Juego peligroso

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motorista
 
Lo peor de este juego, definitivamente, es que puedes morir. Con suerte, solo pierdes un miembro, un órgano, la memoria.Aunque matar, no importa si a un desconocido o a un ser amado, puede ser igual de terrible, o más.Después de todo, lo peor de este juego al azar es que nunca sabes con exactitud qué puedes perder.
 
Todos los días, por las calles de la ciudad, veo a la mayoría tomar parte en él y me pregunto por qué lo hacen, si es ignorancia o simple imprudencia.
 
Hay choferes, por ejemplo, que no asimilan la naturaleza del tránsito: adelantar y ser adelantados. Insisten en lo primero, aunque sea por la senda prohibida, mientras ahogan el motor para evitar lo segundo. A veces, me los imagino, rápidos y furiosos, intentando ganar una competencia sin sentido contra todos los demás. El machismo, sin dudas, también maneja.
 
Los motoristas son los más apurados. Se lanzan aunque el tiempo apenas alcance para mirar y se cuelan por cualquier espacio, pegándose demasiado a los grandes camiones, que tienen puntos ciegos en los cuales no reparan.
 
A diferencia de ellos, los bicitaxis y los cocheros son incapaces de ir a exceso de velocidad, pero han desarrollado la molesta costumbre de atravesarse en la calle y detenerse sin avisar.
 
De forma similar ocurre con bicicletas y motorinas. Por alguna razón, los dueños se consideran ajenos a las leyes del tránsito. ¿Qué podría pasar a la velocidad de una motorina? Personalmente, cuando voy a cruzar las calles de un solo sentido, también miro en el contrario.
 
Los de a pie también juegan. Algunos dicen que si los arrollan, los tienen que pagar, como si de participar en una comparsa se tratara, como si la ausencia doliera menos al indemnizarse.
 
Romper las reglas se ha vuelto, en estos días, una cuestión casi romántica, una prueba de osadía, un medio amparado por los fines. Sin embargo, las reglas de este juego están pensadas para sustentar el desarrollo de la sociedad y evitar que nos matemos unos a otros en el camino.
 
Nada justifica violarlas, ni manejar en estado de embriaguez o hablando por celular, ni exceder los límites de velocidad, desatender una señal o violentar el derecho del otro… Pregúnteles a los que han perdido a alguien sobre el asfalto, o al borde.
 
La verdad, nadie quiere provocar un accidente, suele decirme mi abuelo (casi una vida manejando). A veces, la gente anda con la cabeza en otra parte, ¿de qué otra manera uno vería tantas barbaridades en la calle?
 
Falta responsabilidad, abuelo, le respondo siempre. Estamos tan habituados que ya no lo percibimos: de esos cientos que nos pasan por al lado, día tras día, depende nuestra vida. El equilibrio es frágil. Un simple fallo desencadena las peores consecuencias.
 
Hay tiempo para pensar en lo que uno ve por la ventanilla del ómnibus. Es de mañana y los pasajeros desesperamos. Una hilera interminable de carros tiene arrinconada la Diana en esta salida. Ninguno, por cortesía, le cede el paso. Después de todo, lo peor de este juego al azar es que nunca sabes qué puedes perder, hasta la posibilidad de llegar puntual al trabajo.

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Comentarios  

# Josh 25-10-2018 11:40
apretaste, has narrado un apocalipsis irreal... recuerda q una caricia hace menos ruido q una bomba... pero hay muchas más caricias q bombas..
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# Claudia 26-10-2018 09:25
Josh, primero que todo, gracias por dejarnos su comentario. No es intención del artículo llevar al extremo el asunto que aborda, solo trata de enfocar la parte del problema que más preocupa. Lo que está bien, no necesita de arreglos...
Mucho se habla, en todos los medios de comunicación, de cultura vial. De responsabilidad. De precaución. Sin embargo, los hechos lamentables siguen ocurriendo, con una frecuencia también lamentable. Desgraciadamente, las fórmulas más delicadas, al parecer, no surten efecto...
Quizá, hablar claro sobre el tema, hablar directamente sobre sus consecuencias, haga reaccionar a aquellos que incurren en lo que el artículo narra. Ojalá el trabajo genere realmente el ruido de una bomba y acabemos de ancaminarnos por la senda correcta. Saludos.
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