Sembrar para recoger

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Le dice la mamá a su amiga: “Llama a mi hija por teléfono, hoy discute la Tesis”, pero ¿la joven merecía que alguien levante el auricular, para saber de ella y sus triunfos?

Hay una frase que nunca perderá vigencia: “Para recoger, debe sembrarse primero”. Nadie pretenda recibir un gesto noble, solidaridad, ayuda, amabilidad, consideración o un recuerdo si antes no tuvo un comportamiento positivo con sus semejantes.

En la vida se debe ser familiares con los suyos o amigo a toda prueba y dar la misma atención a la que aspiramos ante cualquier situación.

En otra parte de la balanza están los malagradecidos, esos olvidados con los favores recibidos, que cuando necesitaron auxilio lo tuvieron y, ahora, se creen no requeridos de nadie, porque tienen otra posición.

La gran autosuficiencia, de ese tipo de personas, es considerar el apoyo como algo correspondido por su actuación o, que la gratitud, debe darse de acuerdo con el servicio. No es lo mismo, según ellos, la búsqueda del hijo en el círculo infantil o recibir un regalo de mil pesos.

Casi siempre precisan de apoyo, por el contrario, rara vez se detienen a escuchar los problemas de otros, porque los suyos siempre son más graves o más importantes. Recurrirán a ti cuando te necesitan, pero olvidan estar presente si los demás requieren de ayuda. En esos momentos, desaparecen.

Todos necesitamos sentirnos importantes para los otros y, recibir ayuda, sin pedirla vale doble. No podemos calificar de buenas personas a aquellas que solamente te llaman cuando te necesitan, porque los buenos lazos, los más estrechos y los más duraderos se forjan a través de una construcción mutua.

Las personas malagradecidas se consideran con derecho a correr a su rescate en situaciones difíciles. En algún lugar recóndito de sus mentes asumen que “les debes algo” tan solo por el hecho de ser amigo o familiar y, en consecuencia, la ayuda debe llegar como algo natural.

A pesar de que siempre estuviste, dejaste de hacer tus cosas para ir en su socorro o buscaste todas las formas de contribuir a solucionar sus problemas, si en alguna ocasión no pudiste dar respuesta o no pudiste ayudarlos, te lo recordarán hasta el final de los tiempos, porque el desagradecido no entiende razones y considera el apoyo como una obligación.

Se dice sobre lo importante de una familia unida, en la cual se auxilien unos a otros, por tanto, duelen las actitudes falsas y esos miembros de los lazos de sangre comunes, que se mantienen indiferentes con los problemas de los demás, como si nunca precisaran de ayuda.
 Hilda Pupo Salazar
Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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