Comunicar la bancarización

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Cumplí años la semana pasada. Una cifra de esas terminadas en cero que la tradición impone como aniversarios cerrados y, aunque trates de alejarte del fetiche conmemorativo, terminas creyendo que algo diferente habrá que hacer ese día.

 Dicho y hecho. Bueno, tanto como hecho no, pero decidido sí a poner sobre la mesa algún plato festivo y un par de cubiertos de más, sin reparar mucho en los precios, que el dinero no se come y es para gastarlo. Quiero decir la representación virtual del dinero en la cuenta de banco, según la comprobación de saldo que uno hace antes de dormir, para conciliar el sueño, sobre todo cuando salud y deberes están satisfechos.

Porque nadie negaria que es una bendición la posibilidad de pagar la luz o el teléfono, todo tipo de impuestos incluidos los sellos de timbre, hacer compras o reservaciones, y llevar la contabilidad de tus ahorros desde la horizontalidad de la alcoba.

Una inconmensurable cuota de estrés arrebatada a las estériles horas-cola a las que la inmensa mayoría de los cubanos nos vemos obligados, por seguros pero dilatados módulos de alimentos o volátiles e imprevisibles montos de efectivo en los cajeros automáticos.

El punto es que tampoco estamos tan avanzados para olvidarnos del papel moneda y transitar suertudos al equivalente universal virtual como medida del valor y forma de pago, porque el plato fuerte del cumple, guarnición, ensalada y postre conmemorativo con los correspondientes líquidos, demandan plata en efectivo, sin más ni más.

De modo que, decididos a pasarla bien, nos alistamos los cuates a desafiar el estrés de los cajeros con tiempo suficiente y mucho optimismo, que rápidamente se fueron agotando como el dinero en los maltrechos aparatos.

Inteligentemente, se impuso migrar hacia la tan mentada opción de caja extra, simple e impoluta como todo lo digital, pero irremediablemente sometida al déficit analógico de efectivo en la red de comercio, con una circulación mercantil deprimida cuasi como en los años noventa, que no suma recaudación suficiente en los establecimientos, para hacer más que dos o tres servicios en cada jornada. Sin descontar que, dada la coyuntura, dependientes de Comercio y otros afortunados tampoco pueden prescindir del cash como sus amigos y parientes, por lo que cabe suponer que algún plan jaba discreto deba haber entre la potencial clientela.

Por cierto, directivos del sistema bancario en la provincia consultados al respecto tampoco pudieron arrojar luz sobre la duda acerca del índice probable de población que se beneficia en la práctica con la alternativa, como parte del proceso de bancarización que, además, va más allá de ciertas medidas financieras recientes sobre el sector empresarial.

Pero los hechos revelan tozudamente una estadística poco feliz, sobre la ineficacia de las opciones para asegurarse una cuota razonable de dinero en efectivo por parte de las personas que puedan intentarlo, como para creer que todo es miel sobre hojuelas y avanzamos victoriosamente hacia el futuro con la tarea.

Asimismo, intentar el rescate de tu efectivo en las cajas de alguna sucursal del Bandec, por ejemplo, puede recibir una gentil negativa de la cajera, confirmada rotundamente por algún superior con modales menos amables, quien asegura reservar el dinero disponible solo para jubilados y salarios, si fuera el caso de algún cliente de la misma sucursal y, ante tu insistencia, acompañarte hasta la puerta sin apenas una disculpa por el mal servicio.

Pero bien, a sabiendas de que en Bandec no solo pueden negarte un servicio tan básico, sino poner obstáculos absurdos para abrir una cuenta fiscal y hasta desconocer la legitimidad de tus documentos por predisposición de las empleadas y hasta algún gerente, decides buscar el efectivo necesario por alguna senda viable hasta que aciertes.

Confirmas entonces que la bancarización tan necesaria está mal explicada, que se carece de una estrategia de comunicación adecuada a cada escenario, sean bancos o bodegas, y que falta sensibilidad y empatía a quienes, por sus funciones, les corresponde implementar el proceso de cara al público.

Felizmente consigues el milagro financiero entre el mercado de Las Novedades y el restaurante Constelaciones, pero ya perdió la gracia el pretexto del cumple que pasó sin penas ni glorias y queda a la espera, en saludo a algún otro aniversario cerrado. Pero cuál.

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