La masacre de los inocentes
- Por Katherin Morán Barnet / Estudiante de Periodismo
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Mi nombre es Carlos Augusto de la Torre y tengo 21 años. Soy estudiante de medicina en la Universidad de La Habana, pero nací en Camagüey, y aunque estudio medicina también amo las artes, mas hoy nada de eso importa, hoy es el día más triste de mi vida. Hoy me van a fusilar junto a otros siete compañeros, por un delito que no existe.
Todo empezó el viernes pasado, cuando fuimos al cementerio de Espada a realizar unas prácticas de anatomía. Algunos de nosotros entramos por curiosidad a ver el panteón donde estaba enterrado el periodista español Gonzalo Castañón, que se había hecho famoso por sus ataques contra los cubanos. No tocamos nada, ni faltamos al respeto, solo miramos la lápida y la corona de flores que le habían puesto, al parecer solo eso era necesario.
Cementerio de Espada, Habana, Cuba.
Pero resulta que unos Voluntarios, que son unos españoles fanáticos y violentos que nos odian, nos vieron y nos acusaron de haber profanado la tumba, de haber arañado la lápida y arrancado la corona. Nos detuvieron y nos llevaron a la cárcel, sin dejarnos explicar nada. Allí nos torturaron y nos amenazaron para que confesáramos algo que no habíamos hecho.
El proceso judicial fue una farsa. El único que nos defendió fue el capitán español Federico Capdevila, que había sido testigo de los hechos y que dijo la verdad. Pero nadie le hizo caso, nadie creyó en nuestra inocencia. Los Voluntarios presionaron al tribunal para que nos condenara a muerte, y el gobernador Valmaseda, que podía habernos salvado, se lavó las manos.
Así que aquí estoy, en la explanada de la Punta, esperando que me disparen. No interesa si me sé todos los órganos del cuerpo, o si conozco todos los síntomas de la viruela, menos que menos importa que pueda identificar a los pintores del barroco. No importa que sea un buen hijo, como mismo no importa el hecho de que, tal vez, habría sido un buen padre.
Estoy rodeado de mis amigos, que son como mis hermanos. Ellos son Anacleto Bermúdez, Carlos Verdugo, Eladio González, José de Marcos Medina, Juan Pascual Rodríguez, Pascual Rodríguez Pérez y Ángel Laborde. Tenemos entre 16 y 21 años, y somos hijos, hermanos, novios, amigos, de familias humildes y trabajadoras. Teníamos sueños, proyectos, ilusiones, y ahora todo está por acabar.
La masacre de los inocentes, es una pintura de Peter Paul Rubens creada durante el barroco. Fotos tomadas de internet
Pero no tenemos miedo, ni odio, ni rencor. Solo tenemos amor, fe y dignidad. Amor por nuestra patria, que queremos libre y soberana. Fe en Dios, que nos acogerá en su seno. Dignidad de hombres, que no se doblegan ante la injusticia. Nuestras últimas palabras son de despedida, de esperanza, de rebeldía.
Ya nos ponen las esposas y nos llevan al patíbulo. Ya nos ponen frente al pelotón de fusilamiento. Ya dieron la orden de disparar. Ya se oyen los tiros. Caemos al suelo, bañados en sangre, teñida de injusticia como en un cuadro de Peter Paul Rubens, como en La masacre de los inocentes ya subimos al cielo, clamando por justicia. Ya dejamos de vivir. Ya somos mártires de la libertad, héroes de la historia, símbolos de la juventud.
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