Irreverentes
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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“Tía, traigo leche, helado, galletas…”, la propuesta sale irreverente de la boca del mozalbete apostado dentro del mercado. La “tía”, que paradójicamente no tiene sobrino, lo mira y sigue su paso por el establecimiento.
Es sábado y necesita comprar algo para cocinar y llevar a los muchachos que la esperan en casa con las bien consabidas preguntas de los infantes a los mayores a su regreso al hogar después de un agotador día de trabajo: ¿Qué me trajiste? ¿Qué me compraste?
No hay pomos de leche, ni cajas de helado y mucho menos galletas de sal. Casi todos los departamentos de aquel mercado están vacíos, apenas ocupan los estantes botellas de ron y vino y otros productos enlatados bastantes caros, por cierto. Solo en el área de los cárnicos una aglomeración de público y la impaciencia de los que esperan alertan que queda poca carne cerdo.
Sin embargo, dentro el citado centro y su frente están en oferta por muchas personas jóvenes y fuertes, en su mayoría, con una variedad amplia de alimentos, los mismos expendidos poco antes allí. Siempre tienen compradores, de esos que no se inmutan ni enfrentan y se doblegan sin chistar ante cifras imposibles para muchos.
Sigues el andar y pasas por el céntrico bulevar y te “asaltan” otras muchas proposiciones desde el “compro y vendo americanos”, “tengo zapatos, pitusas y aceite” hasta los que con disimulo o no queriendo las cosas, muestran, en forma de abanico, blíster de los más necesarios medicamentos y en falta en la red de farmacia.
Llegas a casa y nada más logras tomar un vaso de agua y comienza la “fiesta” de los acaparadores-revendedores que recorren calles y caminos en bicicletas, carretones o a pie. Pregonan una y otras vez sin límites ni recato.
Así puedes escuchar los más disímiles ofrecimientos, claro que todos los productos en venta tienen duplicado y en no pocos casos, triplicado su importe, entre ellos los del agro, esos a los que se les fijó un precio topado, pero que ni en la feria de los domingos se respeta, como escribiera a la Redacción de nuestro periódico, el holguinero Rubén Rodríguez Carbonell, a quien en el área de Los Chinos le llamara la atención tres puntos de venta donde los tomates eran comercializados a 10 pesos la libra, pasada la una de la tarde de este 27 de enero.
Y ya un poco aliviados en los últimos meses de los “despertadores de harina”, que daban el de pie a grandes y chicos a partir de las 5 y 54 am, porque no hay pan de corteza dura o telera en las fábricas para la venta liberada, ahora surgieron los especuladores de galletas de sal (porque a falta de pan galletas), con la proposición despiadada de los paquetes de 10 pesos a 20 y los de 20 a 30 en cantidades que provocan la preguntan: ¿cómo ellos se apropian de sacos y cajas repletos de ese producto, cuyo expendio está orientado a dos bolsos por persona?
Muchos se quejan ante tanto desparpajo y progresivo aumento de los que no trabajan y quieren vivir del sudor ajeno, pero pocos se enfrentan a esos mercaderes sin parabán y, lamentablemente, cuando algunos son sorprendidos in fraganti por los que deben hacer valer la legalidad y disciplina hay quienes los defiende y les llama “luchadores”.
Los momentos actuales son de unidad y enfrentamiento conjunto a ese grupo minoritario, que no puede seguir fructificando al margen de la legalidad. Los comerciantes con sus administraciones al frente deben asumir el cumplimiento de lo normado por el Ministerio de Comercio Interior y lo estipulado en la Protección al Consumidor.
Por su parte los organismos competentes están convocados a la supervisión y la aplicación del Artículo 230 del Código Penal, el cual establece la privación de libertad de tres meses a un año, la multa de 100 a 300 cuotas, o ambas, para especuladores y añadaríamos, además, la vinculación directa al trabajo socialmente útil, hoy con escasez de brazos fuertes y jóvenes, como los del molzabete irreverente, que propuso a la tía “leche, galletas y helado”, sin haber sudado una gota en producir nada.
Comentarios
Tampoco han surtido el efecto necesario las regulaciones con la cantidad de artículos a comprar, pues controlan la venta, pero no las veces que una misma persona adquiere el producto, resultado, solo una pequeña plaga adquiere en incesante círculo vicioso mientras otras personas languidecen al final de la cola, controlada por los revendedores. Ni la policía logra abatir a tan nefasta plaga.
TU AS ESTUDIADO Y ESFORZADO POR MUCHOS AÑOS, ERES INGENIERO, MÉDICO, PROFESOR, ERES MASTER, DOCTOR, NO CABEN EN TU CASA LOS DIPLOMAS, LOS TÍTULOS CIENTÍFICOS, ERES EL ORGULLO DE LA FAMILIA, ES CIERTO, PERO NO TIENES PARA COMPRAR LA LIBRA DE LIMÓN, MUCHO MENOS LA CAJA DE HELADO O ALGUNA OTRA COSA PARA TU HIJOS QUE ESPERAN EN CASA Y QUE VEN EN TI UN GUÍA. YA ES LA HORA DE QUE ESO SEA DIFERENTE, QUE MIS ESFUERZOS SE TRADUZCAN EN BIENESTAR, QUE DEJE DE SER LA COMIDA MI PRINCIPAL CAUSA DE PREOCUPACIÓN