Nos fuimos con honor

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Esta semana estuvo signada por la participación del presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en el 73 periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, con sede en Nueva York.
 

Otra vez la voz revolucionaria resonó en la tribuna de ese organismo internacional que, tradicionalmente, se reúne en septiembre para examinar al mundo.

El Líder Histórico de la Revolución Cubana, el Che y el General de Ejército habían dado la medida, después de 1959, de cuántas verdades se le pueden cantar al Imperio, cuando se tiene prestigio y vergüenza, y se es justo, como aconsejó Martí.

Quedaba la leyenda del discurso de Fidel en 1960 (interrumpido 12 veces por aplausos), su abrazo con Nikita Kruchov –corrían tiempos antisoviéticos– y el hospedaje negro y solidario en el hotel Theresa, del barrio de Harlem, soplaban también vientos segregacionistas, no olvidarlo.

La Babel de Hierro, la urbe neoyorquina, la que aparece “N” cantidad de veces en películas y es solo superada en glamour por París, acogió a los 193 países miembros de Naciones Unidas y a una cantidad récord de jefes de Estado y de Gobierno. Los números quizás aumentaron porque hay que ponerle seriedad al crecimiento de conflictos bélicos, migraciones, enfermedades, cambio climático, desigualdades, hambre…

Por nuestra Cuba varió la figura política, pero se mantuvo la postura digna, que escucha, incluso, a quienes piensan u obran diferente.Se demostró cuántos detractores del Bloqueo existen dentro de EE.UU. los cuales, parece, reaccionarán ante los desatinos de Trump y sus fabricados ataques acústicos, libreto al que acuden las administraciones norteamericanas desde el Maine o Pearl Harbor.

Díaz-Canel homenajeó a Mandela, El Apóstol de la Paz, al decir del Comandante en Jefe. En la Cumbre por la concordia entre seres humanos, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros fue claro en su mensaje, subrayando los lazos entre la Isla y el continente africano, forjados en el desgarro de la esclavitud, o la trinchera más polvorienta de los confines etíopes o angolano, por citar solo dos ejemplos.

Y sus palabras, en el periodo de sesiones propiamente, fueron opuestas a las del magnate, cuya sarta supremacista hasta risas provocó en el auditorio, cuando menos harto de su cháchara. Las diferencias entre lo que dijo el mandatario cubano y el inquilino de la Casa Blanca son las de los sistemas, uno que cree en la república “con todos y para el bien de todos” y el otro en el orden individualista.

La Asamblea General de la ONU no puede ser una pasarela de oradores,que mida el buen vestir, la locución y el peinado. Hay que ir, como hizo Díaz-Canel, con propuestas sin discriminaciones, asesinatos, leyes extraterritoriales, armas nucleares y despojos. La alfombra roja es para la farándula; a Nueva York, el noveno mes del año, se va a buscar fórmulas sensatas, a ayudar a débiles y vulnerables, a sugerir el multilateralismo, que debe ser tolerado, ohabrá disputas, eternamente, sobre la faz de la Tierra.

Me enorgullece haya solidaridad en Harlem todavía, que tengamos al frente de los destinos patrios a alguien que nos haga quedar bien ante los ojos universales, no por estar “trajeado”, sino por los valores expresados, aprendidos de aquellos que sacaron a Batista del poder. Las generaciones van y vienen, las ideas permanecen.

La onda de David sigue lanzándose entre rascacielos en la gran manzana, donde huele a azufre aún. Nos fuimos con honor.
Nelson Rodríguez Roque
Author: Nelson Rodríguez Roque
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Licenciado en Estudios Socioculturales Periodista Deportivo y de temas Históricos y Políticos

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