Visiones sobre el infortunio

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Urbano3Fotos: Germán Veloz Placencia

Urbano Noris, Holguín. –La vida en Estrada es dura. Aguas enlodadas arremetieron contra el poblado al otro día del paso del huracán Melissa y lo inundaron. Nadie allí esperaba tanta crueldad de la naturaleza.

A través de los niños, con su mezcla de inocencia e ingenio, se revela lo vivido. Daniela, ocurrente y vivaracha, evoca las ocurrencias de la chivita Sacha, arrastrada por las corrientes, y Zulian cuenta que los padres, al ver inundado el patio, la llevaron a la casa del abuelo Rene, de la que salió al poco rato, con las primas y primos, hacia el lugar donde vive la tía Patricia.

«Mi papá me contó que salvó los terneritos. Lo cargaba, los abrazaba y ponía en un lugar seguro», expone con visible ternura.

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Entonces hablan los adultos. Sus voces revelan tensión y anhelos de dejar atrás lo más rápido posible el infortunio traído por el meteoro.

Leonardo Toranzo Torres fue uno de los que salvó sus terneros y vacunos adultos. Con la ayuda del hijo y un vecino sacó los animales y los colocó en la carretera, hasta que los condujo a un lugar más seguro.

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Estaba en el rancho del patio y de repente se les vino arriba el agua. Aquella llegó hasta la parte baja de las persianas y mojó colchones y otras cosas. Eso se siente, porque da mucho trabajo reponer lo dañado, narra, presionado por los recuerdos de la tragedia.

Ania Armesto Hechavarría es la veterinaria de la zona y esposa de Leonardo. También habla del inédito golpe de agua que alteró la vida de todos los residentes en el poblado. Las gallinas propias, unas cuarenta, no tuvieron la suerte de los vacunos. Va echarle de menos a los huevos, dice.

Ambos brindan queso criollo. Su noble ofrecimiento lo acompañan con referencias sobre el apoyo brindado tan pronto comenzaron a llegar los evacuados. Les han distribuido arroz, salchichas, pollo y leche en polvo. Lo más reciente es la entrega, por núcleo, de dos pomos con agua potable, más un envase de plástico, de 10 litros de capacidad, para que lo llenen cada vez que lleguen las pipas con el preciado líquido.

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Les han dicho que pronto el poblado recibirá un depósito, capaz de almacenar 3 mil litros de agua, al que también acudirán para reabastecerse.

kirenia Gordon Almarales, delegada de la Circunscripción 37, del Consejo Popular San Francisco, visita la casa de la pareja. Confirma que, en la comunidad, se afectaron o desaparecieron muchos colchones, por los que adquirir otros es una de las mayores demandas de los residentes. Los derrumbes totales de viviendas y los techos dañados son relativamente pocos, aunque urge dar solución a esos problemas, refiere.

Hay muchos pisos de tierra totalmente destruidos, explica un rato después, frente a la vivienda de Yuneisis Pastor Toranzo, donde un hombre, armado con un pesado pisón metálico, golpea repetidamente la tierra blanca y húmeda del portal.

La dueña de la casa, sorprendida en medio del lavado de prendas de vestir, aclara que la nuera, a punto de parir, recibió une donación de ropas y calzado infantiles, tal vez de tallas muy grandes para un recién nacido, pero aceptadas con agradecimiento, porque en situaciones graves, como la que viven, toda ayuda es bienvenida.

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Varios vecinos comentan el reciente impacto de la intervención sanitaria realizada por un grupo de médicos y estudiantes de medicina llegado desde la ciudad de Holguín. Esa gente hizo una revisión casa por casa, tras «esas cosas malas» que andan por ahí, que pueden ser Oropouche o Chikungunya. También dieron charlas y enseñaron como elaborar sales de hidratación oral.

Casi toda la comunidad conoce que los doctores y los estudiantes de medicina se llevaron a Irenes María Aguilera Hernández, a quien le quedan horas para parir. Que el parto sea en la sala de maternidad, es la mejor decisión.

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Cae la tarde. Estrada y su gente sigue aguardando el arribo de la brigada de linieros que viene en camino, para restablecer el servicio eléctrico, interrumpido por la rotura de un cable.

Sobre un segmento de tronco tendido en la esquina de una calle, descansan varias niñas. Daniela, insiste en la inigualable gracia de su desaparecida chivita Sacha, mientras que Zulian no deja de repetir a las primas que su papa es un campeón salvando terneritos.


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