La fiesta de Mariannis
- Por Reynaldo Zaldívar
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Fotos: Del autor
La familia Oro Leyva trasladó el televisor para el consultorio del poblado. Las demás cosas las pusieron sobre el cielo raso de la casa con la esperanza de que el agua las perdonara. El día 28 de octubre, junto a otras personas de Limoncito, poblado del municipio Cacocum que limita con el río Cauto, se trasladaron hasta el complejo educacional José Martí, de la ciudad de Holguín, para ser evacuadas.

La niña Mariannis cumplió 15 años en medio de los ajetreos de la residencia de evacuación sin que nadie más que la familia y unos pocos allegados compartiera el gozo. “Lloré mucho. Pensé que no tendría mi fiesta”, me confesó Mariannis. Todo cubano sabe lo que significa una fiesta de quince, no solo para la cumpleañera, sino para toda la familia. Se anhela y planifica por años pues es el momento elegido tradicionalmente para simbolizar su transición de la niñez a la adultez.
Los gastos en alimentación, fotografía, decoraciones, bebidas y ropa (por mencionar solo algunos) ascienden en costo a un ritmo abrumador. Por lo que se necesita mucho tiempo para planificarse. En el campo se acostumbra hacer grandes cosechas y criar animales que se usarán para amortiguar los gastos o para servir de alimentos en la fiesta. Pero Melissa, el huracán, que tuvo fiesta de 15 años, vino al territorio con la rabia de todo un siglo. El río creció tanto como no lo había hecho después del huracán Flora, que azotó las provincias orientales en el año 1963. Se llenaron de agua los potreros, cubrió los sembrados y los árboles, las casas parecían restos olvidados de un naufragio. Muchas familias quedaron sin lugar al que retornar y sus pertenencias, despojadas de identidad, navegaron hacia lo profundo del paisaje.
“Anoche, cuando llegamos al comedor, mi mamá me dijo “te van a celebrar los quince mañana”. Yo me quedé en shock, no podía creerlo. Me dijo que me tenían la ropa, la tiara, que me iban a arreglar el pelo, que tenían todo listo. No te sé explicar cómo me sentí. Yo creía que ya no tendría fiesta de cumpleaños”, comentó la joven con una mezcla de lentitud de júbilo y ritmo sollozante.
Abelardo, el profesor de matemáticas del centro, refirió a las muchachas de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) que una de las niñas evacuadas había cumplido años sin que se pudiera festejar. Estas se dieron a la tarea de buscar soluciones. “Pusimos la convocatoria en nuestros grupos y comenzaron a llegar personas y proyectos ofreciendo sus servicios. ¡Nuevamente el corazón solidario de los cubanos!”, comentó Rosilema Rodríguez Sánchez, diputada a la Asamblea del Poder Popular y secretaria General de la FMC en el municipio Holguín.
Había globos, flores, cintas y muchos colores de fiesta. Los niños corrían de un sitio a otro y podía verse, en los ojos briosos de los más jóvenes, el espíritu festivo que tanto los motiva. “El pueblo está dispuesto a ayudar. Tal vez mañana nos toque a nosotros ser los damnificados. El pastel, los globos, la fiesta, servirá para que, al menos hoy, ellos olviden lo que les hizo el huracán”, comentó Bárbara Beatriz Moreira, que trabaja para Leo Event, uno de los proyectos independientes que colaboró con la celebración.
También participaron Ernesto Daniel Brito con su equipo de Estudio Distinto, Rosy Rodríguez, de SolyLuna Eventos, y un grupo extenso de cuentapropistas e instituciones que se unieron para colaborar con la FMC en la realización del cumpleaños. Manos que se juntaron para dejar constancia de un pueblo que unido logra cualquiera de las cosas que se propone.
El festejo no fue solo para Mariannis, sino para muchas niñas de 14, 15 y 16 años que están evacuadas en el centro. Lucieron cuidados vestidos, peinados y maquillajes como las más hermosas damas de la corte. El acompañante en el baile y la ceremonia de celebración fue uno de los profesores de arte del Complejo José Martí, que hizo gala de los más conservadores y populares ritmos.

Yosvani Oro Escobar, el padre de Mariannis, comentó: “Estoy muy contento. Han organizado muy bien todo. La Federación, el Partido y los cuentapropistas. Le han hecho cantidad de regalos a mi niña. Yo hasta he llorado. Perdimos casi todo… los animalitos, las cosas de la casa… Teníamos planeado hacerles la fiesta en estos días y luego le haríamos las fotos. Pero al ver lo que sucedió con el huracán, se nos habían roto las esperanzas. Lo que hicieron por nosotros solo se logra en este país. Y eso para mí lo representa todo. La situación tan difícil que vive Cuba y mira lo que está haciendo la Revolución y las buenas manos que se unieron por mi niña. ¡Ver aquí al primer secretario del partido en la provincia, al gobernador y muchos dirigentes preocupados por cómo estamos me da un deseo enorme de decir gracias!”.

La retirada lenta de las aguas ha dejado un olor desagradable en Limoncito, olor a todos los animales que se le murieron al pueblo, a madera en descomposición. Muchas familias no han podido regresar a sus comunidades debido a lo intransitable de las zonas bajas. Permanecen allí, al amparo de la institución que lleva el nombre del Apóstol que tanto se preocupó por dignificar y proteger el bien más preciado que tiene Cuba: su gente.
Martí estaría también en la fiesta, con los ojos aguados y dichoso de sentirse útil, como se sienten estos hombres y mujeres que han traído bien a la familia Oro Leyva, que tal vez no podrán ver a su regreso la novela o las noticias, pues las aguas también cubrieron el primer piso del consultorio médico donde guardaron el televisor, pero relatarán por décadas como a Mariannis no le faltó su fiesta de 15 años, sus fotos, sus lágrimas de felicidad.
