Disciplina

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indisciplina socialCaricatura: Osval

La disciplina comienza desde la cuna, que es igual a decir, desde la casa; sin embargo, en los últimos tiempos, tal parece que a muchos padres y familias se les ha olvidado inculcarla o llevarla a vía de hecho desde edades tempranas.

Pero, a la vez, también a la escuela, la comunidad y a la sociedad en general les corresponde su cuota de responsabilidad en hacer valer la disciplina, por métodos educativos, aunque también a través de los coercitivos, según determinados comportamientos irreverentes, para evitar el desorden, la desobediencia ante normas y leyes; la anarquía y actitudes que impliquen un caos.

Nada, ni los momentos difíciles que hoy afrontamos en el día a día, por diversos motivos y circunstancias, justifican las indisciplinas, desordenes, la falta de sistematicidad en hacer que se cumpla con lo normado por ley hasta el canibalismo que algunos pretenden imponer en la cotidianidad, como si viviéramos en la jungla o en un potrero, donde cada cual hace lo que más le venga en ganas.

Hay muchos casos por citar, pero con unos pocos "botones" como muestra, queremos llamar a la reflexión a desobedientes de las más elementales normas de convivencia en sociedad, aunque más a los que les compete y tienen el deber de velar y enfrentar hechos y conductas muy lamentables, que van contra la tranquilidad ciudadana y el bienestar general.

Esta semana nos alertaba un holguinero sobre cómo, con toda la impunidad del mundo, malhechores privan de algunas de las cercas de la jardinería del parque infantil Rubén Bravo. Y yo pregunto: ¿ninguno de los responsables de velar por ese lugar público se ha percatado de tal barbaridad o nadie de la población ha visto y retado a esos delincuentes?

Cuántas veces se ha denunciado el cobro excesivo del agua potable en los puntos de venta; sin embargo, sigue subiendo el precio, incluso en lugares cuyo líquido lo llevan los carros pipa de la Empresa de Acueducto y de organismos vinculados a esta entidad. Y no pasa nada.

Pero si este suceso no duele a algunos, entonces citemos otro que sí marca, perjudica a unos cuantos, porque ya una cantidad grande de holguineros cobra su salario o jubilación través de tarjeta magnética y ante los desperfectos de cajeros y la falta de dinero en ellos, es difícil contar con efectivo contante y sonante en bolsillo.

Entonces son miles los que, queriendo hacer uso de las pasarelas de pago, reciben la negativa de una gran mayoría de Mipymes, trabajadores por cuenta propia, otros de los nuevos actores económicos y hasta de entidades estatales, con el deber de servir y las excepciones que la utilizan lo hacen con múltiples trabas o requisitos.

Es una indisciplina que digan desde solo es hasta 5 mil pesos, limiten horarios para hacer uso de ese derecho y aleguen la concebida justificación de "hoy ya cogimos todo lo posible", que atiendan únicamente por Enzona hasta que se excusen con el “aquí no se puede, porque el Banco o Etecsa no han terminado los papeles”.

Tampoco hay disciplina entre cocheros que violan tarifa de precios y vociferan: 100 pesos hasta Pueblo Nuevo desde la parada cercana al policlínico Máximo Gómez; el del ómnibus arrendado, cuyo objeto social es el transporte urbano en una ruta determinada y se vaya a un viaje a la playa; los que en cualquier lugar de la ciudad arman su timbiriche para revender los más disímiles productos, sin permiso alguno; los que no respetan el listado de precio oficial o los campesinos incumplidores de sus convenios con la Industria Láctea y por detrás le venden la leche a los que después pasan por las calles pregonando un producto de dudosa calidad por un bautismo de agua sin misericordia, a más de 100 pesos el litro.

Sin dudas, una de las acciones que más duele e irritan es el expendio de medicamentos, materiales gastables y otros recursos médicos tanto en las calles, como en sitios muy conocidos, en los cuales no falta de nada, entre ellos renglones no pocas veces de producción nacional.

Esto sí que mortifica y cala hondo, porque son muchas las personas precisadas a comprar a altos precios elementales fármacos o pagar por servicios, como los estomatológicos.

La relación de hechos y comportamientos negativos que nos afectan sería interminable; sin embargo, no podemos en medio de las vicisitudes afrontadas dejar que la indisciplina y la indiferencia ante lo mal hecho sigan ganando terreno. Llamémonos al análisis de conciencia, pero también a poner orden de manera decisiva y ejemplarizante.


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