Sí, me pongo viejo y lo asumo. Ya no soy un estudiante, como hace cuatro meses. Un par de canas anuncian este suceso natural e implacable que te depara el calendario. Es la vida, el movimiento constante de los años, que suben a tu espalda y recorren cada centímetro de tu anotomía y uno lo siente. Pero los recuerdos escolares aún “hablan”, algunos muy cercanos, fresquitos en el camino; otros, empolvados y guardados en la memoria, que cada vez acumula más espacio en gibabytes, y luego sirven para las historias de este cronista, y por tanto, del periódico.
Read more Aprender y aprehender