Hombres de Ciencia

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La COVID–19 ya no es el tema diario de los cubanos, los rostros con nasobuco tampoco son tan comunes hoy en las calles. Esos días de angustia y desesperación terminaron.

Por fin cesó el miedo a lo desconocido, incluso a la muerte. Millones llevamos en el organismo los conocimientos de aquellos que confiaron en la Ciencia y lograron culminar, con excelentes resultados, un proyecto que muchos daban por imposible.

Ante el llamado del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), para participar en el Ensayo Clínico Fase III de la vacuna Abdala, realizado en las provincias de Guantánamo, Santiago de Cuba y Granma, los médicos holguineros Alexis Pupo Mico, Alejandro Batista Izquierdo y Ricardo Lorenzo Mora Betancourt, a pesar de su juventud, no dudaron en aportar sus conocimientos en uno de los más trascendentales hechos materializados en los últimos tiempos en Cuba.

Ellos hoy comparten su experiencia vivida durante los meses, que casi sin descanso contribuyeron a la noble tarea.

Orgullo y crecimiento

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“El CIGB tiene una larga historia de estudios clínicos en nuestra provincia y, específicamente, en el hospital clínico quirúrgico Lucía Íñiguez. Habíamos trabajado en otras investigaciones clínicas para el centro nacional, como es el caso del Courage, fármaco empleado en el tratamiento del infarto cerebral, por lo que existía ya un conocimiento en el manejo de datos y las buenas prácticas clínicas”, explica Alexis Pupo Mico, especialista en Primer Grado en Medicina Interna que labora en esta institución.

Reconoce que fueron grandes jornadas de trabajo, entraban a las cinco de la mañana y salían a las 10 de la noche, en jornadas que debían llenar, exhaustivamente, un gran volumen de documentos auditables.

El también Jefe de Servicio de Urgencia del hospital holguinero resalta que “la calidad de los resultados de un EC dependen, en gran medida, del monitoreo interino de los datos que va generando el propio ensayo. Visitamos a los voluntarios de la investigación en sus viviendas. Entrevistamos a médicos de la atención primaria de salud, que participaron en la pre–inclusión e inclusión a los sujetos en los diferentes sitios clínicos.

“Además, revisamos la clasificación de los eventos adversos con el objetivo de verificar su adecuada clasificación y una relación estrecha con el producto en investigación”.

Afirma que el momento más significativo del estudio es donde se cumple el objetivo principal, que en este caso era evaluar la eficacia vacunal de Abdala, todos los datos tributaron para la valoración final que tuvo como resultado un 92,28 por ciento para prevenir la enfermedad asintomática y un 100 por ciento de efectividad para evitar la muerte.

Pupo Mico reconoce: “Llevo muy poca experiencia en Salud Pública y nunca había visto hacer algo con tanta profesionalidad y transparencia. Participar en el EC más grande que se haya hecho en este país en los últimos 60 años, resulta gran orgullo y un crecimiento en el plano profesional. A la vez, sentir que estaba aportando un granito de arena por la vida de nuestro pueblo en medio de tanto dolor e incertidumbre me gratifica como persona.

Esta experiencia le permitió también “conocer a colegas altamente profesionales y observar un estudio con tanta exigencia fue admirable, incluso me quedé con deseos de seguir aportando”.

Los compañeros del CIGB verdaderamente se entregaron en cuerpo y alma a esta misión. En lo personal le agradezco mucho al doctor Francisco Hernández Bernal, monitor principal del estudio y a María del Carmen Ricardo, investigadora principal, ambos ejemplos de abnegación durante este proceso.”

Monitor agradecido

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“La conducción de los estudios clínicos le corresponde a los monitores, pues son el enlace entre el centro patrocinador del producto de investigación y el escenario donde se realizan los estudios. Normalmente los monitores representan al centro patrocinador, pero como era un ensayo que incluía 48 mil 290 sujetos, la cantidad de personal con que ellos disponían no era suficiente para cubrir un estudio tan grande, por lo que necesitaban apoyo de otros profesionales”, comenta Alejandro Batista Izquierdo, jefe de Servicio de Neurología del hospital holguinero.
Aclara que un monitor en estos procesos “es la persona encargada de supervisar el cumplimiento del protocolo, a través del cual se pauta cómo se va a desarrollar el ensayo clínico (EC), vela también por la veracidad de los datos que se manejan y garantiza la creación de las condiciones necesarias para la aplicación correcta del producto. Además, custodia la protección de los derechos de los pacientes en cuanto a la parte ética”.

Batista Izquierdo agrega: “Unos días antes de que empezara el estudio Fase III participamos en los talleres de inicio del EC, realizados en las tres provincias donde se llevó a cabo. Cuando arranca la investigación en marzo del 2021 estuvimos presentes durante el proceso completo”.

“Revisamos, también, el cumplimiento de los requisitos en los sitios clínicos para atender a los pacientes, pues los sujetos se estaban exponiendo a un producto de investigación en el cual podían aparecer eventos adversos y había que tener creadas todas las condiciones”.

El joven admite que “probablemente es la actuación más importante y significativa en mi vida en cuanto a un estudio científico. Fue un aporte pequeño en la magnitud de todas las personas que participaron, pero al menos me queda la satisfacción de haber colaborado. Además, de poder compartir y tener relaciones humanas estrechas y de aprendizaje con científicos de mucha capacidad, talento y conocimientos, principalmente con el doctor Francisco Hernández Bernal y con la doctora Verena Mucio González, directora de investigaciones clínicas de ese centro”.

Mérito extraordinario

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Para el doctor Ricardo Lorenzo Mora Betancourt, especialista en Medicina General Integral “todo médico que realmente vive la Medicina a plenitud sueña con hacer Ciencia a lo grande”.

El también directivo en la Dirección de Salud del municipio de Cacocum “estar en una investigación de ese nivel ya es algo meritorio y extraordinario. El EC me aportó conocimientos como médico e investigador y es algo que siempre voy a agradecerle a “Abdala”.

“El estudio nos tributó, además, una capacidad de desenvolvimiento como profesionales y una nueva familia. También le agradezco al doctor Francisco Hernández Bernal, por su confianza, enseñanza e incluso por sus regaños, por mantenerse ahí hasta el último momento y por habernos dado la oportunidad de demostrar que estamos dispuestos a todo y que estamos aquí para lo que sea necesario”.

No solo el pueblo holguinero se siente orgulloso de estos jóvenes galenos, sino que toda Cuba y el mundo agradecen su sacrificio y entrega. Es por eso que en el Taller de resultados finales de los estudios clínicos de la vacuna Abdala, realizado recientemente, fueron galardonados con la distinción otorgada por Biocubafarma y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud con el Sello “Hombres de Ciencia”.

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