Entre café y viandas

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 productor anap entravista AlexisIledaire Molina Hechavarría, joven agricultor de Sagua de Tánamo con una reconocida trayectoria dentro de la Anap. Foto: Alexis del Toro

El contagioso ritmo de la música de Polo Montañez y el jolgorio que implicaba el reencuentro de campesinos vinculados a la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (Anap) en el municipio de Sagua de Tánamo en su asamblea de balance, no impidió una conversación tan locuaz con un guajiro de “pura cepa”, muy actualizado, como los antivirus informáticos.

Conversar con Iledaire Molina Hechavarría no se circunscribe a las labores agrícolas, porque su profesión le ha exigido prepararse en las actividades vinculadas al campo, ya sea en términos cuantitativos o cualitativos, siempre perfeccionando su actuación para buscar mayor rendimiento productivo.

Iledaire es el presidente de la Cooperativa de Créditos y Servicios Fortalecida (CCSF) Pedro Marrero, de la localidad de El Sopo, en el municipio de Sagua de Tánamo, la de mejores resultados en la entrega de café y viandas en ese territorio y una de las mayores productoras en la provincia, a pesar de ser la más distante de la capital sagüera.

“Nuestra CCSF está ubicada en uno de los lugares más intrincados del municipio de Sagua de Tánamo, colinda con la provincia de Guantánamo, pero eso no nos impide que las producciones lleguen a su destino, pues para eso trabajamos.

“Esta (CCSF) se constituyó en el año 1979 como una cooperativa normal, pues en aquel tiempo no se fortalecía. En ese momento se inició aproximadamente con poco más de 40 productores, la mayoría de ellos campesinos; y no es hasta el año 2004 que toma la categoría de Fortalecida.

“El café es el principal renglón económico de la cooperativa; sin embargo, también nos destacamos en la entrega de viandas y cítricos, gracias a la estrategia que nos hemos trazado para aumentar las cosechas, aunque la principal dificultad en este sector no está en la producción, sino en el acopio de sus productos”.

La CCSF Pedro Marrero pertenecía, inicialmente, al movimiento de los cien quintales por caballería, pero gracias a su crecimiento en cantidad de asociados y al consagrado trabajo que realizan, hoy están vinculados a la agrupación de la media tonelada por hectárea.
 
Desde que se comenzaron a entregar en el año 1995 las primeras tierras en usufructo, la comunidad campesina de El Sopo, ha mostrado alentadores progresos productivos y hoy la CCSF que dirige Iledaire, cuenta con 157 productores asociados, integrado por 14 campesinos y 143 usufructuarios, de los cuales 28 son mujeres.

“Yo comencé en esta cooperativa como técnico extensionista, pero ante una necesidad en determinado momento, la máxima dirección de la empresa conversó conmigo para que asumiera la presidencia y con mucho orgullo la dirijo desde el año 2016 con buenos resultados hasta ahora.

“El año pasado entregamos 42 mil latas de café, más del 10 por ciento de lo que acopia la empresa, resultado que se logra solamente con un trabajo en equipo y es que los productores de esta CCSF convivimos como una familia, la comunicación entre los productores y la dirección de la CCSF es bastante buena, armónica, nos entendemos, hacemos los planes desde el surco, con ellos y creo que ahí ha estado clave.

“Nuestro principal producto es el café, del que tenemos 265 hectáreas sembradas, con predominio del café robusta, pero ante el llamado de aportar más y con mayor variedad, intercalamos las producciones y dentro del propio cerezo sembramos plátanos vianda, fruta y burro, además del boniato y yuca.

“A pesar de que la vianda no es nuestro ´fuerte´, fuimos los que más entregamos en el municipio, más de mil toneladas, y eso nos enorgullece, porque sabemos que estamos contribuyendo con la alimentación del pueblo.

“El plan que nos propusimos en 2019 era de 39 mil latas de café; sin embargo, entregamos 42 mil, al cierre del mes de diciembre. En las viandas teníamos que entregar 500 toneladas, pero doblamos las cifras. Para este 2020 tenemos planificado más de mil 300, aunque pronosticamos llegar a las 2 mil toneladas”.

