La dama de la ruralidad

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campesinaomaraH1Fotos: Cortesía de la entrevistada

Para pensar en lo mejor para la mujer rural, hablar por ella y legislar en su nombre hay que convivir con ellas, conocer de sus avatares cotidianos y si se es una de ellas, pues tanto mejor. Por eso Omara Velázquez Carralero integra la Comisión "Mujer, Niñez y Juventudes" de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

 "Integrar esta comisión me ha aportado muchísimo, tanto en lo personal como en lo profesional. Siempre me he considerado una defensora de la mujer y conocer sobre las leyes que nos protegen, sobre la labor humana que se realiza en nuestro país para atender nuestros derechos, así como los de los niños y jóvenes, ha sido una experiencia maravillosa. Y en cualquier lugar que me encuentre, pienso seguir defendiendo el derecho de la mujer."

Desde allí, en cada asunto que se debate, su preocupación es siempre cómo será interpretado, acogido y aplicado por la gente del campo y comenta "a las zonas rurales hay que prestarles mucha atención porque es donde estamos los que producimos la comida del pueblo."

Precisamente, desde hace 25 años labora en la CCS Cristino Naranjo del municipio de Calixto García, y durante 13 años ha sido la presidenta de esta cooperativa. Sus estudios sobre Contabilidad le han permitido llevar adelante el trabajo de los asociados con buenos resultados, pero definitivamente es la cuota de sentimiento y pasión que pone en lo que hace el mejor ingrediente para dirigir.

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"Hizo falta ponerle mucho amor y fortalecer también el trabajo en equipo para poder llegar a cada uno de los asociados y sus familias, y darles el lugar que ellos se merecen. Todo este trabajo hizo que ellos me respetaran y que actualmente, siendo su presidenta, ante cualquier problema que ellos tengan, vengan a contar conmigo.

"Al inicio se me hizo difícil asumir esta responsabilidad, ya que por tradición los hombres protagonizaban la dirección de las cooperativas.

"Uno de los principales desafíos ha sido la escasez o necesidad de recursos para trabajar en la agricultura y lograr no solo la contratación, sino también el cumplimiento de las mismas. La asistencia a las asambleas de campesinos cuando a veces no tenemos algo que ofrecerles. Esto requiere de un trabajo arduo, sistemático y a la vez transformador para llegar a cada uno de los campesinos porque son diferentes, no todos tienen la misma personalidad, ni todas las familias son iguales."

Combinar estas responsabilidades con las múltiples tareas que emanan de su condición de Delegada de la circunscripción 16, en el barrio calixteño del Zorral, pudiera parecer un gran reto; sin embargo ella afirma que en esta simbiosis ha encontrado una fortaleza que beneficia ante todo a la comunidad.

"Es una fortaleza la coincidencia de tener estas dos funciones, ya que desde mi posición de presidenta de la cooperativa he podido atender mejor la comunidad. La vinculación con la escuela, con el consultorio del médico de la familia ha sido muy buena. Ahora estamos trabajando directamente con el tema de las donaciones de sangre y la cooperativa, a través de la mini industria que tiene en las fincas de uso colectivo, ha permitido atender a los donantes.

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"Queda mucho por hacer, porque aunque cada vez se habla más en los organismos, en los diferentes espacios de debate, sobre la atención a la ruralidad, y especialmente a la mujer rural, aún no podemos hablar de grandes avances en este sentido. Creo que vamos por el camino correcto, pero todos deben poner su granito de arena".

Insiste en que dentro de las comunidades rurales, es importante priorizar la atención a la mujer, empoderarla, hacer que ellas sientan lo importante que son y asuman los lugares que la sociedad les está dando.

"Por lo general, la mujer rural siempre ha sido vista por los demás y se ha reconocido a sí misma como la mujer que está en la casa, la ama de casa. En mi día a día me encuentro muchas situaciones de complejidad en la vida de estas mujeres, no solo en lo laboral, sino en lo personal y familiar; pero también comparto con mujeres usufructuarias que están en el surco, laborando la tierra, o dirigiendo principalmente a hombres, que es algo que he podido demostrar desde este cargo. A todas esas mujeres campesinas quisiera transmitirles mi más sincera admiración".

Si algo distingue a las mujeres del campo es el lugar que ocupa en sus vidas la familia, por eso para Omara, por encima de sus cargos y responsabilidades, su mayor tesoro está allí, en el calor del hogar.

"Mi familia es el eje principal en todos estos aspectos. Yo puedo trabajar, participar en eventos, cumplir con todas las responsabilidades que actualmente tengo por mi familia, sin ellos no lo hubiese podido lograr.

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"Llevo 35 años de casada y de este matrimonio tengo dos hijos y actualmente dos nietas. Y también tengo que mencionar a mis nueras porque son las hijas que no tuve en su momento. Mis padres que ya son ancianos y mis hermanos y puedo decir que la atención hacia ellos y de ellos hacia mí siempre ha sido incondicional. Soy muy afortunada por tener una familia maravillosa."

Con este amor como resguardo va por la vida, ajetreada entre las tareas del campo y los compromisos políticos, entre el surco y el buró, desde el Zorral hasta el Palacio de Convenciones, con un arsenal de razones para defender a la mujer campesina en la punta de la lengua y la voluntad de hacer por ellas, hasta las últimas consecuencias.

"Quisiera que todas nos guiáramos por esta idea que Gabriela Mistral expresó en su poema El placer de servir: Cuando haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino. Considero que en este sector al cual pertenezco desde hace tantos años, hay que apartar muchas piedras en el camino, pero me siento satisfecha de estar en él y desempeñar una tarea difícil, pero muy hermosa."


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