La unidad es participación
- Por Rodobaldo Martínez Pérez
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La unidad ideológica y de ideas de la Revolución tiene su sustento en la participación decisiva del pueblo, en todo lo que se haga en este 2025.
Quitarle al pensamiento revolucionario su unidad, corresponde para Martí, que se perdiesen, voluntariamente, su poder y su fuerza, por eso está por encima de todas diferencias.
Ante los actuales y futuros retos la unidad es nuestra principal arma estratégica, superior a todas las causas y hay que defenderla, así como construirla constantemente, sin el menor descuido.
Ya lo dijo Raúl en el acto en Santiago de Cuba, en el Aniversario 65 de la Revolución: “Y mientras mayores sean las dificultades y los peligros, más exigencia, disciplina y unidad se requieren. No una unidad alcanzada a cualquier precio, sino la basada en los principios que tan certeramente definió Fidel en su reflexión del 22 de enero de 2008, y cito: "Unidad significa compartir el combate, los riesgos, los sacrificios, los objetivos, ideas, conceptos y estrategias, a los que se llega mediante debates y análisis. Unidad significa la lucha común contra anexionistas, vendepatrias y corruptos que no tienen nada que ver con un militante revolucionario".
Y agrega otra idea esencial: "Debemos evitar que, en el enorme mar de criterios tácticos, se diluyan las líneas estratégicas e imaginemos situaciones inexistentes”.
Martí y Fidel lucharon siempre por la unidad, en todos los momentos de la historia nacional, como único pilar para garantizar y conservar la victoria y más ahora cuando los retos son inmensos debe de saber defenderse, para que podamos concentrar todos nuestros esfuerzos contra quienes impiden nuestro avance y ejemplo de dialéctica según el momento actual, como fieles al Concepto de Revolución del Comandante en Jefe.
Hay que fortalecer la unidad, como enseña Fidel, desde una construcción, un proceso y, como todo fenómeno social, es dialéctico desde lo objetivo, independientemente de la realidad subjetiva según multiplicidad de factores de lo cambiante, desde los internos y externos, con la diversidad de nuestra sociedad, a sabiendas de que no puede ser absoluta en todo, pero sí a la necesidad de adaptarse a trabajar con lo que hay, con lo que sí tenemos.
Fidel, al definir qué es la Revolución, afirma: “La Revolución es un gran tronco que tiene sus raíces. Esas raíces, partiendo de diferentes puntos, se unieron en un tronco; el tronco empieza a crecer. Las raíces tienen importancia, pero lo que crece es el tronco de un gran árbol, de un árbol muy alto, cuyas raíces vinieron y se juntaron en el tronco. El tronco es todo lo que hemos hecho juntos ya, desde que nos juntamos; el tronco que crece es todo lo que nos falta por hacer y seguiremos haciendo juntos...”
La Revolución es el mayor hecho cultural, emancipador y desde el primer momento puso la enseñanza y el aprendizaje en el centro de todos sus procesos vitales y hoy exige ciencia e innovación que solo se adquieren con estudios para aplicarlos, de lo contrario se queda en enunciados.
Una comprensión más compleja de los procesos es clave para asumirlos y construir desde una perspectiva más integral y transformadora.
Ese poder y fuerza requiere potenciarlo al máximo en la unidad de participación popular para el diálogo como posibilidad para plantear, visibilizar y debatir temas de total actualidad que tanto preocupan en esos que están chocando más con la población y con lo imprescindible para el avance de la nación.
La unidad de pensamiento es condición indispensable en todo lo que hagamos y lo primero que hay que pensar es “cómo va a participar el pueblo: la unidad la da la participación”, como recientemente afirma Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República.
Afirma que: “En lo que no tengamos previsto cómo el pueblo va a participar, se queda en las estructuras o en la superestructura", e insiste en lo imprescindible de “buscar una proyección hacia la participación, porque en ese compromiso y en esa participación está una base importante de la unidad”.
Y para lograr ese propósito, reiteró, “hay que trabajar duro, hay que exigir mucho, hay que analizar mucho; hay cosas que no se pueden dejar acumular, hay que trabajar por proyectos, por programas, con integralidad; hay que ordenar las cosas que dan más impacto”.
La vida demuestra –dijo Díaz-Canel– que “sí se puede lograr, lo que hay es que trabajar con unidad”.