Quiero, a la sombra de un algarrobo…

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historiador biranAntonio López Herrera. Foto: William Parrao
 
Escogimos el día al azar, aunque el lector en pleno uso de sus derechos, puede pensar lo contrario. Era martes 28 de enero, fecha venerada por los cubanos. La mañana aseguraba un día tranquilo, inspirador, quizá sorprendente.
 
Teníamos un itinerario apretado, pero en las primeras escalas figuraba el Conjunto Histórico de Birán con el propósito impostergable de conversar con su historiador.

Pasado el mediodía, con las telas empolvadas después de un recorrido por las imponentes lomas de Guamuta, comunidad del Plan Turquino, en el municipio Cueto, “desembarcamos” en el terreno prodigioso, que vio nacer a dos de los hijos más queridos de Cuba, Fidel y Raúl Castro.

En aquel batey hasta las raíces de las plantas tienen su historia, los horcones de la casona, las piedras del camino, los pilotes de caguairán. Pero el algarrobo frondoso, viril y en su coqueteo con la palma real nos cautivó. Sentados en unos taburetes a la sombra del árbol, comenzó el intercambio con Antonio López Herrera.

“Yo nací en Pinares de Mayarí. Me desprendí de mi familia muy joven, pues con 10 años fui a la Sierra como alfabetizador. Después miliciano, paracaidista, pasé el servicio militar en una Brigada Especial del Ministerio del Interior, me gradué de maestro primario y posteriormente, en 1989, obtuve el título de Licenciado en Historia y Ciencias Sociales por la Universidad Pedagógica de Holguín José de la Luz y Caballero, la cual no olvido nunca”, aseguró López, quien es, además, máster en Ciencias de la Educación.

Recuerda las anécdotas de su abuelo el mambí, que ayudó a Antonio Maceo cuando estalló la Guerra Necesaria y confiesa que desde pequeño le gustó la materia, mientras evoca las luchas por la independencia en la manigua irredenta y salvaje. Sin embargo, siempre le decía a su padre que sería abogado, “porque era un poquito leguleyo y muy conversador”.

El viento le golpea la cara y da un salto en el tiempo. El calendario no escapa. “Hoy 28 de enero siento por dentro algo importante. Aquí donde estamos, fue la última visita que hizo Fidel a su tierra natal en septiembre del 2003 y debajo de este algarrobo presentaron el libro de Katiuska Blanco,Todo el tiempo de los cedros. Él escogió el lugar”, explicó el historiador.

“Cuando terminó la exposición, un niño le preguntó a Fidel cómo era su querida madre Lina Ruz y el Comandante respondió que era muy difícil hablar de personas que uno tiene aquí dentro, en el corazón, y que ya no están”, contó Antonio con el alma expuesta y aseguró que Lina “era como la madre de toda la gente de Birán”.

El Historiador de Birán

Antonio López ha dedicado más de 30 años de su vida al estudio de la familia Castro Ruz y asegura que admira sus orígenes y su modestia, aparejada a “esa virtud de no dejarse vencer nunca por nada. Lina, aunque sintió por dentro el dolor, nunca se hincó”.

Quienes llegan a visitar el Monumento Nacional Conjunto Histórico de Birán, disfrutan la agradable compañía de Antonio, aderezada por sus memorias y el profundo dominio de la historia del lugar. “Una persona que venga por primera vez debe llevarse visualmente la cunita donde nació Fidel, porque esa es la cuna de la Revolución del municipio de Cueto, lo decimos con orgullo y sin temor a equivocarnos”.

Pero existe otro asunto que es para reflexionar y sacar conclusiones, aseguró, “qué necesidad tenía Fidel de exponer su existencia tantas veces, si estaba lleno de tanta riqueza. Por doquier se ve que era un hombre, cuyo futuro estaría lleno de felicidad. Sin embrago, renunció a todo para dedicarse a una obra que defendió con entereza, con vergüenza y con la pasión de un martiano. La llevó hasta sus últimas consecuencias, y se fue invicto”.

Fue precisamente Fidel, el líder de la Revolución, el estadista brillante, el humanista hasta los huesos y una de las mentes más geniales de los últimos tiempos, quien le acuñó a Antonio López el título de historiador de Birán, durante su estancia en Cueto junto a Gabriel García Márquez en 1996.

