Frenarlos en seco

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Ser reiterativo en estos casos se justifica. Más si las cifras lo exigen: “Cuando cada 24 horas mueren dos personas en accidentes del tránsito y otras 21 resultan lesionadas en Cuba”, según datos infográficos del sitio Cubadebate, publicados hace pocos días. 
 
Leyendo a fondo el material, encontré que Holguín se ubica entre las provincias con más víctimas fatales de enero a abril de 2019; es, junto a otras cinco demarcaciones, responsable del 70 por ciento de los accidentes registrados en el país durante dicho periodo, y el año pasado tuvimos, por esas causas, 670 lesionados y 60 fallecidos, números inferiores al 2017, pero todavía alarmantes; además, aquí se localizan dos tramos, nacionalmente, reconocidos como peligrosos o conflictivos, Rejondones (Camazán) y Loma de Choncholí (Mayarí).

Hablar de las raíces de los accidentes de tránsito es algo que nunca puede cansarnos. Porque cada uno de nosotros ha tenido, al menos, una persona conocida involucrada en esos episodios, que como dice un spot, casi nunca son tan accidentales.

Es doloroso ver una familia completa de luto o triste, porque uno o varios de sus seres queridos murieron o quedaron mutilados por negligencias de un chofer –adelantando en una curva–, una “lambada” sin luces con conductores insensatos o la ingestión de bebidas alcohólicas de quienes los transportaban.

Acá, toda historia de ficción que se narre tendrá coincidencia con la realidad, ya que son muchos los ejemplos de incidentes en las vías. Las redes sociales han encontrado campo abierto en materia de accidentes, porque de semana en semana uno se entera allí de un camión volcado en Jatibonico, una rastra chocada en la serranía santiaguera o que alguien perdió el control del vehículo y este se impactó contra… a veces implicando a muchas personas, lo que les da la categoría de masivos, los más preocupantes.

Y sigo en “modo matraca”. Resulta que andamos a las puertas de los meses vacacionales (no me gusta decir de verano, porque hace rato el calor acompaña). Periodo en el cual una gran masa de niños, adolescentes y jóvenes va hacia casas y calles, en gran medida, durante ocho horas más que las que, habitualmente, pasa en esos sitios.

Otra cantidad de trabajadores, nada despreciable, garante de los periodos lectivos, toma su descanso tradicional y los cubanos todos cogen algo más que un “diez”, al menos 15 días, como estipula el reglamento laboral. La sumatoria indica que nos demos cuenta que irán muchas personas a recrearse, a las playas, a campismos, hoteles…

En resumen, que es una etapa propensa al alza de accidentes de tránsito, porque hay mayor exposición a estos. Por tanto, las medidas, que siempre refuerzan autoridades de distintos organismos y la PNR, deben estar seguidas de una conducta social correcta, con alto grado de responsabilidad. De modo que las lamentaciones desaparezcan y se les quiten a julio y agosto la mala fama de accidentalidad aumentada.

Va siendo tiempo de ser menos tolerantes con el irrespeto al derecho de vía de otros conductores, el no atender el control del vehículo, la violación de límites de velocidad (complejo de corredor de Fórmula Uno), manejar bajo efectos de una Habana Club o incontables Cristal y Bucanero, y otros factores, como el hasta hace poco subestimado mal estado técnico de un carro particular, algo que incidió en el último episodio fatal de El Malecón, en La Habana.

Piense que los accidentes de tránsito son una ruleta rusa, todos podemos convertirnos en víctimas directa o indirectamente, ya que cualquiera monta en un “almendrón” averiado o tiene familiares, amigos.

Frenarlos en seco es una cuestión de prevención o muerte, sin medias tintas ante algo que desgarra vidas.
 

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