Oda al ¡últimooooo!

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Úuultimooooo!!!! Vibró desafiante en mis tímpanos aquella palabra conocida y tantas veces repetida. Ese día fue peculiar, fueron muchas las veces que la escuché, que perdí la cuenta. Creo que para los cubanos, esta palabrita es sinónimo de colas, y esas, a nadie les gusta.
 
Como son parte de nuestra cotidianidad, es difícil que se te escape una semana sin ser parte de ellas. Trámites, alimentos, transporte, escuelas, centros laborales, hospitales…casi ningún sector se libra de las colas, y por “ley de la cubanidad”, es casi obligado que aparezca reflejado en tu currículum vitae.

Pero bueno, de las colas se ha hablado bastante, y no es el objetivo de este trabajo, sino la expresión que te inicia a ser protagonista de esta larga aventura.

“¿Sabes cuál es la palabra que más me gusta?, me dice mi vecino cuentapropista, y ante mi curiosidad, me responde: úuuultimoo!!, porque es señal de que hay cola, estoy vendiendo y más ganancias para mis bolsillos”, sentenció al final del breve diálogo.

Pensé que las dependientas de las tiendas en divisa no deben decir lo mismo cuando rebajan algún producto, o las de los mercados, cuando traen “pollo por cerdo” o viceversa.

Pedir el último no es agradable para la mayoría, pero para otros, se convierte en sumas multiplicadas. Todo está en dependencia del lugar que te toque en la relación de amor cliente – dependiente/a –dueño/a del negocio. Cada uno le pone su significado.

Dicen que “el que ríe último, ríe mejor”, pues en el mundo de las colas, eso no es tan así. Pregúntele a Pepe, que por ser el último en la fila, se quedó sin plátano, calabaza, boniato…y en vez de reír, se fue con un emoticono de tristeza en el rostro y con el sueño frustrado de preparar un delicioso ajiaco.

Y qué decir en el deporte. En el atletismo llegar de último no es una opción viable, y quedar en el último lugar de un campeonato de béisbol, fútbol, voleibol u otra competición, no es buen resultado, pero al final, a la mayoría de los atletas les gusta pensar que ganaron en experiencia y se les reconoce la participación.

En los sentimientos y actitudes, los ejemplos se sobran. “Esta es la última vez que bebo”, palabras resacadas de un amigo. “Es la última oportunidad que le doy”, dice la prima cuarentona cada vez que le perdona un desliz al marido. “Es la última vez que lo hago”, afirma el pequeño Tito cuando su mamá lo regaña por sus travesuras. En fin, disímiles situaciones que, por suerte o infortunio, no terminan por ser las últimas.

Pero ser el último no siempre es tan malo. Hay facetas de la vida en que ocupar ese lugar trae consigo placer, diversión, gratificaciones. Bien lo saben, los tantos “últimos hijos”, que según dicen las “cigüeñas”, es un beneficio, al ser los “chiquitos” de la familia y por ende, los más mimados.

También se habla del último amor, ese que aún está contigo, en las buenas y malas, a pesar de la convivencia, salario, construcción, trabajo, comida…No importa cómo se manifieste, es amor al fin y, aunque lo dudes a veces, quieres que esté junto a ti hasta el último día de tu vida.

Ahora es el turno de momentos emocionantes: qué estudiante no ha esperado ansioso el último día de clases, o se entristece el último día de las vacaciones; quién no ha planificado con meses de antelación el último día del año, porque la familia y los amigos invitan a esperar el Primero; quién no recuerda el último cumpleaños o no ha visto caras de asombro ante la última tecnología que salió al mercado.

Quién no ha escuchado en tiempos de Ecuador, Rusia o Guyana que esta o aquella ropa es el “último grito de la moda”, y te convencen de comprarla porque es “de marca”, y te sacan hasta el último peso.

En el béisbol, nuestro deporte nacional, hay que reconocer esos juegos que guardan las emociones para el último inning, donde el corazón palpita junto a cada jugador y te crees más especialista que los periodistas deportivos. En la cultura, nos encanta escuchar las buenas nuevas de que nuestro músico favorito lanzó su último disco, disfrutar la última película de taquilla, o la última obra de Kcho o Cosme Proenza.

En definitiva, sea cual sea su último preferido, disfrútelo, hay para escoger y no tiene que hacer cola. Ya lo dicen por ahí, viva cada día como si fuera el último.
María Caridad Martínez Peregrín
Author: María Caridad Martínez Peregrín
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Licenciada en Periodismo y futura Máster en Historia y Cultura. Me gusta el deporte y la cultura, pero escribo más sobre industrias, alimentos y el comercio. Además de periodista, aveces me transformo en gastronómica y actriz adolescente.

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Comentarios  

# Ramona garrido Cervantes 01-02-2018 16:35
Felicidades Maria Caridad.Bonito e interesante articulo.
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