El hechizo de Holguín
- Por Yenny Torres
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El número pudiera remitir a la película épica que relata la Batalla de las Termópilas, menos para los holguineros. Decir 300 en esta tierra es una inyección de orgullo; por eso, con la misma tristeza de los fanáticos al deporte, ante la suspensión de los Juegos Olímpicos, asumimos la interrupción de la fiesta por la fundación del pueblo.
Saludos a través de la pantalla, etiquetas que recuerdan el suceso, trozos de historia, recuerdos, fotos de abuelos en los primeros parques, o de los niños de hoy en patines o bicicletas, da igual: es el devenir de nuestra gente y la red creada en torno a nuestro sitio. Hoy el encuentro se pacta en el espacio digital.
La idea de fomentar un pueblo en la costa norte de Bayamo se debe a Don Bartolomé Luis de Silva y Tamayo, conocido, en algunas bibliografías, como “fundador de Holguín”. Él logró interesar a los principales vecinos del Hato, otros colindantes y bayameses a impulsar el pueblecito.
Ese puede ser otro de los impulsos por los que se fortalece la afinidad entre granmenses y holguineros. Y motivo, además, para entender, cuando “la fama supera la frente”, que no fuimos los primeros, ni el ombligo de la región; pero esta vez celebramos más que el Hato, el Pueblo instaurado en 1720, que, sin dudas, nos hizo nuevamente “soplarnos las uñas”.
Holguín, antiguamente, significaba hechicero o embelesador, razón que responde a la oleada de “embelesados” con esta bella ciudad. Los nacidos fuera, pero formados en sus márgenes, otros provincianos, los nativos o incorporados, todos en la misma “lista de pretendientes”, todos asumiéndola nuestra. Quien llega suele quedarse, pues cual Habana, Holguín tiene ínfulas de capital en el oriente cubano.
Por eso no faltó la palma en el pecho cuando la Bucanero elevó su “grado”, al añadirle “300 años”, el ron Bariay lo asumió en pegatinas, o se hizo grafitis el logo en paredes, postes o centro laboral. La campaña ha llenado los espacios. Más de dos mil obras han buscado su esplendor.
Ya no es segmento de la sede del arte joven, la Cruz y Romerías, el burro Pancho, la cerveza, o el Humor… es la sumatoria de todos sus rincones, los ensueños, realidades; esfuerzos, resultados; entrega, alta pasión.
Mucho se habla de los holguineros y sus condiciones, fino al hablar, exquisito, emprendedor. Puro amor por la tierra. Nuestros héroes, tradiciones, edificios… adquieren el matiz de la singularidad, que sin chovinismo, ve la exquisitez en la pertenencia.
Atentos, llenos de aspiraciones, ganas de proezas; faustos de los logros… siempre en colas interminables hasta por el más caro producto, comercio en cada esquina, afán de superación. Así el habitante, con su sello, por materia de magia o hechizo reinventa la ilusión, pero sin alejarse de nuestro suelo.
El coronavirus no nos permite el jolgorio, la mejor manera de honrar este pueblo y su gente es #quedándonos en casa, con #higiene y precaución, para luego volver a la carga, y trabajar por este Holguín al que todos queremos.