Una mujer perseguida por los retos

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entrevista ingeniera

Decir su nombre hoy en el sector de la construcción, la planificación física, el urbanismo, o en el ámbito docente y de investigación acerca de estas materias, es hablar sobre alguien que ha sentado cátedra tanto en la ciencia como en la práctica; mérito difícil de conquistar, especialmente para las mujeres, en este campo.

Desde las cimentaciones de consultorios rurales hasta la dirección de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad de Holguín, María Onelia Urbina Reynaldo ha trazado una ruta de empoderamiento, conocimiento y compromiso social. Ingeniera civil de formación, doctora en Ciencias Técnicas, docente universitaria, investigadora y presidenta de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción en la provincia, su vida es una bitácora de incontables retos superados.

Su entrada al mundo de la construcción no estuvo exenta de ellos. Recién graduada, fue enviada a la Empresa de mantenimiento constructivo de “Freyre”, donde se enfrentó a la desconfianza de algunos colegas varones que dudaban de su autoridad técnica. “Algunos intentaban imponerse, pero yo defendía lo que decían las normas. Y si tenía que detener una obra para hacerlo, lo hacía”, recordó, rememorando una de sus primeras experiencias en el sector.

En una época donde la ingeniería civil era casi exclusivamente masculina, María se destacó por su voluntad de aprender desde la práctica. “Yo preguntaba sin pena, me acercaba a los obreros, me subía a los andamios, colocaba bloques y hacía amarres de acero aunque no fuera exactamente mi tarea”, contó. Con esa actitud fue ganándose el respeto de sus compañeros y superiores, quienes no querían que se marchara cuando, al salir embarazada, tuvo que volver a Holguín.

No fueron pocas las áreas de esta empresa a las que tuvo que enfrentarse, siempre con la voluntad de aprender todos los detalles de cada uno de los procesos: desde la producción de materiales de construcción hasta la programación y cálculo de precios la fueron formando como una profesional integral dentro del sector.

“Ya en el año 1999 (una década después de graduarse) era reserva del Director, por lo que me incorporan entre los seleccionados para cursar la quinta edición del Diplomado en Gerencia Empresarial, del que me gradué en el año 2000”, experiencia que la catapultó a nuevas y mayores responsabilidades.

En el año 2003, fue llamada para asumir la Dirección de Planificación Física del municipio Holguín, a pesar de no contar con formación específica en ese ámbito. Lejos de rechazar el reto, aceptó el encargo con humildad y dedicación: “Yo no sabía nada, pero les dije que iba a aprender con ellos”. Así lo hizo, de la mano de técnicos experimentados, integrando conocimiento práctico con gestión institucional, logró consolidar el trabajo de este organismo no solo en lo profesional, sino en lo afectivo.

“Mis compañeros de entonces, a quienes sigo considerando familia, me apoyaron incluso en momentos personales difíciles, como cuando tuve la oportunidad de viajar a Alemania como parte de mi investigación doctoral justo en el momento que mi hijo enfrentaba serios problemas de salud, y si pude hacerlo fue gracias a ellos que se ocuparon todo el tiempo de él, de nosotros”.

En esa dirección permaneció una década, impulsando procesos de ordenamiento urbano y territorial. Luego, en la Dirección Provincial, amplió aún más su campo de acción y perfeccionó sus conocimientos desde la academia mediante la Especialidad en Ordenamiento Territorial y Urbanismo, en la Universidad de La Habana, la cual le permitió desarrollar uno de los primeros estudios de ordenamiento de residuos sólidos en Cuba.

Precisamente la academia fue su siguiente escenario para enfrentar nuevos retos. En 2015 ingresó a la Universidad de Holguín como profesora auxiliar en el Departamento de Construcciones de la Facultad de Ingeniería “No tenía todo el dominio de la didáctica, aún hoy no lo tengo y agradezco a mis compañeros que provienen del área de la Ciencias Pedagógicas y me han ayudado mucho en eso; pero tenía el conocimiento práctico de haber experimentado en casi todos los ámbitos de la construcción y algo que es vital en un profesor universitario, la pasión por la investigación”.

Con estas herramientas rápidamente se convirtió en jefa de carrera, impulsando proyectos, formando grupos científicos estudiantiles y ganándose el respeto de colegas y estudiantes.

Su manera de enseñar está profundamente marcada por su experiencia en el terreno. “El aula no puede estar desconectada de la producción. Cuando les explico a mis estudiantes sobre materiales o estructuras, lo hago desde la vivencia”, afirma con convicción. Ha impartido asignaturas como Materiales de Construcción, Impacto Ambiental, Gestión de Residuos y Modelación Mecánica, incorporando a todas una dimensión práctica.

En 2022, asumió la Dirección de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad de Holguín, sin desvincularse nunca de la docencia. “Estar en el aula te obliga a mantenerte todo el tiempo estudiando, actualizado de las últimas tendencias en lo que sea que estás impartiendo y te da la posibilidad de intercambiar conocimientos con los jóvenes. De mis estudiantes aprendo todos los días”.

Asumir esta dirección fue otro gran reto de aprendizaje. Reconoce que entró sin conocer del todo el sistema, pero con voluntad de trabajo colectivo y acompañada por un equipo altamente calificado, ya han logrado importantes resultados en un ámbito de importancia crucial en estos momentos.

“Hay gran expectativa hoy con el impacto de la ciencia, la investigación y la innovación en la gestión del Gobierno, que es una política de país, pero debemos trabajar mucho más en materializar en la práctica los resultados de la investigación científica, en eso aún queda mucho por hacer”.

Casi de manera simultánea en el tiempo asumió la presidencia de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC) en Holguín, un cargo que desempeña sin remuneración, pero con una entrega total. “Es una organización, compleja por la diversidad de especialidades que agrupa, con presencia en todos los municipios de la provincia y con grandes retos en la actualidad de nuestro país, cuando las condiciones en las que se construye demandan cada vez más iniciativa, innovación y superación”.

Indiscutiblemente su valiosa hoja de vida la ha conducido a alcanzar múltiples premios, desde el Premio Vida y Obra de la Ingeniería Civil en Cuba, hasta el más reciente Vector de Oro por la enseñanza de la ingeniería, otorgado por la Unión Panamericana de Ingenieros, este último tradicionalmente reservado a hombres. “Somos muy pocas mujeres con ese reconocimiento”, admite.

“Lo más bonito de recibir estos premios siempre es la ola de afectos que levanta, cuando se comparten estas noticias me escriben personas de todos los continentes, amigos de tantos años de estudio y trabajo que celebran tus triunfos como propios y te lo hacen saber; sumado al orgullo que le haces sentir a la familia, la propia y la extendida, esa que he ido haciendo crecer en cada lugar que he trabajado”.

Sin embargo, el premio mayor para María sería ver materializados en la práctica los resultados de las innumerables investigaciones en las que ha participado, horas de estudio y desvelos que aún no se traducen en beneficios para la sociedad. “Tenemos muchos estudios, catálogos, investigaciones sobre materiales alternativos para construir —basadas en residuos como escoria, plástico o vidrio— proyectos para la gestión de los residuos sólidos, entre muchos otros que aún no se concretan. Aun así, seguimos investigando y proponiendo soluciones con la voluntad de trabajar para implementarlas”.

A quienes la rodean, desde los Doctores en Ciencia que dirige hasta los estudiantes de Ingeniería Civil recién llegados a las aulas, María inspira por su ética, su capacidad para aprender y enseñar, y su pasión por lo que hace. Luego de casi cuatro décadas de entrega a la construcción de un país mejor, su mayor sueño es “seguir siendo útil”.


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