El impostergable perdón

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“El ataque que no vino de la nada”, en esos términos incómodos se pronunció el secretario general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Antonio Guterres, al referirse a la ofensiva del grupo palestino Hamás el 7 de octubre último, al sur de Israel.

Día triste ese sábado y las fechas sucesivas para el pueblo hebreo, sin dudas, luego de incontables jornadas igual de trágicas que sus vecinos árabes han padecido por décadas, en lugares donde la paz lleva bastante desaparecida, contrario a lo que se nos pretende hacer creer desde capitales de naciones desarrolladas, manipulando la palabra defensa.

Se quiso honrar a los sufridos en guetos y campos de exterminio de Europa, a las víctimas del Holocausto –que se produjo y hay testimonios y pruebas de ello–, restringiendo al territorio de desiertos y mezquitas, e imponiendo la ley del más fuerte y elegidos preceptos, que prevalecen hasta hoy, propagados por medios de comunicación o enfoques, como si fuera fácil conservar la paz y dialogar a punta de pistola.

La degenerada postura de los que solo atizan el conflicto, y suelen justificar el comportamiento de la halconería sionista, rearma ofuscaciones y atrevimientos, visibles en expropiaciones, invasiones de terrenos, encarcelamiento de infantes, dominación económica y cultural, y rapacería continua de soberanía.

Reconcentrado por largo tiempo en campos de refugiados, desplazándose sin rumbo fijo y dejando atrás hogares, pertenencias, difuntos y pasados, el pueblo de Palestina ha vivido el terror como pocos del mundo, a causa de un plan de asentamiento mal concebido después de la Segunda Guerra Mundial, el cual debió proclamar, como objetivo fundamental, el surgimiento de dos estados, en armonía ancestral, tolerancia e igualdad de derechos.

Nadie cuestiona el terror de familias israelíes en refugios, a la escucha de sirenas y escudadas por el costoso Domo de Hierro –sistema de defensa aérea contra los misiles casi rústicos de las milicias palestinas–, a la espera de noticias de rehenes queridos o paisanos.

Pero qué duro es quedar atrapado bajo escombros en la hacinada Franja de Gaza, ver a hijos e hijas menores de edad (civiles para más señas) fallecidos o mutilados, y estar desprovisto de servicios básicos, agonizando por dentro y fuera, a la expectativa del arribo de una caravana humanitaria o una incursión terrestre enemiga, tras los bombardeos que ordena el carnicero Netanyahu, presionado por su desmoronamiento político interno y quizás el fallo de seguridad más evidente del, hasta inicios de este mes, infalible Mossad (agencia de inteligencia de Israel) y las fuerzas bélicas mejor pertrechadas de esa parte del globo.

Como en el caso ruso-ucraniano, también marcado por la saña y el papel de verdugo de Occidente, nuestro país, que nos ha mostrado todas las lecturas e interpretaciones a jóvenes y no tan jóvenes, aclarándonos cada hecho o circunstancia, aboga por la paz y la solución del diferendo, rescatándose el apretón de manos entre el pañuelo palestino y el gorro judío, los rezos en comunidad en Jerusalén y el tan postergado surgimiento de dos terruños, que ha de traer la estabilidad regional, atropellada también en Siria, Iraq, Líbano o Yemen.

¿Cuánto más ha de ocurrir para que las víctimas crezcan por millares? ¿Cuántas horas seguiremos al tanto de colapsos de capacidades hospitalarias, desabastecimiento de combustible, disminución de alimentos y agua potable, movilización de reservistas y expresiones políticas desafortunadas? ¿Se les dará oportunidad al perdón, la rama de olivo y el retiro de tanques?

Pretérito y presente siempre se han caracterizado en esa zona de Oriente Medio por un pensamiento de ojo por ojo y…, con las de perder regularmente para los de la patria de Arafat, a quienes les arrebataron y arrebatan territorios, obviando normas elementales de convivencia, e interpretaciones religiosas o históricas. Ojalá el diálogo de civilizaciones impere, trayendo concordia con gestos y hechos, traducidos en coincidencias definitivas.

Nelson Rodríguez Roque
Author: Nelson Rodríguez Roque
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Licenciado en Estudios Socioculturales Periodista Deportivo y de temas Históricos y Políticos

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