Aplausos a Nadiel Mejías
- Por Darianna Mendoza y Rosana Rivero
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Él está acostumbrado a los aplausos. Es el destino del artista: recibir de esa ancestral manera el reconocimiento de su público por su talento. Pero a estos, los de las nueve de la noche, aún no se adapta; ni aunque pudiera escucharlos en vivo desde su balcón, protagonizados por sus vecinos. Estos son de agradecimiento y por ahora, solo puede imaginarlos.
Aplausos a la vida fue el nombre del último gran concierto del cantante y compositor Nadiel Mejías el pasado diciembre, en el Teatro Eddy Suñol. Parece una premonición de nuestro hoy. Mas la realidad es mucho más amplia: el músico decidió cambiar saco y corbata por el traje de protección para enfrentar el nuevo Coronavirus en la zona roja.
De la canción a la acción…
“Cuando comenzó la propagación de la COVID-19 me dije: ‘¿cómo colaboro?. Pues haciendo canciones que es lo que sé hacer’, concluí. Y lo hice. Manos de esperanza es un tema que ha tenido gran aceptación, una canción de amor en tiempos de Coronavirus.
Después de mi aporte desde el arte quise hacer algo más. Me senté a la maquiné de coser y confeccioné nasobucos para el Ministerio de la Agricultura, específicamente para la UEB de Aseguramiento y Transporte.
“Insatisfecho aún, me puse a disposición de la Dirección Provincial de Cultura que trabaja en un centro de aislamiento en la Escuela Vocacional de Arte “Raúl Gómez García”. Paralelamente, había dado mi disposición para sumarme a un contingente conformado por todas las personas que tuviesen la voluntad de trabajar de manera voluntaria en la lucha contra la COVID-19, a partir de la gran convocatoria de los CDR y la CTC.
“Ya me iba junto a Rachel García Heredia, la directora de cultura, cuando sonó el teléfono de casa y me presenté para esta tarea. Me despedí con el último beso que podía dar en ese instante a mi madre y salí con la convicción de dar lo mejor de mí, en el Hospital Clínico Quirúrgico Lucía Íñiguez Landín de nuestra ciudad.

“Cuando di mi disposición para entrar a la zona roja fui escogido por la dirección del hospital para desempeñarme como coordinador de todo el personal de salud que labora aquí contra la enfermedad, un colectivo joven al cual admiro muchísimo.
“Sentí el temor de no poder hacerlo bien, pero creo que cuando se tiene la voluntad el trabajo sale bien. En cuestión de 24-48 horas ya tenía toda la logística y el alojamiento de estos médicos y enfermeras y monté un sistema de trabajo que funciona como un reloj, para lograr que los relevos sean en tiempo y lleguen con las condiciones creadas.
“Van a aparecer nuevas tareas, lo sé, y las voy a asumir; porque tengo el deseo de hacer las cosas bien, de que todo funcione”.
El día a día…
“El contingente está conformado por personas que no tenemos la práctica del personal del Hospital. Sin embargo, todo fluye. El día en el hospital comienza a las 5:30 am y no termina, pero es maravilloso saber que todos estamos por lo mismo, luchando para que la pandemia termine.
“No hay tiempo libre. Soy muy dormilón, pero parece que el Coronavirus me ha robado el sueño. Duermo solo de tres a cuatro horas diarias.
“Llegué para quedarme. No saco cuentas de los 14 días de trabajo y los otros 14 de aislamiento. La meta es vencer. Voy a estar aquí mientras pueda, mientras la salud me acompañe”.

Los miedos…
“El primer día tuve un poco de temor, pero luego te acostumbras a tener al enemigo cerca. Tenemos el antídoto: los medios de protección bien utilizados. Además, nuestro sistema de salud está muy bien organizado: se imparten cursos de adiestramiento y es imposible temerle a la enfermedad. No le tengo miedo, yo me protejo.
“Todos nos estamos exponiendo y quiero hacer un llamado de atención a nuestro pueblo: no me estoy exponiendo solamente yo que trabajo directamente en un hospital con médicos. Todos los cubanos estamos en riesgo antes esta enfermedad. Por eso, los convoco a quedarse en casa, usar las medidas de protección y acatar las orientaciones”.

Extrañar es de humanos…
“Extraño mis canciones, mi público, a mi madre, mis amigos. Extraño los abrazos, los besos. Extraño la vida cotidiana que llevaba; pero no queda otra opción: hay que cumplir.
“Cuando salí de casa mi madre me echó una agenda en la mochila, porque ella sabe que admiro mucho la figura del Ché, y me dijo: ‘Dale, te tocó ser como el Ché’, y me instó a escribir como él, mi propio diario. Cuando el Coronavirus pase quisiera publicar lo que sería mi primer libro con las experiencias de acá.
“Será el diario de un artista en tiempo de Coronavirus. A solo cinco días de estar aquí ya tengo para escribir un libro. Quienes no tuvieron la oportunidad de estar van a sentir lo que fue”.
Mañana…
“Después de esta misión, cuando todo termine quiero cantar, hacer un gran concierto junto a todos los artistas de esta ciudad, un concierto por la vida, por los abrazos. Quiero decirles a todos mis colegas, mi público, al pueblo de Cuba que Nadiel Mejías los ama a todos profundamente”.
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