Eterno soñador
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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La perseverancia es una de las principales características de su personalidad. Después podríamos enumerar el ser un eterno soñador, su alto compromiso con el quehacer diario, la responsabilidad y el destacado sentido de pertenencia por el trabajo, que lo llevan a persistir en la meta trazada hasta conseguir su objetivo.
Quizás este sea uno de los motivos por los que algunos aseguran, que “es un pesa´o”; sin embargo, quienes llegan a compenetrar con él, aseveran todo lo contrario.
Así ha sido siempre y lo saben quienes conocieron al mozalbete alto, rubio y ojos claros, que a mediados de la década de los en ´80, con unos 18 años de edad, salió de lo más intrincado de la comunidad cañera de Raudal, en Deleite, Banes, con un pequeño bártulo al hombro, para abordar el tren Holguín-La Habana, que lo llevaría a la capital a hacerse técnico medio en servicios gastronómicos.
Era la primera vez que Alfredo Gómez Almenares, el sexto de siete hermanos de una familia campesina muy pobre-como él se enorgullece en contar-, salía de donde había nacido.
“Mi papá trabajaba en la zafra azucarera; mamá era auxiliar de limpieza en la escuelita aledaña a la casa, que solo las dividía una cerca; pero el servicio sanitario lo compartíamos”.
“Estuve más de un año sin venir mientras estaba en el politécnico Rubén Martínez Villena. Las prácticas eran en el hotel Sevilla. Durante todo ese tiempo mi madre me mandaba, mes a mes, un giro postal de 20 pesos para subvencionar pequeños gastos. Era algo casi simbólico, pero lo agradecía y esperaba, porque sentía con ese gesto el cariño y la preocupación de los viejos. Ese dinerito y alguna que otra propina dejada por clientes eran más que suficiente para mí”, recuerda.
Regresó a hacer sus prácticas al hotel Guardalavaca, pero seis meses después por selección ya estaba de vuelta a la capital por otro año y medio más a lograr el título de técnico medio en hotelería.
Foto: Perfil de Facebook de la institución.
Así se le vio crecer de manera paulatina, tanto en el servicio gastronómico directo a clientes, como en responsabilidades de dirección en los hoteles del polo y también en Varadero hasta que tropiezos en la vida-así lo reconoce él- lo hacen estar fuera del sistema por unos seis años, pero como su filosofía siempre ha sido “no importa las veces que uno caiga sino las que se levanta”, tras desempeñarse como profesor del politécnico Mario Muñoz, en el municipio de Rafael Freyre y luego en labores de Instructor en un Joven Club de Informática, regresó a lo que siempre le ha gustado hacer y en lo cual se especializó.
Foto: Kevin Noya
“El 23 de marzo de 2015 asumí la nueva misión. En ese momento era el Recinto Ferial y tres casas de visita. Aunque estaba la perspectiva de integrar a esta entidad un número importante de instalaciones para el sistema de alojamiento, con el fin de destinarlas a la población”, comenta.
De esa manera surge la Empresa de Eventos, Ferias y Exposiciones con servicios asociados al alojamiento y la gastronomía, que hoy cuenta con 245 habitaciones distribuidas en 20 unidades en los municipios de Moa, Gibara, Rafael Freyre, Banes y Holguín, además del Recinto Ferial, sede de grandes actividades nacionales e internacionales, así como de reuniones de los principales sectores y organismos de la provincia.
Foto: Perfil de Facebook de la institución.
“Alguien dijo y lo reafirmo, que la necesidad es la madre de la creatividad, por eso nosotros siempre buscamos alternativas ante la falta de uno u otro recurso o insumo; tratamos, además, de servir un determinado plato o una bebida, preparar una habitación y prestar cualquier servicio siempre pensando cómo nos gustaría que nos lo hicieran a nosotros”, detalla.
Por eso en sus instalaciones, dígase el Motel Los Tamarindos, las Villas Coral, Cristal, Playa Blanca, Yaguajay o en cualquiera de las otras las noches temáticas han superado las expectativas de clientes y huéspedes, que además de degustar platos de la comida criolla, mexicana, árabe, asiática o italiana disfrutan de las ocurrencias de sus anfitriones en papeles de aztecas, campesinos, chinos, indios o de la especialidad culinaria de ese momento.
