Vaqueras, sin tantos rodeos

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Vaqueras NoemiNoemí Suárez / Fotos del autor
 
El rodeo, ese espectáculo que tiene un poco de deporte y otro tanto de arte, cuenta en Holguín con noveles acróbatas, que asombran por su destreza sobre la arena.

La noticia es que son dos (adolescente y niña), algo que dice mucho del futuro de esa disciplina en la oriental provincia cubana, más cuando las mujeres vinieron a ser aceptadas en el mundo, como practicantes, en los años 90 del siglo XX.

Desde que tenía siete años, Noemí Suárez se sentía influida porque su familia es ganadera y el papá fue insertándola en el rodeo, que siempre le gustó: “Entreno mucho en la pista de la Feria Agropecuaria de Mayabe, apoyada por mi padre y el capitán del equipo de Holguín”.

“Tengo mi propio caballo, con el que soy muy cuidadosa en la alimentación y los ejercicios. Me gusta ser más amazona que acróbata. El ejercicio que mejor domino es el coleo, consistente en agarrar al toro por el rabo, aplicarle una técnica, y tumbarlo, para después hacerle la campana, campanilla o costazo”, comenta la joven de 17 años, oriunda de San Germán, en el municipio de Urbano Noris.

Sobre su sistema de alistamiento, asegura que para participar en un rodeo aumentan los entrenamientos, pero trata de no perder la forma diaria, aunque no exista competencia prevista.

Vaqueras IvaluIvalú Cruz
 
Ahora mismo, estoy enfrascada en tratar de hacer un buen papel en un torneo triangular que se dará en la Feria, en septiembre, para así tratar de integrar el equipo nacional”.

“Quisiera ser como mi mamá, que también fue amazona. De sus tres hijas, fui la única interesada en este asunto. Cada día hay más presencia femenina en mi deporte. Nosotras queremos presentarnos en Rancho Boyeros o algún escenario internacional”, añade la jovencita.

Ivalú Cruz es ocho años menor que Noemí. Pero también reta al peligro sobre las “bestias” e inclusive tiene a muchos admirados y preocupados por su temeridad. De su papá heredó el gusto por la acrobacia, además del talento.

Hablar no es su fuerte, prefiere comunicar con la acción que despliega en cada presentación en la Feria, muy cerca de su casa, en el caserío de Mayabe, en las afueras de la ciudad de Holguín.

Su progenitor la inició en los quehaceres acrobáticos, que para nada le roban tiempo en su afán por ser buena alumna, en la escuela primaria donde estudia.

A Ivalú le faltan unos anuarios para convertirse en amazona, mas esta pequeña campesina, “guapa de verdad”, se ríe de las subidas de adrenalina y presagia que el rodeo tendrá mucho toque femenino.
 
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