A López le apasiona su trabajo, se ve caminar de un lado a otro dentro del Monumento Nacional, anda ligero, atento, precavido, pendiente a cada detalle. “Me gusta hacerle la visita con calidad hasta a un niño, que el que venga aquí salga con energía positiva y aprenda”.

Sus respuestas hacen referencia continuamente a la estirpe de los Castro Ruz. Los minutos se escurren recostados en los taburetes y cuando el diálogo deja brecha aparece una interrogante. Entonces, con mucha cadencia asevera: “Mi familia no está a la altura de esta a la que he dedicado mi vida. Tengo una familia sencilla, adaptada a todo”.

Quizá resulte increíble, pero detrás del historiador, hay un gran bailador. “Me gusta bailar mucho y de todo. Disfruto compartir con mis amigos e ir a alguna fiesta. A veces se me ocurre ir al bar y sentarme allí con la gente”.

Con una alegría que los años no arrugan y la convicción de quien tiene todavía metas por cumplir, aseguró: “Me falta terminar un libro en el cual aparece Birán en tres etapas, la colonia, la neocolonia y la Revolución en el poder. Ese es el libro de Cueto”.
Darianna Mendoza Lobaina
Author: Darianna Mendoza Lobaina
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Soy amante de las artes, el café y la poesía. No me gusta la cocina, pero creo que cada palabra tiene su propio sabor, y los textos hay que sazonarlos bien.

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Comentarios  

# Joel Martínez Murray 13-02-2020 17:56
Hoy leer esas líneas me conmueve, fui observador directo de esa entrevista y disfruté en gran medida de aquel diálogo entre Darianna y Antonio López, sentí de pronto como se movía la tierra debajo de nosotros y créanme que pensé que era la reacción a tanto amor por Fidel y su maestro Martí ese 28 de enero.
Gracias Darianna por permitirme presenciar tan excelente momento.
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# Ventura Carballido Pupo 15-02-2020 10:18
Excelente narrativa. Da mucha vida a una historia fabulosa. Como valor agregado voy a compartir un trabajo que escribí en ocasión del 90 cumpleaños de fidel. Gracias a la autora por permitirme. Gracias a ese valioso historiador que tiene un privilegio grande en sus manos.

