El Café Literario de la UNEAC holguinera celebra su XXI Aniversario
- Por Reynaldo Zaldívar
- Hits: 191
Fotos: Noemy Marrero
Hay espacios que trascienden la mera geografía para convertirse en territorios del alma. El Café Literario de la UNEAC, en Holguín, es uno de ellos. Durante 21 años, ha sido faro y refugio, aula y ágora, en una ciudad que ha aprendido a escuchar su nombre con el orgullo de quien posee un tesoro de incalculable valor literario y cívico.
Bajo la conducción del escritor Manuel García Verdecia, este espacio no se limitó a ser una simple vitrina para la literatura local. Se erigió, desde su fundación en el 2004, en un proyecto de resistencia cultural, en una ceremonia semanal de persistencia. Como bien expresó Eliel Gómez, presidente provincial de la UNEAC, es esa constancia, ese deseo que nunca ha faltado, su verdadero triunfo. Es el milagro de lo permanente en un tiempo que predomina lo efímero.
La celebración de aniversario contó con numerosos escritores invitados, entre los que figuraron: Lourdes González, quien no solo alabó la constancia del espacio, sino que compartió textos de su libro Papeles de un naufragio; Belkis Méndez, Lino Verdecia, Ronel González y Orieta Milián. En la velada, además, estuvieron pesentes Nilcer Batista Pérez, funcionario del Departamento Ideológico del Partido Comunista de Cuba; Náyade Smarth García y Alexis Font Durán, subdirectores de Cultura en la provincia.
En estos 21 años, la lista de quienes han honrado el espacio es un compendio de lo mejor de las letras cubanas. Desde el gigante Roberto Fernández Retamar, hasta la impostergable Lina de Feria; desde la profundidad de un César López, hasta la fuerza telúrica de un Pablo Armando Fernández. Carlos Martí, Nelson Herrera Isla y Carlos Ruiz de la Tejera han dejado aquí el eco de sus voces. Este Café ha sido un santuario por donde ha transitado la historia viva de nuestra literatura nacional.
La vocación fundamental del Café Literario es, quizá, la de ser cantera. García Verdecia, con genuino orgullo, señala a narradores y poetas de la tierra como Emerio Medina, Luis Yuseff o Rubén Rodríguez, quienes leyeron aquí sus textos antes de alzarse con importantes premios nacionales. Del mismo modo, cada jueves unen su voz en el lugar escritores publicados e inéditos, fungiendo instrumento para medir el pulso de la literatura regional y nacional.
Sin embargo, reducir este proyecto a lo puramente literario sería insuficiente. Como bien fundamenta su coordinador, el tema más recurrente, el eje central que vertebra el debate, es José Martí. Esto revela la vocación de fondo del espacio: no es solo un taller de promoción literaria, es una fragua de pensamiento. Es un lugar para el examen de la cubanía, para el debate de las ideas que nos conforman y nos interpelan.
Y como toda celebración cubana que se precie, la palabra fue acompañada por la música. El guitarrista Eliécer Travieso, el solista Ernesto Infante y la armonía del cuarteto Feeling Voice aportaron la nota festiva, recordándonos que en nuestra cultura, lo culto y lo popular, la poesía y la canción, son vasos comunicantes de una misma savia creativa.
Veintiún años después, el Café Literario de la UNEAC holguinera no es un proyecto más. Es una institución. Es el lugar al que se vuelve, el termómetro de la vida cultural de la ciudad, el espacio que ha logrado lo más difícil: mantenerse relevante, vibrante y necesario. Es la vigilia activa de unos pocos que se convirtió en el canto de muchos.
Su aniversario no es solo la conmemoración de una fecha, sino la reafirmación de un pacto con la mejor cultura, con el pensamiento crítico y con el futuro. Es la prueba de que, contra todos los pronósticos, la literatura y el pensamiento cívico siguen teniendo su casa en Holguín.