Y con esa facilidad de generar ideas a Alfredo no se le escapa nada. “Todos los días nos lo pasamos inventando, pensando qué podemos mejorar y cómo, para que, además de motivarnos, trasmitir ese estado de ánimo a los obreros, a quienes no hay que darle muchos motivos, pues se autopreparan, exigen y buscan en desde las recetas de los platos típicos de un país, ingredientes hasta la ropa para vestirse según a la nación que se vaya a representar”.
Disfruta narrar las ocurrencias de uno u otro colectivo, de las competencias fraternales entre ellos para superarse entre sí y entonces repara en el programa de mantenimiento y remodelación constante que tienen para mejorar los establecimientos.
Por ejemplo, ahora anda “enredado” en la piscina en construcción en una villa ubicada en reparto Ciudad Jardín, en la reparación a acometer en la del municipio de Moa; en los baños nuevos de las habitaciones de la casa del Reparto Peralta, o el proceso inversionista previsto a comenzar en Villa Cristal y en Playa Blanca, entre otros.
Y en todas las distingue el buen gusto, el detalle oportuno y la creatividad, como la Casa Holguín 300, donde cada habitación tiene nombre de alguna de las principales calles de la Ciudad de los Parques y el restaurante, la cocina o sala de estar llevan inscrito el de una tienda insigne o lugar de la cabecera provincial.
Pero, si Alfredo está atento a alimentar estas pequeñas cosas para mostrar un mejor producto al cliente de igual manera su preocupación es constante por la alimentación, el uniforme, el salario y el más mínimo asunto que pueda incidir en los 460 trabajadores que dirige.
Nada de este intenso quehacer le ha impedido ascender en la vida, formar una familia de más de 30 años y superarse profesionalmente a este no tan joven capricornio de 52 eneros, quien asegura “no ser pesa´o todo el tiempo” y sí una persona a la cual molesta la falta de seriedad y place andar siempre en busca de mejoras continuas en su trabajo.
Hace honor al signo Capricornio, porque parece una “persona tranquila y serena”; sin embargo, “es un verdadero volcán a punto de entrar en erupción”, cuando de generar ideas por hacer más y mejores cosas se trata, que lo llevan a ser intransigente ante lo mal hecho.
Quizás este sea uno de los motivos por los que algunos aseguran, que “es un pesa´o”; sin embargo, quienes llegan a compenetrar con él, aseveran todo lo contrario.
Así ha sido siempre y lo saben quienes conocieron al mozalbete alto, rubio y ojos claros, que a mediados de la década de los en ´80, con unos 18 años de edad, salió de lo más intrincado de la comunidad cañera de Raudal, en Deleite, Banes, con un pequeño bártulo al hombro, para abordar el tren Holguín-La Habana, que lo llevaría a la capital a hacerse técnico medio en servicios gastronómicos.
Era la primera vez que Alfredo Gómez Almenares, el sexto de siete hermanos de una familia campesina muy pobre-como él se enorgullece en contar-, salía de donde había nacido.
“Mi papá trabajaba en la zafra azucarera; mamá era auxiliar de limpieza en la escuelita aledaña a la casa, que solo las dividía una cerca; pero el servicio sanitario lo compartíamos”.
“Estuve más de un año sin venir mientras estaba en el politécnico Rubén Martínez Villena. Las prácticas eran en el hotel Sevilla. Durante todo ese tiempo mi madre me mandaba, mes a mes, un giro postal de 20 pesos para subvencionar pequeños gastos. Era algo casi simbólico, pero lo agradecía y esperaba, porque sentía con ese gesto el cariño y la preocupación de los viejos. Ese dinerito y alguna que otra propina dejada por clientes eran más que suficiente para mí”, recuerda.
Regresó a hacer sus prácticas al hotel Guardalavaca, pero seis meses después por selección ya estaba de vuelta a la capital por otro año y medio más a lograr el título de técnico medio en hotelería.

Eran los comienzos del Turismo internacional en la provincia, en específico en el polo de Guardalavaca, y también para el joven Alfredo, quien abrazara con pasión el sector.
Así se le vio crecer de manera paulatina, tanto en el servicio gastronómico directo a clientes, como en responsabilidades de dirección en los hoteles del polo y también en Varadero hasta que tropiezos en la vida-así lo reconoce él- lo hacen estar fuera del sistema por unos seis años, pero como su filosofía siempre ha sido “no importa las veces que uno caiga sino las que se levanta”, tras desempeñarse como profesor del politécnico Mario Muñoz, en el municipio de Rafael Freyre y luego en labores de Instructor en un Joven Club de Informática, regresó a lo que siempre le ha gustado hacer y en lo cual se especializó.

