Doctor La O: “En Matanzas sin miedo”
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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El doctor José Santos Gómez La O, se encuentra en la hermana provincia de Matanzas en apoyo a la batalla contra la COVID-19. Fotos: Cortesía del entrevistado
Viajaba en ómnibus rumbo a la provincia de Matanzas, junto a otros colegas de Holguín, Santiago de Cuba y Granma, cuando fue posible contactar con él. Pero el ruido, los baches y otros detalles del viaje hicieron imposible establecer comunicación fluida. Un poco más tarde y sin reponerse de las 12 horas de camino, el doctor José Santos Gómez La O ya enviaba un mensaje desde el epicentro de la pandemia de COVID-19 en Cuba hoy.
Un día hacía apenas, que el experimentado especialista en Medicina General Integral y diplomado en Atención Primaria de Salud había hecho un alto en sus quehaceres diarios en el Cuerpo de Guardia del policlínico Alcides Pino, para sin dudarlo, por un segundo, salir presuroso ante el llamado que le hicieran sus superiores de partir, de inmediato, hacia la Atenas de Cuba.
Esta no es la primera vez que el doctor deja atrás hogar, consulta en policlínico Alcides Pino y la ciudad, tanto que ama, para tender la mano a otros más necesitados de sus servicios. En Venezuela permaneció ocho años. Allí fue de los iniciadores del curso para la formación de Médico Integral Comunitario, así como del de los primeros graduados extramuros de MGI de cubanos y venezolanos.
Poco después, partió de nuevo a otra misión. En esta ocasión sería hacia el gigante suramericano, donde a través Programa Más Médico viviría experiencias muy gratas como trabajador de la Salud que atesora con agrado. Fueron tres años y medio, tiempo durante el cual hizo la especialidad Medicina Familiar, en la Universidad Autónoma de Maranho, en San Luis Brasil.
Ahí no terminaron sus andares por otras tierras, pues en abril de 2020 formó parte de la brigada Henry Revee, que partió hacia México. “Fue un grupo muy especial, pues estábamos en ¨boca del imperio¨, que impedía que nuestra solidaridad llegara al pueblo azteca. Había mucha expectativa, porque iniciaba la pandemia, se conocía muy poco del nuevo coronavirus en esos momentos y hasta algunos tenían cierto temor y llegaron a poner en dudas si en verdad éramos médicos.
“Pero una vez que comenzamos a hacer nuestra labor con paciencia, talento y mucha humildad fuimos conquistando muchos corazones, demostramos en la práctica de cuánto podíamos y hacíamos en medio de la situación tan compleja y tensa que vivía esa nación hermana”.
De esta manera, el doctor La O, cuya experiencia rebasa las tres décadas, prestó ayuda en el hospital Tláhuac, “lugar donde fuimos recompensados con el respeto y preocupación de la inmensa mayoría de colegas mexicanos y el pueblo. “Aunque sabíamos cuánto debíamos cuidarnos, para evitar el contagio, a nuestros pacientes no carecieron de amor y humanismo; nunca les faltó, además, de atención médica óptima, las palabras de aliento y esa palmadita en el hombro, que surtía el efecto de un bálsamo. Recuerdo una paciente grave, a quien finalmente le salvamos la vida que agradecida nos decía: "Viva mi tío Fidel”.
“Lo que sí nos chocó fuerte fue la tecnología de punta usada en esos hospitales, desde la bomba de infusión hasta ventiladores mecánicos de primera generación, pero como siempre, fuimos autopreparándonos, investigamos, vimos conferencia, videos hasta lograr superar esas adversidades y en breve ya podíamos programar ventiladores, manejar bomba de infusión y realizar las aspiraciones cerradas. Nos dimos a respetar. Y sí que salvamos muchas vidas”.
Para él la tarea en el estado de Veracruz fue más fácil y con menos detractores por delante. “Resultó triste ver morir muchas personas, sobre todo a las más humildes, a pesar del interés mostrado por el presidente Manuel López Obrador. También realizamos dos trabajos de investigación sobre las características clínicas epidemiológica sobre la COVID-19 y otro sobre Hipoxia silenciosa o feliz en pacientes enfermos COVID-19. Regresamos en noviembre a Cuba y el 22 de diciembre ya estábamos de regreso en Ciudad México, está vez ha pedido de la Secretaría de Salud de la Defensa en hospitales militares, también con situación compleja, pues ya no había oxígeno y la demanda era muy grande. El rebrote por el fin de año se hizo sentir, pero ahí estuvimos los cubanos, que llegamos a bajar la mortalidad de 37 fallecidos por día a prácticamente cero”.
Matanzas no está sola
Con ese mismo optimismo el doctor La O ya está en Matanzas junto a colegas, especialistas de los municipios de Banes, Calixto García, Gibara, Mayarí, Sagua de Tánamo, Rafael Freyre y Holguín, que formaron brigada como miembros del Contingente Henry Reeve, para apoyar a esa provincia del occidente cubano en el control del rebrote de la pandemia.
Algunos tienen experiencia en el enfrentamiento a situaciones de emergencia sanitaria, más en todos está la disposición de ayudar en lo que sea preciso, por eso ya revisan las nuevas orientaciones sobre el diagnóstico de la COVID-19 y el protocolo de actuación previsto en esa provincia, hoy con el 50 por ciento de los positivos reportados por el país.
“Es un escenario epidemiológico muy tenso el que se vive aquí”, ratifica el galeno, para plantear, enfáticamente, a partir de su experiencia, que “lo más importante en estos casos es la responsabilidad individual de cada persona, que el nasobuco no sea un atuendo o un babero; ser disciplinado, mantener el distanciamiento físico y social y el lavado frecuente de las manos.
“Nos desgastamos mucho los médicos y esas medidas son violentadas de manera cotidiana, por eso estimo que las autoridades sanitarias deben ser más exigentes en este sentido. En recorrido por cualquier barrio de Holguín o Cuba vemos a los niños, adolescentes y jóvenes jugando sin mascarilla y si la traen es en forma de pechero, la conciencia ciudadana es esencial en esta pandemia”.
“En México se cumplían las medidas y había mucha exigencia. Clausura de todos los comercios, disposición que se acataba con disciplina. Allí viví, fui testigo de una situación altamente compleja, que después de conjunto con la vacunación y las acciones adoptadas por el Gobierno se logró controlar, por lo cual estamos seguros, que acá, y en el país completo lograremos cortar la transmisión comunitaria, pero con prevención, disposiciones y la vacuna, todo junto”, señaló.
Y mientras la tarde del viernes moría, La O y sus compañeros concluían la autopreparación y él, con la experiencia de México a flor de piel y sus “mañas” para tratar a sus pacientes del área de salud Alcides Pino, se disponía a “entrarle a Matanzas sin miedo”.