De improvisación, chapucerías y desorden
- Por Carlos Velázquez Álvarez / Estudiante de Periodismo
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¿Qué tienen en común la Torre Eiffel, la Estatua de la Libertad y la casa de Alberto? ¡Que todas fueron construidas en un tiempo récord! Pero mientras que las dos primeras han resistido el paso del tiempo y se mantienen como íconos de la ingeniería y la arquitectura, la última dejó mucho que desear, a pesar de su hermosura inicial.
A los pocos meses, empezó a mostrar desperfectos por todas partes. El color de las paredes se desvanecía a una velocidad que el más pintoresco de los atardeceres no podría igualar. La humedad se colaba por las rendijas y las manchas de moho aparecieron en los rincones más insospechados. Incluso el suelo parecía estar en constante movimiento, como si hubiera sido construido sobre una falla geológica.

Lamentablemente, la chapucería, que trasciende el ámbito de la construcción, se ha convertido en una práctica cotidiana en el trabajo de muchos. Es válido preguntarse entonces si los responsables están comprometidos y conscientes de su papel en la sociedad, porque no identificarse con el objeto social de una empresa que produce bienes y servicios alcanza, en ocasiones, niveles alarmantes.
La indiferencia, la burocracia, la improvisación, la falta de control, las incompetencias profesionales y el quedarse de brazos cruzados ante lo mal hecho son realidades que impiden avanzar en la construcción de un modelo económico social más sustentable y sostenible, pese al llamado constante y reiterado de la dirección del país por desterrar estos males.
“No me cansaré de insistir en el deber de pensar como país, de espantar el egoísmo, la vanidad, la desidia, la chapucería, el “no se puede”. ” @DiazCanelB
— Presidencia Cuba 🇨🇺 (@PresidenciaCuba) July 26, 2019
La problemática no es exclusiva de una localidad o provincia y resulta escenario cotidiano también en el resto del país. Según un artículo publicado en Cubadebate el 17 de mayo de 2023, la ciudadela Las Margaritas, del municipio Diez de Octubre, en La Habana, fue fundada antes del triunfo de la Revolución y, todavía, casi todas las viviendas se están construyendo.
Esto se debe a que han primado la desorganización, las malas decisiones, la falta de comunicación y de un proyecto bien definido, además del cambio constante de brigadas constructivas. Así, esas labores con baja calidad malgastan recursos y esfuerzos.

En este sentido, incumplir los planes de producción por ineficiencias que no escapan a nuestro control también se asocia a la inexistencia de un cambio de mentalidad. Otro problema palpable es el desvío de recursos y el enriquecimiento ilícito: existe una minoría que se apropia o acapara lo destinado a la población, para su venta en el mercado negro.
Por eso, se necesita una mayor implicación de los inspectores y el personal responsable de velar por que se cumpla la ley. Hace falta una cirugía profunda y no más maquillaje, debemos dejar de pintar la realidad de un color rosa, pues como dice un viejo refrán: “las apariencias engañan”. Detrás se esconden la falta de ética y moralidad, el egoísmo, así como el afán de quedar bien y salir del paso, aunque parezca que todo marcha viento en popa en una entidad.
No se debe añadir a la ecuación la variable del bloqueo, como una especie de excusa para no hacer lo que nos corresponde, máxime si estamos llamados a resistir con creatividad, desde la innovación tecnológica y científico-técnica. Si aportamos nuestro granito de arena y, más allá del eslogan, le ponemos a la Patria manos y corazón, nadie sufrirá las consecuencias de una chapucería, como le pasó a Alberto con su casa que fue construida en un tiempo récord, pero con desorganización, falta de control y brazos cruzados ante lo mal hecho.
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