuido premios y el aplauso de sus compañeros, jefes y subordinados y la admiración de su familia, que desde la retaguardia le allana el camino para poder asumir otras tareas y nuevas preocupaciones, aun cuando les debe horas de ausencia prologada de casa y el perenne temor ante la probabilidad de contagiarse.


Pero al decir de él mismo, “las circunstancias lo requieren y sus brazos siempre estarán prestos donde se necesite”, como cuando integró el contingente internacionalista Ernesto Che Guevara, conformado en San Antonio de los Baños, en La Habana, que lo llevó a cumplir misión en Angola en el último año de su carrera de Licenciatura en Química, experiencia que repitió ya graduado.

 

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Entonces tenía apenas 19 años de edad y las ganas de “devorar al mundo”. Así comenzó a labrar su fortaleza y ese espíritu de colaboración que le hacen mover montañas si es preciso, para cumplir su cometido. Así ha sido durante casi cuatro décadas de trabajo al frente de diversas tareas y en la docencia, de la que no se ha apartado y también tiene su historia de entrega y esmero por querer “hacer las cosas bien y no quedar mal con nadie”.


De ese arrojo aprehendido en la juventud Pedro conserva todo y lo muestra en su desempeño, más allá de las obligaciones que le ocupan en su cargo de Jefe del Departamento de Servicios de la sede Celia Sánchez Manduley, de la Universidad de Holguín, habilitada como hospital de campaña ante el creciente incremento de positivos a la COVID-19 en el territorio y de su integralidad en funciones también como coordinador de zona de los CDR.


Un epíteto se ha hecho común por estos días entre sus colegas, quienes lo llaman “El caballo loco” en alusión a esa disposición sin igual para ser útil, que no tiene en cuenta horarios ni cuan inmenso puede ser el riesgo para su salud, hasta ahora inquebrantable. (Todos cruzamos los dedos).

 

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Y es que Pedro siempre mira para el lado del deber. Es ahí donde se le podrá encontrar y no sentado en la oficina, como él mismo dice, pues allí solo va para lo imprescindible. Lo suyo está en las áreas, donde se “cuecen”, literalmente dicho, buena parte de las actividades y tareas diarias que sustentan la encomienda de la institución en esta batalla contra la pandemia.


“La preocupación porque todo funcione bien en el área de los servicios es una constante, incluso en tiempos normales con esto lleno de estudiantes. Con gusto, estamos aquí para servirles, siempre con la mejor disposición. Es lo que hemos hecho desde que la institución comenzó a recibir los primeros viajeros que cumplían su periodo de aislamiento y no menos es ahora con los pacientes”, manifiesta.


Hace 16 meses, recuerda Pedro, cuando no se sabía prácticamente nada de esta enfermedad también fue un momento complejo. Como secretario de su núcleo del Partido le correspondió hablar con los trabajadores para que dieran el paso al frente en las nuevas tareas que les esperaban. Hoy habla con orgullo del aporte de su área, elogiada en varias ocasiones por el altruismo que trasciende en cada alimento que ofrecen y la atención a los que por allí pasan.

  

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Entonces habla de cómo se preocupan y ocupan por mantener la buena calidad en los servicios, a pesar de los pocos recursos, y de los aportes de sus obreros para brindar siempre un plato lo más digno posible en medio de esta situación tan dura. Y dice que ya no hay cuentamillas que calcule los kilómetros que recorren sus piernas de un área a la otra, no solo para controlar sino también para poner su fuerza donde haga falta, pues a esta altura de la batalla, muchos han tenido que quedar en casa.


“En estos días en que la pandemia se hace más visible entre los holguineros el esfuerzo se duplica para poder enfrentar el alza de contagiados. He tenido que compartirme en varias tareas, lo mismo puliendo las áreas verdes o en la zona roja, colaborando con quienes deben llevar el desayuno a los cubículos donde permanecen los enfermos, o con el personal médico en el cambio de un balón de oxígeno para un paciente, o ayudando a socorrer alguna situación extrema. He visto batallar duro por la vida y no lograrse el éxito y he tenido que ayudar luego en el traslado de quienes no pudieron rebasar la enfermedad.


“Por supuesto siempre me cuido. Cuando entro a zona roja, a algún lugar de riesgo o manipulo algo que represente una fuente de contagio tomo todas las medidas, a veces con implementos alternativos, pues para nadie es un secreto que carecemos de elementos vitales debido a la situación económica. Lo que no puede fallar nunca es el lavado de las manos y la desinfección constante. Por eso durante la jornada me baño tres y cuatro veces”, subraya.

 

 

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Sabe que mantenerse salvo no es una opción, sino una exigencia hasta de sus compañeros, que bien le quieren y están conscientes de lo que representa para la sede “Celia” este hombre todoterreno, siempre afable, excelente persona, activo y cumplidor como apostilló uno de sus superiores, mientras transcurría esta entrevista, la que no pocas veces tuvimos que poner en pausa, debido al aclamo de su atención, hasta por teléfono, para dar respuesta a cuestiones de trabajo, incluso de otras de las sedes de la UHo.

 

Pedro también siente el agotamiento acumulado de este año y medio de pandemia y a pesar de la carga de trabajo, de situaciones familiares que tuvo que enfrentar, de dolorosas pérdidas y días tensos trata de estar siempre alegre y jaranero para evitar el estrés. A veces llega a casa y cuando cree que podrá disfrutar de la televisión, cae rendido. Sin embargo, tres o cuatro horas son suficientes para recargar energías y volver a la contienda. Nuevamente el amanecer lo sorprende entrando a la “Celia”, a veces en la madrugada, para agarrar escoba y trapeador y poner las áreas relucientes temprano y chequear con tiempo la cocina, aun cuando la noche anterior quede todo listo para la siguiente jornada.


Pedro Luis García Destrades sabe que mientras tenga las fuerzas estará en este frente y en cuanta misión requiera de su empresa, pues este es el momento de brindar ayuda y la mano solidaria, de comportarse como humano y tener fé.

 

 

 

Yanela Ruiz González
Author: Yanela Ruiz González
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Lic. en Estudios Socioculturales, periodista de la Casa editora ¡Ahora! Especializada en temas de Educación y Educación Superior Fan de las redes sociales

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