¿Dónde usted cree que esté la clave de ese resultado?

“Nosotros tenemos comisiones de trabajo, vamos a la casa de los campesinos para mantenernos cerca de ellos; eso nos permite una buena comunicación y que ellos se sientan atendidos. Diseñamos un cronograma en el que planificamos un grupo de actividades donde tenemos presente cumpleaños, actividades en fechas históricas, encuentros que hacemos trimestralmente”.
 
Según afirmaron algunos campesinos en su asamblea de balance de la Anap, la mayor dificultad no es producir, sino llevar esas cosechas a los puntos de ventas. ¿Cómo ustedes resuelven eso?

Nosotros vivimos en una localidad que está muy apartada de la capital municipal, los caminos están en muy malas condiciones, pero ante esas dificultades buscamos la variante de concentrar la mercancía en tres puntos, donde los carros vienen a recogerlas. Desde la casa o la finca del productor a ese punto, se llevan los productos en bueyes, caballos, mulos o en lo que tenga el productor, pero sí concentramos toda esa mercancía en esos tres puntos y planificamos los días de compra y para eso no hay problemas, hasta ahora.

El municipio de Sagua de Tánamo es uno de los mayores productores de la provincia, sin embargo se acopia el 28 % nada más. ¿Qué hacen ustedes?

“Los campesinos de la CCSF Pedro Marrero tienen establecido que deben contratar el 80 por ciento de sus producciones y eso siempre tratamos de que se cumpla. Creo que el compromiso y la responsabilidad que tenga cada campesino en este trabajo es vital para lograrlo, pero también es importante el control que haya sobre esas producciones.

“La motivación siempre debe de estar presente en cualquier labor. El salario promedio de ellos oscila entre los 2 mil y 3 mil pesos; hay trabajadores que cosechan vianda solamente y cobran 4 mil quinientos pesos mensual y los productores de café cuando recogen su cosecha, no cobran menos de 30 mil pesos. Ese esfuerzo al final se convierte en beneficio para el productor, la cooperativa y el pueblo, siempre que se haga por el camino correcto, entregándolo a Acopio”.

¿Insatisfacciones?

“Quisiéramos tener en algún momento el transporte ideal para comercializar nuestras producciones en la zona, que es de difícil acceso y no puede ser cualquiera; aunque sabemos todas las dificultades que tenemos, pero es algo que anhelamos para perfeccionar cada día más nuestro trabajo, el cual lo hacemos con mucho amor, sin ese sentimiento no se puede trabajar.

“Además, necesitamos algunos recursos que nosotros no producimos, como las botas de goma, ropa y otros insumos que son vitales en la labor agrícola como machetes, lima que en ocasiones nos dan, pero no son suficientes y ante estas dificultades, se deben poner los implementos que existen en manos de los que de verdad producen”.

La familia

“Yo estoy casado, tengo dos hijas, la mayor Alianis Molina Franqui estudia en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVC) José Martí de Holguín y la otra está en la secundaria del poblado de la Alcarraza Alienis Molina Franqui, al parecer no quieren seguir la tradición agrícola de la familia.

“Mi esposa se llama Marlenis Franqui Machado está muy asociada a mi trabajo porque es productora usufructuaria de café en la propia CCSF, con resultados positivos en las cosechas. Le exijo igual o más que a los productores, porque ella tiene que dar el ejemplo, si no con que moral voy a controlar a los demás agricultores.

“Esa producción la atiende ella, un día puedo ayudarla, pero no es frecuente, porque yo salgo de la casa a las 6:00 am y son las 7:00 pm y todavía estoy en el trabajo o de recorrido, algo que le chocó al principio, pero ya se ha ido acostumbrando.

“No obstante, la familia es lo más grande que yo tengo y sin ella los buenos resultados nunca llegarían”.
 
Flabio Gutiérrez Delgado
Author: Flabio Gutiérrez Delgado
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Licenciado en Comunicación Social. Soy un ferviente apasionado del mundo deportivo, atrapado por la magia del fútbol, pero no descuido la cultura general y siempre estoy dispuesto a aprender algo todos los días, cuando no lo hago, siento que he perdido el tiempo.

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