A veces las apariencias perjudican
- Por Hilda Pupo Salazar
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Muy asociada a la competencia establecida, por algunos, sobre la tenencia de bienes materiales está la de aparentar lo que no es.
Una frase dice: “No es vergüenza, para nadie, carecer de suficiente dinero, no tener ropa de marcas, ni celulares de última generación, sino hacerse pasar por adinerados, cuando se está muy lejos de eso.
Ya lo dice el viejo dicho: “Dime de qué presumes y te diré tus carencias”. ¿A quiénes tratamos de confundir? La realidad es el mejor remedio contra el falso contexto.
Imitar la opulencia es una forma de especulación, o sea, tratar de “venderles” a otros una vida no poseída. “Las apariencias engañan”.
Es hasta risible escuchar a esos “nuevos potentados”, porque el lenguaje les cambia y traen, al presente, palabras en desusos o costumbres de antes, en una sociedad diferente, tratando de copiar a la clase adinerada.
Por el contrario está la postura de tener riquezas y vanagloriarse con eso, como si todo tuviera precio. Es muy negativo poseer caudales y obrar con una petulancia increíble, como si fueran seres de otro planeta.
No lo podemos adquirir todo sobre la base de los “billetes”, si no pregúntenselo a Trump, el mandatario estadounidense, si pudo comprarle a Alemania la posible vacuna contra la Covid-19, solo para ellos en momentos en que el mundo requiere de solidaridad y ayudas mutuas no de egoísmos.
La necesidad de enseñar sus tesoros se le conoce como el mal Masica, referido al personaje del cuento El Camarón Encantado aparecido en la Edad de Oro. Dicha mujer, esposa del pescador Lopi, al obtener los lujosos collares y aretes le dijo al marido “de qué vale poseer riquezas y no poderlas mostrar”.
De esa manera tonta actúan algunos al , restregarles, a otros en el rostro, su buena vida y creer que todo lo pueden.
Reflexionemos con esta fábula: “Existía un burro que encontró una piel de león, se la puso y decidió meterle miedo a los demás. Cuando lo veían, todos salían despavoridos. Se le apareció a un granjero, este se asustó en un inicio y al recuperarse cogió la escopeta y lo mató”.
Como moraleja está: A veces las apariencias perjudican.