Carlos Enrique y la pasión por el arte de construir
- Por Liset Prego Díaz
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Carlos Enrique Font.
Holguinero amantísimo, hijo devoto, un Ulises de regreso en la ciudad tras vivir casi una década en República Dominicana, llega dispuesto a reinventarla, a edificar, a renovar y al rescate de lo bello y valedero, Carlos Enrique Rodríguez Font, casi cuarenta años tras su graduación como arquitecto en la CUJAE, cuenta de su andar por Cuba, de sus proyectos edificados y sus huellas en las aulas, dentro y fuera del país. ¡ahora! digital le sirve de interlocutor y lleva a ustedes las memorias de un creador que aún gusta de dibujar, a la vieja usanza, aunque lo rodeen, tablets, laptops, teléfonos celulares y la juventud de sus colegas inseparables.
¿Cuáles son los proyectos que más satisfacción te ha dado realizar?
En mi servicio social comencé a trabajar en Matanzas que fue un descubrimiento, porque lo mismo estaba en Jagüey Grande, en Perico, que en Cárdenas, o Varadero, no el Varadero de hoy.
Al terminar el servicio social regresé a La Habana a trabajar en una empresa de diseño mecánico. Asumí entonces el proyecto del edificio de microbrigada donde vivirían los trabajadores de la propia empresa, para el cual tenía un año. Yo sentí que eso era algo muy grande. Allí vivirían mis compañeros de trabajo y se pensó para sus familias. Debía contar con la aprobación de la Oficina del Historiador de la Ciudad, debía pasar un tamiz muy fuerte pues era en plena Habana Vieja.
Y se hizo. Está en las calles Habana y San Isidro. Es un edificio multifamiliar, donde viven algunas de las personas para las que fue pensado, aún los visito.Hotel Club Amigo, en Guardalavaca.
Entonces tenía veinticinco años. Si debiera hacerlo ahora lo haría exactamente como en aquel momento. Se ve que es un edificio nuevo, pero es armónico, arropa un inmueble de un siglo y medio atrás, lo incorpora y vuelve a salir el edificio moderno. Disfruté y disfruto mucho ese edificio.
Y otro que guardo con mucho amor es el primer encargo que hice en la Empresa de Proyectos de Industrias Varias en La Habana, donde proyecté un edificio de forma muy compleja.
Me place mucho dibujar a mano y quería hacer un dibujo muy gótico. Lo proyecté con 30 años, en completo Periodo Especial. Ese edificio se hizo, es en Guardalavaca, el Hotel Club Amigo. No se hizo exactamente igual a como se proyectó. No lo haría igual a estas alturas. Pero, algo especial que ocurrió fue que cuando quisieron cambiar elementos del inmueble, años después, me llamaron. Dibujo Catedral San Isidoro, ciudad de Holguín.
Cosa que no ha sucedido siempre en otros inmuebles. Por ejemplo, en la primera década del 2000 trabajé en la Oficina Provincial de Patrimonio. Entonces asumí el proyecto del museo de Freyre, por el cual obtuve el Premio de Arquitectura Vernácula de la Oficina de Eusebio Leal. Este proyecto se remodeló hace poco y nunca me llamaron. Por suerte lo asumió un profesional al que respeto mucho, Carlos Santiesteban Ojeda.
En Patrimonio, entre otros trabajos, hice la defectación técnica del Complejo de Birán, lo cual me fascinó porque me encanta la construcción en madera. Además de la responsabilidad que implicaba por la connotación del Complejo.
También trabajé en el Fondo Cubano de Bienes Culturales, en la Oficina de Obras por encargo donde, como en el Patrimonio, encontré una escuela. Laboré en inmuebles muy importantes como la Plaza de la Marqueta, el Hotel Caballeriza, no como proyectista, sino como gestor. En esta etapa descubrí grandes artistas y creadores.
En Gibara hice las regulaciones urbanísticas, o sea condicionantes, del Hotel Arsenita, trabajé en el Bar La Loja, también desde la gestión de proyectos.
Agradezco mucho al Fondo, les dediqué muchas horas, pese a que cuando uno trabaja tanto así lastima la convivencia de la familia.
¿La docencia te resulta más placentera, o la creación de proyectos?Edificio en La Habana Vieja.
“Siempre pensé que el ejercicio de la arquitectura me era más placentero, hasta que impartí docencia. Mis inicios como profesor fueron en la universidad como alumno ayudante de Historia de la Arquitectura con el arquitecto y profesor Gotardi, lo cual fue muy estimulante.
Tiempo después trabajé durante siete años ininterrumpidos fuera de Cuba. Es más placentero cuando se une con los proyectos porque cuando tienes quince estudiantes en un taller, tienes quince proyectos a parir de una tarea técnica que haces y ninguno es igual.
