Es-Fumarse
- Por Rosana Rivero Ricardo
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Ella ha fumado toda la vida. A sus 42 años y a razón de un cigarrillo por día, puede decir que ha consumido un total de 15 330. Aunque pudieran ser el doble o el triple. Leyó que cada caja de cigarros fumada le cuesta un día de vida. Según sus cálculos, ya debe tener unos 15 calendarios menos.
En materia de cigarros no tiene fronteras. Los ha fumado de todo tipo: suaves, con filtros y sin filtro, mentoladas y sin “mentolar”, de moneda nacional y de divisa…
En este tiempo ha fumado en todo tipo de lugares: abiertos o cerrados, en las guaguas, la oficina, bares, cafeterías, en la casa… Ha aspirado serenamente el humo nicotínico, incluso en aquellos espacios en que por leyes, acuerdos o resoluciones está prohibido, como en instituciones de salud y educación, teatros, cines, bibliotecas, instalaciones deportivas…
Total, una buena parte de los fumadores hace caso omiso a la señalización de “Prohibido fumar”. Si se les dice algo es posible hasta que se molesten. Casi nadie se mete con ellos. Así que ella sigue haciendo lo mismo. Se suma a la atmósfera tabáquica del 24 % de la población cubana que es adicta a la nicotina. Le alarmó encontrar esa cifra que coloca al archipiélago por encima de los índices de consumo de tabaco en muchos países de Latinoamérica y hasta del mundo.

A ella le parece genial la advertencia de las autoridades sanitarias de que “Fumar daña su salud”, en cada caja de cigarros. Lo sabe y lo ratifican las estadísticas que lee de vez en cuando y le asustan. Tal vez, en el futuro, sea ella una de las seis millones de personas que anualmente mata el tabaco.
No es simplemente un eslogan. Ahí están las cifras de enfermedades crónicas de las vías respiratorias o cáncer, agravadas por el efecto contaminador del cigarro. Lo vivió además en carne propia, con la despedida al abuelo que se fue añorando una última bocanada de aire limpio, pero que dejó escondidas las colillas de cigarro por la casa.
No obstante, el vicio no la deja parar y ella continúa fumando tranquilamente. Y quiere entender por qué la gente sigue prefiriendo el peligro, la aventura de quemar salud y dinero. No puede. Debe ser porque el tabaco le está matando las neuronas, o como dicen los médicos, que impide que estas se regeneren en el hipocampo cerebral.
O porque los vicios muchas veces no tienen solución y las personas se refugian en el “una vez al año no hace daño” y después puedo dejarlo… O creen en el cigarro como antídoto para el estrés, aunque la nicotina no tenga ningún efecto tranquilizante.
Intenta entender, porque sabe que el tabaquismo es la primera causa de muerte prevenible en el país. Intenta entender, porque ella, en sus 42 años, no se ha llevado un cigarro a la boca. Otra cosa se advierte en la placa de sus pulmones que incluye esa extraña nube, como el humo de los cigarros que ha fumado pasivamente toda su vida.
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Total, una buena parte de los fumadores hace caso omiso a la señalización de “Prohibido fumar”. Si se les dice algo es posible hasta que se molesten. Casi nadie se mete con ellos. Así que ella sigue haciendo lo mismo. Se suma a la atmósfera tabáquica del 24 % de la población cubana que es adicta a la nicotina. Le alarmó encontrar esa cifra que coloca al archipiélago por encima de los índices de consumo de tabaco en muchos países de Latinoamérica y hasta del mundo.'' Es una batalla dura, fuerte el vicio puede mas que otra cosa. GRACIAS Rosana Rivero Ricardo, siempre con temas neuráligicos.