¿Estamos realmente preparados para la temporada ciclónica?
- Por Arnaldo Vargas Castro
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Aunque el Instituto de meteorología pronostica una temporada ciclónica, que oscila entre lo normal y poco activa en nuestra área geográfica, la experiencia de los cubanos aconseja estar preparados y alertas para evitar sorpresas, porque se estima que, de los 11 ciclones tropicales, siete pueden formarse en el océano Atlántico, dos en el Mar Caribe y dos en el Golfo de México, teniendo en cuenta, además, que cinco de esos eventos podrían convertirse en peligrosos huracanes.
Como es mejor precaver que tener que lamentar, para enfrentar la temporada ciclónica (1ro. de junio al 30 de noviembre) se impone el cumplimiento inmediato y efectivo de las medidas de reducción de riesgos y vulnerabilidades orientadas por el Sistema Nacional de Defensa Civil, con la activa participación de organismos, organizaciones, instituciones y la población.
Como elementos más frescos a tener en cuenta, para percatarse de que, no basta con estar informados si no se adoptan las acciones que deben preceder a cada una de esas jornadas, basta recordar los cuantiosos daños que dejó a su paso, a finales de septiembre del pasado año, el huracán Ian, categoría cuatro, en el centro y occidente de Cuba (tres muertos, así como afectaciones en el tabaco, la agricultura, miles de casas derrumbadas y un corte energético completo en todo el país). Evento que, también provocó numerosos perjuicios en el sureste de Estados Unidos.
Para disminuir riesgos y vulnerabilidades hay que trabajar de manera sistemática en la limpieza de los sistemas de drenaje, incluyendo los caminos que acceden a zonas rurales, así como el cauce de los arroyos y cañadas, donde abundan desechos de todo tipo que, muchas veces se amontonan en puentes y alcantarillas, provocando roturas de dichas instalaciones.
Por otra parte, hay que prestar mucha atención a la protección de personas que viven cerca de los embalse y aguas abajo de ríos, porque no siempre se da el mantenimiento requerido a los canales y, como ocurrió recientemente en Cacocum, parte de las paredes pueden ceder ante el empuje de las aguas, provocando significativas inundaciones y los daños correspondientes.
También viven bajo riesgo las personas que construyeron sus viviendas en espacios por donde deben fluir las aguas de los arroyos, como el Jigüe el cual, además de la disminución considerable de su cauce, son significativas las cantidades de desechos sólidos de todo tipo, que lo contaminan y le restan espacio también.
La poda de árboles debe ser sistemática y cumpliendo las normas establecidas, porque los maratones les ocasionan perjuicios a esas plantas que, muchas veces compiten con las líneas eléctricas y hay que lograr la necesaria armonía en el lugar que comparten.
Los planes de disminución de riesgos y vulnerabilidades incluyen las acciones tempranas para proteger los animales, las producciones agropecuarias y frutales, con la activa y responsable actuación de todos los factores de las comunidades, porque solo de forma multidisciplinaria y multisectorial se pueden disminuir los desastres y sobre todo, proteger la vida.
Experiencias suficientes hay para prevenir males mayores, con la particularidad de que, no basta con estar bien informados, porque la eliminación de riesgos y vulnerabilidades debe ser tarea cotidiana y eso ha quedado demostrado en el enfrentamiento a huracanes de diferentes categorías.
En esta temporada ciclónica, que comenzó el 1ro de junio y se prolongará hasta el 30 de noviembre, ya se han formado cuatro tormentas tropicales, después de llover copiosamente, tras una prolongada sequía, que ocasionaron significativos daños.
Por otra parte, comenzó el verano, cuyas temperaturas se pronostican muy elevadas, más que las registradas durante la primera mitad del año y eso también es un problema para la salud humana puesto que, no todas las personas evitan el contacto directo e innecesario con los rayos solares, que pueden provocar enfermedades epidérmicas.
Todo cuanto se haga para preservar a los seres vivos, el medio ambiente y la economía, resulta impostergable, pero nada debe dejarse para después, de ahí que, como cada año, desde 1986, se desarrolló el ejercicio de la Defensa Civil, Meteoro, para puntualizar las acciones populares y especializadas ante situaciones de desastre porque, “En prever está todo el arte de salvar”.
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