Siempre me gustó más enseñar esta parte que la teórica. En República Dominicana se estudia en la Facultad de Arquitectura y Arte, en Cuba, hasta los 80, se entendía a la Arquitectura como la ciencia de la construcción.
Tiempo después se asume como lo que es: el arte de construir. Cuando estudié en la CUJAE estaba separada la Facultad de Arquitectura de la de Construcciones. Ambas son muy acoplables pero distintas. Los extremos no son buenos, porque en República Dominicana sentí que le faltaba la parte técnica que yo tenía de la formación en Cuba y es algo que le hace mucha falta al estudiante. Edificio en La Habana Vieja. Fotos: Cortesía del entrevistado
Nunca dejaría la docencia he tenido el disfrute de graduar más de cuarenta arquitectos, de trabajar con alumnos desde inicio hasta final de la carrera, tutorar su tesis o estar de oponente en su ejercicio de defensa.
En Cuba, al regresar a Holguín, quise trabajar de docente, estuve en la escuela de artes plásticas El Alba, un semestre, pero creo que no había un código común entre mi forma de ver las cosas y la escuela.
No obstante, la CUJAE, que es como mi casa matriz, por la Facultad de Arquitectura, me envía alumnos para tutorar en sus trabajos de diploma. Ya lo he hecho con cinco, en términos que tienen que ver con Gibara, Holguín, la zona norte del antiguo Oriente, y me ha sido muy grato, pero sí echo de menos a dar clases en un aula”.
¿Dentro de la ciudad de Holguín cuál es tu edificio favorito?
Aunque la mayor parte de mi vida no ha transcurrido en Holguín, soy holguinero. Y existe un edificio que desde pequeño me fascinó, es donde radica el Museo de Ciencias Naturales. Me cautiva dentro de la arquitectura tranquila de la ciudad, sus minaretes, su estado de cuidado en la construcción.
Es una pena que está a mediación de una cuadra, y por ello la proporción de un edificio tan cuidadosamente hecho no se perciba, sino hasta que estás frente a él, porque no está en la esquina, espacio que ocupa un inmueble de gran valor, cuyo proyecto estuvo a cargo de un arquitecto al que admiro muchísimo, Rodolfo Quiles, (se trata del Hotel Saratoga).
También me llama la atención la obra de Luis Felipe Rodríguez Columbié, dentro de ella, algunas viviendas del reparto Peralta.
¿Cuáles crees que son las principales falencias de la arquitectura hoy en Cuba?
Hay algo que me perturba en la ciudad, y es la marginalidad, incluso dentro de la arquitectura, su expresión en el comportamiento humano y, como resultado, en los inmuebles. Y esto no es exclusivo de Holguín. Ello no quiere decir que no se hagan cosas bien en la arquitectura.
Esta es una profesión manipulada a niveles elevados. Lo cual no pasa en la literatura, la pintura o la música, y queda indemne.
Existe intrusismo profesional, que causa mucho daño, y ciertas patentes de corso que permiten a otros profesionales, cambiar, no consultar, proyectar sin dificultad.
Has participado en la creación de diversos inmuebles que destacan en la ciudad ¿En qué trabajas actualmente?
Nadie hace un proyecto solo. Estoy trabajando en varios, casi siempre con arquitectos jóvenes, lo cual es muy interesante pues ya estoy en la tercera edad.
He trabajado con Andor Caballero, William Crespo, y el ingeniero y artista de la plástica Rolando Antonio Escobar.
Aunque estamos en un proceso de letargo, por la pandemia, actualmente tenemos solicitados proyectos como la Colección de Cosme Proenza, que estará donde se encontraba la tienda Hanoi, donde se expondrá su obra. Es un inmueble de alto valor en cual se harán inserciones que no cambiarán dentro sus esencias. En esta seré el arquitecto principal.
El hecho de que este artista me solicitara tal responsabilidad creo que es el reconocimiento mayor que he tenido en mi vida.
También trabajaré en La Creación, un inmueble proyectado originalmente por Columbié. La intención es volver a darle su valor, sus características racionalistas. Además, tenemos solicitudes de trabajar en el restaurante 1545 y en un inmueble próximo al Conservatorio de Música, que será un complejo cultural. Son obras en las que se trabaja en ellas como proyectos de desarrollo local”.
Carlos Enrique, signado para la belleza por su nombre de artista, es un ser de extraordinaria sensibilidad y afectos perdurables que sigue marcando la ciudad con su imaginación, con su talento. Mucho deberán agradecer los holguineros y visitantes y todas aquellas ciudades en la isla o fuera de ella, que han sido tocadas por su impronta, donde permanece su legado.
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