Lidys Alonso: la mirada azul que nos da esperanza

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stories 2020 Mayo doctoraLidismary Alonso Almaguer. Foto: Cortesía de la entrevistada
 
No había pasado un año desde que Lidismary Alonso Almaguer se graduó de Medicina, cuando le preguntaron si estaba dispuesta a trabajar en un centro de aislamiento, donde cuidaría a las personas que estuvieron en contacto directo con enfermos de la COVID-19.Y ella, a sus 25 años, dijo que sí.
 
Chat de WhatsApp.

Clau: ¿Quieres contarnos esa experiencia?

Lidys:¡Sí, claro! Desde que vi las primeras noticias sobre el nuevo coronavirus en China, me alarmé y preocupé bastante, pues a pesar de que en ese momento solo estaba allí, vi que era muy contagioso y, por supuesto, no respetaría fronteras.

Le dije a mi madre con estas palabras: te doy máximo dos meses para tenerlo aquí, en Cuba. Y no estuve tan lejos de la realidad, desafortunadamente.

Clau:¿Imaginaste que tendrías que trabajar con pacientes sospechosos?

Lidys:¡¡¡Para nadaaaaaa!!! Pero en cuanto pidieron mi disposición, di el paso al frente sin pensarlo dos veces; a fin de cuentas, esa es la razón de ser de los médicos.

Recuerdo que el 9 de abril, en la tarde, recibí la llamada del municipio.En ese momento me pasaron miles de cosas por la mente, pero dije “cuenten conmigo”. Al día siguiente debía incorporarme, y luego de colgar, los nervios hicieron de las suyas ja ja ja…

Clau: ¿En casa, cómo se tomaron la noticia?

Lidys: Imagínate, en mi familia preocupados y más nerviosos que yo, pero entendían que debía cumplir con mi deber, y apoyaron mi decisión.
 
¿Cuánto tiempo…?

Lidys:Desde el segundo día de establecido, hasta el día que lo cerraron porque, afortunadamente, ya no había pacientes. Más o menos, un mes.

Clau:¡Cuéntame cómo era tu día!

Lidys: Trabajaba 24 horas, y descansaba 48, junto a otras doctoras, enfermeras y la psicóloga.

El transporte nos recogía en la casa. Antes de subir, nos poníamos los medios de protección: un pijama, una bata verde, las botas, gorro, nasobuco, guantes, gafas protectoras.

Lo primero que hacíamos era el cambio de nasobuco de los pacientes, medirles la temperatura, preguntar cómo se sentían, si tenían algún síntoma… y escribíamos en las historias. Este proceder se hacía cada 6 horas, en busca de cualquier cambio.

No nos perdíamos la conferencia del excelentísimo Dr. Durán. Además, ayudábamos a repartir las meriendas y las comidas. Por cierto, encantada con la alimentación. La elaboración, maravillosa.

Más o menos a la 1:00 am,al fin íbamos a la cama. A las 6:00 am, de pie otra vez, para ver a los pacientes.Ya a las 8:00 am hacíamos la entrega de guardia y la guagua nos llevaba para casita.

Clau: Imagino el protocolo de seguridad al llegar...

Bueno, mi mamá me esperaba en el portal con un cubo, en el cual echaba todo, desde los zapatos hasta la mochila. Sin tocar nada, entraba a la casa y directo a la ducha.Todo se lavaba con agua caliente, se secaba al sol y se planchaba. Y el teléfono, que lo traemos constantemente en las manos, lo desinfectaba con alcohol. Luego de todo ese trabajo, al fiiiiiinnnnn me esperaba mi camita para dormir la posguardia.

Clau: ¿Miedo?

Lidys: Mucho miedo, sobre todo por mi familia. Por primera vez en la vida terminaba mi jornada laboral y no quería regresar a casa.

El riesgo era grande, por eso siempre extremé las medidas de protección, pues estaba en juego mi salud, la de ellos y la de toda persona con la cual tuviera contacto.

Al final, terminamos acostumbrándonos a vivir con ese miedo y manteniendo la higiene, salimos ilesos.

Clau: ¿Y los pacientes? ¿Cómo se portaron?

Lidys:Eran los contactos de los positivos de Gibara.Vi jóvenes cambiando teléfonos y tablets por libros. Familias conversando, ayudándose…

Como es lógico, había unas más nerviosas e impacientes que otras. Siempre intentamos darles el mejor trato posible y explicarles todo con detalles, para que entendieran la importancia de su aislamiento.

Hubo una a la cual le tengo un aprecio especial, los Bonilla, y a su princesa hermosa, Brenda, de 5 meses. Esa nena se robó mi corazón. ¡Qué difícil fue no poder cargarla, no poder darle un abrazo a ella y su familia!

Clau: ¡Tarea tremenda en tu primer año de quehacer profesional!

Lidys: Sí, esta experiencia me hizo más fuerte. Aprendí a dar el paso al frente cuantas veces sea necesario, a apreciar más el tiempo que paso con mi familia...

Me llevo amistades que valen oro: “mi comadre” Rubí, a quien conocí allí en el centro y fue mi compañera de guardia; el Dr. Karel, director de nuestro centro, que siempre veló por el bienestar de los pacientes y de sus médicos; el chofer de la guagua, que nos recibía con una sonrisa y una mirada noble; los profesores de dicha escuela, que dejaron a un lado las tizas y los borradores, para ayudar en esta batalla…

Clau: ¿Nos dices tu secreto para enfrentar con éxito una situación tan compleja?

Lidys: Con la actitud más alegre, responsable y optimista posible. A mal tiempo, buena cara. En momentos duros como este necesitamos una sonrisa y una mirada cálida que transmitan esperanza.

Clau:¡¿Por eso el baile del chiringuito?!

Lidys: El chiringuito challenge jajajaja… ¡qué manera de divertirnos! Lo vi en un estado de WhatsApp de un amigo. En varios países estaban haciendo este challenge y me sumé al reto, en un tiempito libre. Hay que liberar un poco el estrés jajaja.

Clau:Bueno, para los que se quedaron curiosos, ¡aquí tienen tu video!

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