Poco a poco volvió a incorporarse a distintas responsabilidades en el sector del Turismo y ya como director general de Islazul en la provincia fue llamado a tomar las riendas de ExpoHolguín, empresa que hoy es símbolo del buen servir y de lo que puede crearse con poco, pero “siempre que exista voluntad de hacer con creatividad, sentido de pertenencia y ante todo con la unidad colectiva”.
“El 23 de marzo de 2015 asumí la nueva misión. En ese momento era el Recinto Ferial y tres casas de visita. Aunque estaba la perspectiva de integrar a esta entidad un número importante de instalaciones para el sistema de alojamiento, con el fin de destinarlas a la población”, comenta.
De esa manera surge la Empresa de Eventos, Ferias y Exposiciones con servicios asociados al alojamiento y la gastronomía, que hoy cuenta con 245 habitaciones distribuidas en 20 unidades en los municipios de Moa, Gibara, Rafael Freyre, Banes y Holguín, además del Recinto Ferial, sede de grandes actividades nacionales e internacionales, así como de reuniones de los principales sectores y organismos de la provincia.

Pero el gran mérito de Alfredo, junto a su consejo de dirección y trabajadores, es lograr que cada uno de esos establecimientos sea un lugar especial, donde el buen servir unido a la iniciativa creadora, por hacer diferente y exclusiva la estancia del cliente, se ha convertido en sello distintivo de los colectivos, cultivadores de la cultura del detalle.
“Alguien dijo y lo reafirmo, que la necesidad es la madre de la creatividad, por eso nosotros siempre buscamos alternativas ante la falta de uno u otro recurso o insumo; tratamos, además, de servir un determinado plato o una bebida, preparar una habitación y prestar cualquier servicio siempre pensando cómo nos gustaría que nos lo hicieran a nosotros”, detalla.
Por eso en sus instalaciones, dígase el Motel Los Tamarindos, las Villas Coral, Cristal, Playa Blanca, Yaguajay o en cualquiera de las otras las noches temáticas han superado las expectativas de clientes y huéspedes, que además de degustar platos de la comida criolla, mexicana, árabe, asiática o italiana disfrutan de las ocurrencias de sus anfitriones en papeles de aztecas, campesinos, chinos, indios o de la especialidad culinaria de ese momento.
Y con esa facilidad de generar ideas a Alfredo no se le escapa nada. “Todos los días nos lo pasamos inventando, pensando qué podemos mejorar y cómo, para que, además de motivarnos, trasmitir ese estado de ánimo a los obreros, a quienes no hay que darle muchos motivos, pues se autopreparan, exigen y buscan en desde las recetas de los platos típicos de un país, ingredientes hasta la ropa para vestirse según a la nación que se vaya a representar”.
Disfruta narrar las ocurrencias de uno u otro colectivo, de las competencias fraternales entre ellos para superarse entre sí y entonces repara en el programa de mantenimiento y remodelación constante que tienen para mejorar los establecimientos.
Por ejemplo, ahora anda “enredado” en la piscina en construcción en una villa ubicada en reparto Ciudad Jardín, en la reparación a acometer en la del municipio de Moa; en los baños nuevos de las habitaciones de la casa del Reparto Peralta, o el proceso inversionista previsto a comenzar en Villa Cristal y en Playa Blanca, entre otros.
Y en todas las distingue el buen gusto, el detalle oportuno y la creatividad, como la Casa Holguín 300, donde cada habitación tiene nombre de alguna de las principales calles de la Ciudad de los Parques y el restaurante, la cocina o sala de estar llevan inscrito el de una tienda insigne o lugar de la cabecera provincial.
Pero, si Alfredo está atento a alimentar estas pequeñas cosas para mostrar un mejor producto al cliente de igual manera su preocupación es constante por la alimentación, el uniforme, el salario y el más mínimo asunto que pueda incidir en los 460 trabajadores que dirige.
Nada de este intenso quehacer le ha impedido ascender en la vida, formar una familia de más de 30 años y superarse profesionalmente a este no tan joven capricornio de 52 eneros, quien asegura “no ser pesa´o todo el tiempo” y sí una persona a la cual molesta la falta de seriedad y place andar siempre en busca de mejoras continuas en su trabajo.
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