¡Hasta siempre, compay!
- Por Jorge Fernández Pérez
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Querido Elpidio Valdés:
Hace algún tiempo que no estamos en contacto, quizá por la dinámica envolvente de la rutina o el descuido provocado a raíz del paso del tiempo, pero no se me ocurre una mejor oportunidad para volver a ti que en este octavo mes del año, a propósito de tu cumpleaños 54.
Fue el 14 de agosto del 1970 la fecha en la que viniste al mundo, de la mano del caricaturista, ilustrador, historietista y guionista, Juan Padrón, quien propició tu llegada, quizá sin sospechar que te convertirías en un símbolo para un sinnúmero de generaciones.
Tu propósito estaba marcado y, en un principio, serías una historieta que tendría por casa a la revista Pionero, con el objetivo de entretener y educar a los pinos nuevos, valiéndote de esa gracia criollísima de mambí, que devendría en una arraigada expresión de los principios de nuestra nacionalidad.
Poco a poco, te fuiste ganando un lugar en la preferencia de toda la familia, pues tus vivaces historias acaparaban la atención de grandes y chicos y, cual estrella en ascenso, te posicionaste en la televisión y los cines de la Isla, dándole un nuevo alcance a tu papel en la animación.
Por supuesto, nunca estuviste solo, creo que de estarlo no irradiarías esa singular energía, con la que conducías a las tropas mambisas y hacías temblar al general Resóplez y su camarilla de colonialistas, empecinados en su afán de someter a una nación que luchaba por la libertad.
Es por ello que aprovecho estas líneas para saludar a María Silvia, Palmiche, Eutelia, Pepito y al resto de camaradas que siempre te acompañaron en cada ocasión, pues sin ellos tu paso por la manigua no habría sido el que todos conocemos.
Según la tendencia de ponerse nostálgicos en las fechas especiales, rebusqué en diferentes materiales para conocer cómo fue el proceso creativo del cual emergiste y, para mi sorpresa, eres el resultado de una casualidad que marcó la infancia de un país.
“Hacía la historieta del samurái Kashibashi para la revista Pionero y en ella aparecía un cubano del siglo XIX, que yo decía que era mambí. Le puse Elpidio Valdés para que se pareciera a Cecilia Valdés, y lo dibujé a la primera, sin boceto”, dijo Juan Padrón, tu papá, cuando le preguntaron sobre los orígenes del personaje.
“El protagonista era Kashibashi, pero este tipo (Elpidio), las cosas que decía, que yo hacía que dijera, me eran mucho más simpáticas que la del japonés. Entonces viré las 12 páginas que tenía “boceteadas” y empecé toda la historia con Elpidio como protagonista”, complementó tu creador y el primero de muchos fanáticos.
¡Qué dicha ha sido tenerte en nuestras vidas! Contigo hemos aprendido a conocer de dónde venimos, lo que define a nuestras raíces y la riqueza de la historia que nos precede, como resultado del compromiso y la sangre de muchos hombres y mujeres que, como tú, querían legarles a sus hijos una patria soberana.
Es cierto que últimamente hemos sabido menos de ti, tu presencia en las pantallas ha disminuido y las historietas que protagonizas se han vuelto un tanto difíciles de encontrar. Tal vez, muchos niños de hoy no han tenido la oportunidad de presenciar tus andanzas tan a menudo y, a decir verdad, se te extraña.
Tu creador ya no está físicamente, pero su legado perdura en ti y otros tantos personajes que son de todo un pueblo. Decir Elpidio Valdés es decir Cuba y estoy seguro de que no hay penetración cultural que pueda socavar ese mérito, ganado por derecho.
Ojalá pueda verte pronto y más seguido. A pesar de las distancias, ten por seguro que mi infancia fue más bonita porque tu estuviste acompañándola y espero, de todo corazón, que las nuevas generaciones de cubanos también puedan contar con el privilegio de tu presencia mambisa. No te olvidamos, Elpidio.
¡Hasta siempre, compay!
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Felicidades para Arpidio Vardés y su caballo Parmiche.