Pluma y fusil

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Trece años han pasado desde que María Julia, Germán, Cleanel y Edgar aceptaron compartirme uno de los capítulos más trascendentales de sus vidas, su participación en la cobertura de prensa a la epopeya de Angola.

Desde entonces sus anécdotas me han acompañado como talismán y guía en el ejercicio de la profesión, porque más allá de cualquier consejo de oficio, su principal valor radica en las lecciones de ética y respeto a los verdaderos protagonistas de cada historia narrada: los soldados en el campo de batalla.

Por ellos he sentido gran emoción al conocer que desde este año se celebrará el Día del Corresponsal de Guerra Cubano, cada 19 de octubre, con el propósito de rescatar y promover entre las nuevas generaciones las vivencias y saberes de estos hombres y mujeres que han empuñado, con la misma cuota de valor, una pluma que un fusil.

Sientes miedo, pero lo vences

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María Julia Guerra Ávila dirigía el Departamento de Divulgación de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) nacional cuando recibió la orden de partir. “Al llegar allí, me asignan la responsabilidad de escribir y dirigir el programa en idioma español de la Radio Nacional de Angola, que lo había iniciado el profesor Julio Batista”.

“Teníamos que llevar ya el programa medido como se hace un programa de radio, pero con más planificación, eso lo hacíamos durante el día en una suite del Hotel Presidente, en Luanda. Entrábamos a las 4 al Estudio a grabar y salíamos al aire a las 8 de la noche.

“A toda hora nos acecha el miedo. Sientes miedo cuando sales a la calle, sientes miedo cuando uno de tus compañeros sale a la calle, sientes miedo cuando escuchas una bomba o un tiroteo cerca de ti, o incluso cuando no está cerca; pero lo vences, y tragas en seco en ese momento, porque hay que seguir”.

Entre sus consejos para un corresponsal de guerra asegura: “Debe tener mucho dominio de sí mismo, aprender a vencer el miedo, prepararse bien antes de ir al lugar”.

Mayuya, como le decimos en ¡ahora!, regresó a Cuba en 1978, está jubilada hace varios años pero continúa trabajando incansablemente por el rescate de nuestra historia.

Gustoso volvería otra vez

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Germán Veloz Placencia era capitán de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, corresponsal de la revista Verde Olivo en el Ejército Oriental.

Cuando llegó se habían producido los hechos de Cuito Cuanavale.

“Se decidía en aquel momento la suerte ulterior de la presencia militar cubana en Angola, allí había una fuerte concentración de tropas, habían acciones combativas frecuentes y eso, creo, fue lo que sugirió a la dirección de la Revolución ampliar la cobertura informativa del conflicto. Las circunstancias político militares y la necesidad de informar más al pueblo, aconsejaban divulgar más lo que estaba pasando.

“Yo escribía a mano, sobre una piedra, una caja, o una mesa, con letra legible, no llevaba máquina de escribir, solo la cámara y la grabadora, medios que conservo como recuerdo. Revelábamos los rollos en campaña, los picábamos en segmentos de seis y los mandábamos marcados y en el texto se incluía el pie de foto.

“Hay una gran diferencia entre los corresponsales de guerra que vemos en los conflictos extranjeros hoy y la misión que nosotros cumplimos. Ellos están amparados por una serie de decretos internacionales que los protegen en el campo de batalla, pero es que nosotros íbamos como corresponsales de órganos militares, vestíamos con el uniforme de nuestras Fuerzas Armadas que estaban allí, todos llevábamos un fusil, una pistola, suficientes proyectiles y éramos como un miembro más de las tropas en la zona de conflicto.

“Siempre teníamos el dilema de si se producía un combate qué tomar primero, la cámara para tirar fotos o el fusil para disparar...

“Siempre había una especie de gorrión entre los combatientes, la ansiedad por regresar a casa, aun cuando estabas allí cumpliendo esa misión con todo el orgullo que significaba, la posibilidad de la muerte era real, entonces la nostalgia por los familiares era muy honda, estabas allí, querías cumplir, pero al mismo tiempo querías regresar.

“El corresponsal de guerra no debe ir pensando en las hazañas que él va a hacer, porque él no es la noticia. Va en busca de historias para contar, porque los protagonistas son aquellos que están en el escenario bélico y entonces tú tienes que ir a atrapar esas historias, para trasmitir la emoción y la verdad de lo que está ocurriendo allí”.

Veloz regresó a Cuba en 1989 y continuó acompañando las proezas cotidianas de los hombres y mujeres de verde olivo por muchos años más. Actualmente, es el corresponsal del diario Granma en Holguín y presidente provincial de la Upec.

Angola es para toda la vida

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“El periódico ¡ahora! ha sido durante 37 años de labor mi único centro laboral”, me dijo Cleanel en el 2012, aquí se encontraba cuando recibió la noticia de que debía partir.

“Nosotros no trabajábamos para un medio en concreto, sino que enviábamos todos los trabajos para la Dirección Política de las FAR y ellos los estudiaban y definían a qué medio se dirigían, luego a vuelta de correo recibíamos la confirmación a través de los periódicos ya con nuestros trabajos publicados.

“La rutina era lo único que no nos permitía caer en nostalgias, que por demás se colaban y eran inevitables: la familia, el centro de trabajo, los compañeros, la tierra que siempre se añora.

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“Yo tenía diez periodistas regados por todo el territorio angolano, me iba para el aeropuerto, cogía botella en el primer avión que saliera, y me pasaba varios días aislado del medio de Luanda y en contacto directo con la realidad que vivían los periodistas destacados en las unidades de combate.

“Un corresponsal de guerra debe ser muy disciplinado, consecuente con la obra que va a defender; y tiene que tener muy claro un principio, que en la guerra si no se cumple, cuesta caro: haga solo lo que le corresponda hacer y no se ponga donde no lo mandan a poner”.

Cleanel regresó en 1983, atendió la temática militar en el periódico ¡ahora! hasta su jubilación.

Satisfecho de haber cumplido esa misión

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Edgar Batista era jefe del Departamento de Fotografía del periódico ¡ahora! cuando recibió la misión.

“En el momento en que estábamos cumpliendo la misión podíamos hacer el trabajo que se presentara. Íbamos a provincia y trabajábamos solos, independiente de cualquier dirección, yo no recuerdo haber coincidido nunca en zona de combate con otros fotorreporteros.

“En ningún momento y en ningún lugar que yo estuve, en ninguna misión que cumplí yo sentí miedo.

“Me siento muy satisfecho de haber cumplido esa misión, creo que es lo más grande que he hecho en mi carrera como fotógrafo, mi mayor orgullo”.

Edgar regresó a Cuba en 1982 y volvió a Angola en 1989 para brindar cobertura fotográfica al traslado de los restos de los caídos en combate. Perdió su última batalla frente a la COVID-19 y hoy lo recordamos como siempre vivió, como un hombre sin miedos.

Yani Martínez Peña
Author: Yani Martínez Peña
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"Periodista desde chiquitica, profesora por predisposición genética, MADRE y después solo madre."

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