ELOGIO DE UN COMANDANTE ETERNO: FIDEL
“La Revolución no se concreta a exponer ideas, sino a realizar ideas, la Revolución no es teoría, es sobre todo hechos. Y cuanto la Revolución se ha propuesto, lo ha logrado”. Fidel
Noventa años de gloria y de victoria, de grandes hazañas, sembrando amor por el planeta, al lado de los desvalidos de la tierra; cabalgando con su pueblo redentor.
Con sus nueve décadas y a lo largo de los años de la Revolución, ha impulsado y dirigido la lucha del pueblo por la consolidación del proceso de transformaciones, su avance hacia el Socialismo, por la unidad de las fuerzas progresistas, por los cambios económicos y sociales del país, el desarrollo de la educación, la salud, el deporte, la cultura y la ciencia, así como en el enfrentamiento a las agresiones externas y la conducción de una activa política exterior de principios.
Ese es nuestro Fidel, el de los pobres del mundo, el intrépido Comandante, del que muchos se preguntan ¿cómo ha podido demostrar tanto altruismo, exponiendo tantas veces su vida por otros?
El espacio resultaría ínfimo para poder relatar quién es Fidel: el hombre de la expedición de Cayo Confites, del Bogotazo, el que enfrentó a los sicarios de Batista y enardeció a la Universidad de La Habana por el camino revolucionario; el joven del Moncada, del exilio, del Granma, el de la Sierra Maestra; el de los momentos difíciles en las Coloradas y el del encuentro en Cinco Palmas con su hermano de sangre y de batalla y con los pocos combatientes que quedaron.
El guerrero de las grandes contiendas contra fuerzas superiores en hombres y armas; el líder al frente de la Columna Uno José Martí el que triunfalmente entró a La Habana un 8 de enero de 1959 luego de recorrer las principales ciudades de Cuba, mostrando auroras de libertad para la patria sumida tantos años en la ignominia y el atraso.
El Fidel que ha sido ejemplo como dirigente al frente de las difíciles batallas, el que estuvo a punto de perder la vida en el Río La Rioja cuando se dirigía a socorrer a los damnificados por los embates del Ciclón Flora en 1963. Ese es Fidel: el que con sesenta mil milicianos dirigiendo la Operación Jaula enfrentó las bandas contrarrevolucionarias alzadas contra los poderes del estado; el de la epopeya de Playa Girón encima de aquel tanque de guerra, dirigiendo el épico combate contra las fuerzas mercenarias. En fin es el Fidel a quien han tratado de borrar retrógrados pensamientos planificando más de seis centenas de atentados.
Ese es el Comandante Fidel Castro: el que lo ha dado todo, quien desafía su salud quebrantada y sigue con el fusil de ideas defendiendo a los humildes. No es el hombre de letras solamente; es el hombre de acción, el que ha hecho comprender a su pueblo y a las fuerzas revolucionarias del planeta el sentido de organización, el arte de enfrentar al enemigo y la necesidad de la preparación militar, política e ideológica como armas indispensables para la formación y el fortalecimiento de la conciencia.
Es el Fidel fidelísimo, el hombre de América, el que juzgado en solitario pronunció aquel discurso de autodefensa inmortalizado como La Historia me Absolverá; el que revivió aquella frase célebre de Villena cuando expresó "Hace falta una carga para matar bribones”; el que con desbordante emoción dio lectura a la histórica Carta de Despedida del Che escrita ante el llamado de las otras tierras del mundo reclamando el “concurso de sus modestos esfuerzos”; ese el Fidel , quien diera más tarde, con un manifiesto sufrimiento, la triste noticia de la muerte del Guerrillero Heroico.
El comandante Fidel fue quien ante la Organización de Naciones Unidas aquel 26 de septiembre de 1960, denunció frente a frente, al preponte Gobierno Norteamericano y a sus lacayos de América; quien despidió a los cubanos víctimas del crimen en el vuelo de Barbados; el que con una inteligencia, valentía y entereza manifiesta dio a conocer una proclama al pueblo de Cuba para hacer entrega de sus responsabilidades ante el imperativo impuesto por su estado de salud y confiar la dirección de la Revolución a otro de los paladines y compañero en todas las batallas: el Primer Vicepresidente Raúl Castro.
Ese es el Fidel de todos, el que sigue ayudando a la humanidad; el de la Cumbre de Río, el que ha librado una tenaz batalla a favor del medio ambiente, el amigo y hermano de Chávez. Ese es Fidel, quien en el 2005 llamó a cuidar la Revolución porque los propios revolucionarios podíamos autodestruirla, al que adoramos con intensidad; el Comandante glorioso, valiente, el inmortal, el imprescindible.
Sigue siendo aquel Comandante, el Primer Ministro del Gobierno después de 1959, que se hizo revolucionario en el fragor de la lucha en la universidad; el que luego se fue al Turquino con cuatrocientos médicos y veintiséis estomatólogos para entregarle simbólicamente sus títulos de graduados en reconocimiento a la primera promoción de profesionales de la Salud formada por la Revolución “de los humildes, por los humildes y para los humildes”.
Fidel, el carismático, agradable y servicial. Fidel es mucho Fidel. Ante el impacto de su personalidad la impresión que deja en cada uno es detectable; su huella es palpable porque: “Todos tenemos un Fidel particular a quien agradecer: el Fidel que nos educó en que siempre resta algo por decir; el Fidel que nos enseñó a no pedirle permiso a nadie para ser revolucionarios; el Fidel que nos inculcó que el derecho humano más legítimo, es el de soñar; el Fidel que se ha sabido ganar la admiración de todos, hasta de los que no están, porque la vida ha demostrado que a Cuba se le puede querer también desde la distancia. Y Cuba es Fidel”.1
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# Muy intersante e instructivo, cuantas cosas que desconocemos y son tan bellas 01-03-2020 07:58
IMuchas gracias por tener la oportunidad de acceder a estas valiosas informaciones a traves de ustedes
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