La Narrativa del Descubrimiento

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La madrugada del 12 de octubre de 1492, Rodrigo de Triana, tripulante de la Pinta, avistó la isla de Guanahaní, en las Bahamas, donde desembarcaron en las primeras horas de la mañana. Esta es una fecha que ha sido tradicionalmente conocida como el "descubrimiento de América". Cristóbal Colón, con el respaldo de los Reyes Católicos de España, marcaría un cambio irreversible en la manera de ver el mundo hasta la fecha.

 La narrativa del "descubrimiento" ha sido objeto de un intenso debate académico que cuestiona su significado. La llegada de los europeos marcó el inicio de un proceso de colonización que tuvo profundas repercusiones en las civilizaciones indígenas ya existentes, que, según estimaciones, rondaban los 50 millones de personas.

Investigadores como Miguel León-Portilla, Edmundo O’Gorman y Federico Navarrete han propuesto varios enfoques que desafían la visión eurocéntrica tradicional. Estos autores argumentan que el término "descubrimiento" no solo es problemático, sino que también minimiza la rica historia y cultura de los pueblos indígenas.

León-Portilla señala que “el desconocimiento y desdén” hacia las culturas nativas por parte de los europeos contribuyó a un discurso que invisibiliza sus trayectorias históricas y sociales. Este enfoque invita a considerar el impacto devastador de la colonización y a reconocer la existencia de civilizaciones complejas y desarrolladas mucho antes de 1492.

Es crucial reevaluar cómo se enseña esta historia. En lugar de perpetuarla de manera simplista para glorificar el encuentro entre dos mundos, es fundamental reconocer la complejidad de las interacciones que se dieron en ese momento histórico.

Para tener una idea, sirva de ejemplo el método bochornoso que, a partir del año 1500, comienza a usarse como procedimiento ¿legal? que autorizaba a los europeos a conquistar las nuevas tierras. El documento, escrito por el jurista Juan López de Palacios Rubios, se conoció como “El Requerimiento” y, en parte, versaba:

“… os rogamos y requerimos que entendáis bien esto que os hemos dicho (...) y reconozcáis a la Iglesia (...) al Sumo Pontífice (...) y al Rey y reina doña Juana, nuestros señores, en su lugar, como a superiores y reyes de esas islas y tierra firme (...) Si así lo hicieseis, haréis bien (...) Y si así no lo hicieses (...) os haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de Sus Majestades, y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos, y como tales los venderemos y dispondremos de ellos como Sus Majestades mandaren, y os tomaremos vuestros bienes, y os haremos todos los males y daños que pudiéramos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen (...)

Es relevante señalar que estaba redactado en latín. Durante su primer encuentro con los indígenas, los conquistadores lo leían desde una distancia segura, por ejemplo, desde los barcos anclados en la costa, para protegerse de posibles ataques. Aunque los indígenas podían escuchar lo que se decía, no comprendían el contenido; sin embargo, al ser leído, se aseguraba su validez legal.

A lo largo del tiempo, la conmemoración del 12 de octubre ha adoptado diferentes nombres y significados en varios países hispanohablantes, desde el "Día de la Raza" hasta el "Día de la Hispanidad". Estas celebraciones han sido utilizadas para promover una identidad que a menudo ignora las voces y experiencias de los pueblos originarios.

La fecha debería servir de meditación y silencio respetuoso por todas las víctimas del proceso. Un día para examinar de forma crítica sus consecuencias duraderas en las sociedades contemporáneas. Un llamado al respeto por la diversidad cultural, una reflexión sensible sobre las nuevas formas de colonialismo. Los casos de Malvinas, Puerto Rico, Sahara Occidental y la tan dolorosa Palestina insisten como banderas rotas sobre el cadáver del mundo, cuando deberían ser campanadas que silencien el discurso injerencista e irrespetuoso que atenta contra la libre determinación y el orgullo cultural de los pueblos.


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