Una flor con nombre de mujer
- Por Yenny Torres
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Aly, Lilian, Carmen, Caridad, o mejor Norma, como más se le conoció en la guerra. Su nombre era lo menos importante, aunque el que le pusieron sus padres, según las predicciones, destaca por lo alegre y abundante energía, personalidad segura, dispuesta a ayudar, incluso sin conocer a quien. Así aseguró la astrología y constató la historia; pero no fue el nombre, sino la mujer.
Un padre de ideas liberales avanzadas pudo ser un empujón, sostén, inspiración…no obstante, apuesto por lo innato, esa fuerza interior que dibuja los caminos e invoca a actuar.
Fue así como después del Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 se involucró con varias organizaciones de perfil insurreccional, paso que posteriormente la llevaría a servir de mensajera, asumir la misión de multiplicar y distribuir la “Historia me Absolverá”, organizar acciones de apoyo al desembarco del Granma, guiar junto a Frank la lucha en la clandestinidad y salvar la vida de muchos.
Fue la primera mujer que ocupara la posición de soldado combatiente en las filas del Ejército Rebelde, justo en el Combate del Uvero; y jugara un papel decisivo en la creación del batallón femenino Mariana Grajales; la que acompañara a varios periodistas a la Sierra para que entrevistaran a Fidel y dieran a conocer la verdad.
Una vez triunfada la Revolución se desempeñó como secretaria del Consejo de Estado, diputada al Parlamento, miembro del Comité Central del PCC y de la Dirección Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas. Junto a su padre y Gilma Madera subió el Turquino y develó el busto de Martí que mira a Cuba desde el punto más alto de la Isla.
Quizá uno de sus mayores aportes radica en su faena de recopilar, construir y conservar evidencia histórica. Su objetivo lo dejó claro en el informe escrito a Fidel el 13 de mayo de 1958, en la Sierra Maestra: “Hay muchos papeles sin importancia hoy pero que para un futuro y para la historia serán de gran valor. Mi interés en esto ha sido que cuando se escriba esta historia sea lo que realmente es y no dejen estos papeles escribir historietas, nada prueba más que los documentos, por lo que todo importa después”.
Se lo dio a conocer también a Camilo en una carta el 16 de marzo de 1959, cuando habla de recuperar y salvaguardar “hasta el último papelito”.
En esa preocupación por conservar la memoria de la lucha insurreccional, guardaba cada nota, carta, orden o resolución y reconstruía fidedignamente los combates, a partir de documentos, testimonios y fotografías de los acontecimientos. Se las ingenió para grabar y atesorar las evidencias contadas por sus propios protagonistas, tal es el caso de participantes del 30 de noviembre y la batalla de Guisa.
Su labor e iniciativa permitieron que el 4 de mayo de 1964 se fundara la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, donde se atesoran más de 159 mil fondos fotográficos en 28 colecciones y más de 56 mil fondos documentales. En grabaciones, más de 7 mil documentos (en casetes, cintas, videos) y 2 mil 537 transcripciones de esos relatos a máquina de escribir.
Instituciones como el Palacio de las Convenciones o el Parque Lenin conservan un poco de ella; ideas convertidas en proyectos, arte, poesía.
Esta amante de los animales, las plantas y las flores, que la muerte embistió un 11 de enero, hace 40 años, se fue con la certeza del legado. Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley se llamaba. El tercer nombre por haber nacido al día siguiente de la fiesta religiosa de Nuestra Señora de los Desamparados, o tal vez por su destino al lado de los más humildes; pero, después de tanto hacer, se ratifica, no fue el nombre, sino la mujer.