Insensibilidad

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La falta de capacidad de ponerse en la piel del otro, cuando nos toca servirlo, es la culpable de muchos maltratos y perdida del preciado tiempo de las personas.
 
Si nos ponemos una coraza antisentimientos y actuamos como los autómatas, sin valorar las especificidades de cada quien, nos vamos nutriendo de insensibilidad.

Ningún caso es igual, de ahí que la prioridad varía. Hay personas que no pueden esperar ni recibir una atención cualquiera, se necesita diferenciarlas, para ser más objetivos.

Medir a todos con el mismo rasero es una superficialidad. Siempre recuerdo una cola frente a una consulta médica en un hospital, en la que no se tuvo en cuenta al que llegó primero, sino de dónde venía el paciente, porque no es lo mismo vivir en el municipio cabecera que en Moa, son detalles que nos hacen grande.

En una cola de prestación de servicio ocupa distinto lugar, aquellos fuertes y sin dificultad física, que ser discapacitado en una silla de rueda. Para comprar una balita de gas son diferentes quienes no trabajan ya, a quienes acuden después de la jornada laboral, con la presión del tiempo.

No se entiende mucho, tener posibilidades durante todo un día de ir a la bodega y hacerlo, precisamente, cuando los trabajadores concluyen sus actividades y acuden a la tienda.

Un ejemplo de buenos sentimientos y esa necesaria sensibilidad refleja el lector Racel Arias Gómez, especialista en la empresa municipal de comercio en Mayarí, quien pondera, en su correo, las cualidades del chofer Ismael William Santibé, cariñosamente conocido en Antilla como “Papita “, conductor del ómnibus yutong, con chapa B 195 110.

Cuenta: “El recoge en cada parada a todo el que lo necesita, siempre con buen carácter, humanismo y solidaridad”. Racel da las gracias a los jefes de William, por la exigencia de que cumpla con lo indicado por el Ministerio de las FAR, de transportar población sin cobrar el servicio prestado.

Ojalá, dice, otros choferes sean y actúen como Santibé. Conviértase este profundo agradecimiento en un estímulo, para las empresas CASTOR, UCM Mayarí, Agropecuaria Guatemala, Forestal y Emplomat”.

Estamos ante un caso concreto de actuar poniéndonos en la piel ajena. Ismael William, cuando va detrás del timón, piensa en esos cansados obreros u otras gentes que, para llegar a casa dependen de la buena voluntad de las personas.

Si todos fueran como William, con su mirada generosa al prójimo, muchos problemas nos ahorraríamos, porque en momentos difíciles vale mucho tender la mano al que lo requiere. Juntos podemos más.
 Hilda Pupo Salazar
Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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