Carmen Núñez: costuras que nos unen

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ATH Carmen costurera 01Carmen Núñez, costurera de la atelier Nueva Imagen, en Holguín, fue seleccionada personalidad destacada del año 2020 por su contribución al enfrentamiento de la COVID-19. Fotos: Alexis del Toro

 

El nombre de Carmen Núñez Núñez apareció por primera vez en la prensa el pasado 2 de enero, en las páginas que el periódico ¡ahora!, como justo homenaje, dedicó a los “trabajadores que desde diferentes escenarios contribuyeron al beneficio popular durante el 2020, así como instituciones que se destacaron en el combate frente a la COVID-19”.

 

Las máximas autoridades de Holguín entregaron personalmente los reconocimientos. La noche de la gala, Carmen entró al teatro Eddy Suñol como costurera de la atelier Nueva Imagen, perteneciente a la Empresa Provincial de Servicios Técnicos, Personales y del Hogar; y salió como una de las personalidades destacadas del año que nos cambió la vida, tal vez para siempre.


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Mientras la gente a su alrededor disminuía (drásticamente) la velocidad de vivir y el mundo detenía sus vueltas, Carmen siguió presionando el pedal de su máquina de coser Yamata.

 

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Durante la primera etapa crítica de la COVID-19 en la provincia, cuando todavía intentábamos discernir cómo lidiar con la insoportable facilidad de su contagio, asumió la mayor parte de la producción de la atelier Nueva Imagen.


Por lo que representaban para el cuidado de la salud y el control de la pandemia, la prioridad era hacer nasobucos. Cosió para el Centro de Atención a Deambulantes, el Poder Popular, diferentes empresas…


- ¿Recuerda cuántos ha hecho hasta ahora?- le pregunto, por pura curiosidad.

- No llevo la cuenta, ¡pero he hecho unos cuantos! Desde el año pasado… ¡puedes imaginarte!


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Carmen siempre se ha dedicado a coser. Es esa costurera que vive en tu barrio, a la que puedes entregarle tus mejores prendas con los ojos cerrados, sin miedo a que las tuerza, las deje demasiado chicas o demasiado cortas.


La primera vez que sus clientes comenzaron a extrañar sus servicios fue cuando empezó a trabajar en el Taller de Confecciones Textiles Lidia Doce. Allí perfeccionó sus conocimientos y habilidades, sin embargo, la primera y mejor escuela de Carmen fue su mamá.


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En 1961, jovencitas de las sierras y otros lugares intrincados de la isla comenzaron a viajar a la capital del país para recibir clases de corte y costura en las  Escuelas para Campesinas Ana Betancourt.

 

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La madre de Carmen fue una de las 14 mil “Anitas” que encontraron en el arte de la costura un modo honrado de sustentarse. No solo “cosía bien y bordaba muy lindo”, sino que transmitió el interés por dominar la Unión que le habían dado en La Habana.


A los nueve o diez años, Carmen le pedía que la dejara probar. Entonces la madre quitaba la aguja, sacaba la tela y ponía un periódico. Así aprendió a “darle a la máquina”, que como sabe todo aquel que lo ha intentado, tiene su propia cadencia.


“Después, como a los 14 años, empecé a cortar. Ella me cosía, pero a mí no me gustaba porque no me quería apretar la ropa. Un día, cuando no estaba en la casa, cogí una tela que me había comprado. Fui con una vecina mía. Le dije ‘ayúdame a cortar, pero no me lo cortes tú: indícame cómo se hace’. Y cuando vino, ya yo tenía el pantalón hecho”.


Hasta hoy, Carmen utiliza la misma máquina Unión que su madre recibiera en la escuela Ana Betancourt.


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En la calle Libertad, frente al parque Calixto García, está la atelier Nueva Imagen. A través de los cristales de la fachada se aprecia, como en una suerte de acuario, el pequeño imperio de las costureras.


En el fondo, la administradora saca cuentas: a pesar de todo, casi logran cumplir el plan de febrero. La cortadora, tijera en mano, bojea el molde, una y otra vez. Carmen, como es habitual, está sentada a la máquina de coser Yamata.

 

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Hace dos años no estaba aquí, sino en su hogar, en el reparto Luz, escuchando la radio. De repente, la convocatoria para trabajar en la atelier. Enseguida llamó. Vino y examinaron sus habilidades.


“La prueba fue hacer una bata de casa, que era lo que estaban cortando en ese momento”, recuerda. Obviamente la aceptaron. Carmen hace de todo lo que exige la atelier: batas de casa, blusas, uniformes, sábanas, pañales, ropa de playa…


Confiesa que prefiere confeccionar camisas de hombre, pero ahora que escasea el tejido y la COVID-19 monopoliza la producción de Nueva Imagen, sigue uniendo, con precisión de cirujana, las piezas de otro nasobuco.


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Para mí, que de máquinas de coser sé lo mismo que de naves espaciales, Carmen es muy valiosa. ¿Qué hubiera sido de mí sin personas como ella? ¿Qué hubiera sido de esta generación experta en Samsung, Iphone, Redmi… pero que no tiene idea de cómo funciona Unión o Yamata?


Pienso en todas las personas que pudieron protegerse un poco más de la COVID-19 y continuar cumpliendo disímiles responsabilidades gracias a esos nasobucos cuya cuenta no lleva: he ahí el mérito de cumplir con el deber.


Por eso traje de nuevo el nombre de Carmen Núñez Núñez al espacio digital de nuestro periódico, para honrar a quienes realizan esos trabajos que, como las costuras de las prendas que ella confecciona, nos mantienen juntos… y vivos.


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¿Cómo hacer un nasobuco?

 


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Comentarios  

# Idalmis Miranda 01-03-2021 18:06
Felicidades amiga, felicidades a todas, son un excelente colectivo. Un abrazo a todas
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# Claudia 03-03-2021 09:43
Idalmis, ¡así es! Gracias por leer y comentar. Cuídese mucho...
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