Marisol Osorio: Mujer de caña, azúcar y miel

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marisol mujer azúcar 2Foto: Cortesía de la Entrevistada.

Con cerca de cuatro décadas de labor ininterrumpida en la industria azucarera, Marisol Osorio Gavilán siente tanto amor por su profesión como en sus inicios en el sector.


Nacida y criada en el consejo popular que lleva el nombre del central e hija de una familia numerosa, confirma esta química y jefa de brigada del turno C del “Cristino Naranjo”, que "este batey ha sido testigo de mi hermosa niñez, juventud y, posteriormente, de mi desempeño profesional".

El movimiento y alegría que generan las etapas de zafras fue despertando, desde que era una niña despertó en especial interés en ella por la industria; sabía de los químicos y los laboratorios y "sentía mucha curiosidad por los análisis que allí se hacían, quería saber de dónde y cómo salían aquellos olores inconfundibles, el grano moreno que le encantaba echar a la boca apuñados y todo el proceso fabril".

"En la escuela empezaron a crear muchos círculos de interés y a través de ellos nos llevaban a la industria, así fue cómo nos fuimos relacionando con la fábrica hasta que pude ingresar como ´muestrera´, lo que hoy se conoce como auxiliar de laboratorio.

“Recopilábamos todas las muestras de los dos tándem que existían: el A y el B, y se las llevábamos a los químicos, portadores de una gran experiencia. Había auxiliares de los químicos que trabajaban dentro del propio laboratorio y cuya función era preparar todo lo necesario para los análisis.

“De ´muestrera´ pasé a auxiliar, con lo cual logré, de manera paulatina, una mejor preparación, por la cercana relación con los químicos, dispuestos siempre a ayudarnos y enseñarnos el proceso".

A su memoria llegan especiales recuerdos de sus primeras zafras en el central. “Resultan experiencias maravillosas, porque el central molía mucho. Por ejemplo, la contienda de 1985 fue de gran producción, se cogieron prácticamente todos los almacenes del ´Cristino´ para almacenar azúcar”.

“Nunca olvido que para celebrar aquel triunfo hicieron un caldero gigante de caldosa para los trabajadores que habíamos participado. Fueron días de festejos y alegrías para los de la industria, el campo y el pueblo en general”, apuntó.

De su familia y hogar aclara que “el trabajo no afectó en ningún momento mi vida personal, a pesar de que los turnos eran de seis días. El más molesto era el de once de la mañana a siete de la noche. Mi esposo y yo nos habíamos mudado para Holguín y la guagua recogía a todo el personal a las nueve, por tanto debía levantarme temprano para adelantar la comida y prepararme”.

“A las 10:30 a.m ya estábamos entrando a la industria hasta las siete de la noche. Descansábamos un día y comenzábamos la otra jornada del otro turno de tres a once de la mañana".

“Desde que entré he pertenecido al mismo turno y siempre me he querido desempeñar como química, porque me gusta el laboratorio y tenía mucha curiosidad por los análisis.

“Me encanta hacer azúcar, miel... y todo lo aprendí de los de mayor experiencia, que siempre tenían un momento para dedicarnos; por eso, hoy mantengo muy buenas relaciones con ellos.

Mari, como le llaman sus amistades y familiares, tiene muchas responsabilidades como jefa de brigada, pues la calidad del análisis depende de la responsabilidad del asistente y el químico.

“Debo conocer el proceso, asegurar que el equipo cumpla con su esquema de control, velar por el cuidado de las muestras y cuidar que no se incumplan las reglas establecidas en cuanto a vestuario y comportamiento de cada asistente", aclara.

Las oportunidades de trabajar en Holguín se le han presentado a lo largo de los años, pero el amor por los análisis azucareros la han mantenido en el sector. "Adoro el olor característico del melao, del azúcar. Todo lo que soy se lo tengo que agradecer a esta industria. Esa bola de hierro es mi eterno amor y quisiera seguir trabajando en él, si la salud me lo permite", revela.

Ha trabajado también como normadora, auxiliar de limpieza y en el almacén cuando se acaba la zafra: "Todas las tareas las asumo con voluntad y entrega, porque el trabajo es mi segunda casa".

¿Qué momento recuerda con mayor cariño?

“Mi vida laboral la disfruto completamente. En la industria, nunca faltan las celebraciones, pero las más especiales eran por los resultados de la emulación, aquello era maravilloso, porque luchábamos para que nuestro turno fuera el mejor; obtener la mayor producción de azúcar era el objetivo de todos. Recuerdo una ocasión en la que fuimos el mejor turno, porque hicimos 380 toneladas en ocho horas, y aquello lo disfrutamos terriblemente”.

La industria azucarera es un sector para hombres ¿Mito o realidad?

“Mito completamente, es cierto que la fuerza masculina tiene grandes cifras en el sector, aunque ya somos unas cuantas. Mi relación con ellos siempre ha sido maravillosa, me han respetado y llevo muy bien tanto con hombres mayores como jóvenes. La mayoría en mi brigada son mujeres, contamos con un solo hombre y, juntos formamos un gran colectivo”.

¿Cuál ha sido el mayor desafío al que se ha enfrentado la industria?

“El mayor desafío, a mi criterio, es la escasez de personal a causa de la desmotivación y la falta de amor por el sector. Algunos jóvenes, que son la continuidad, no tienen el ánimo de trabajar ni de luchar. La industria debe ser un colectivo porque, de lo contrario, no sale. Hoy en día, todo se ha individualizado, el propio Minaz se ha dividido mucho; antes se cooperaba mejor por el bien de todos, si había algún problema todos trabajábamos con el fin de arreglarlo.

“Lamentablemente, hoy, muchos protegen solo su parte, y la juventud no tiene el ánimo de trabajar ni de sacrificarse por el bien común. El año pasado, se graduaron muchos, pero no se insertaron a la industria. Nosotros tratamos de motivarlos porque el central tiene que seguir”.

Marisol ha compartido sus experiencias con alumnos del politécnico Manuel Isla Pérez, estudiantes de la tecnología azucarera. "Los llevan, les enseñamos nuestros conocimientos y tratamos de asegurar el futuro. En pocos años, nos retiramos unos cuantos trabajadores y me preocupa que no esté el relevo asegurado. No son pocos los que cogen especialidades por cogerlas. Si los que vienen atrás no toman el mensaje que les hemos ido dejando, se destruirá la industria y es algo que nos duele a todos los que llevamos tantos años dedicados al sector azucarero”.

“Nadie fuera de nuestro territorio nos puede arreglar los problemas; por eso, hay que luchar por esto y seguir adelante. ¡Ojalá y los jóvenes se enamoren de esta profesión y la saquen adelante!"

¿Cómo influyó su familia en su superación profesional?

“A mí siempre me gustó el laboratorio y mis familiares, que estaban muy vinculados a la industria, me apoyaron con el cuidado de mi pequeña hija. Además, pude lograr la facultad gracias a ellos, porque cuando salía del trabajo, a las siete, me preparaba e iba a la facultad y regresaba a la casa en una guagua, que salía a las once menos cuarto”.

¿Qué significa para usted el central?

“El central lo es todo para mí. Aquí entregué toda mi juventud, mis conocimientos, me dediqué a superarme dentro de él y crearme como una mejor profesional; por eso, nunca he trabajado en otra cosa que no sea el laboratorio”.

¿Qué impacto tiene la industria en la comunidad local?

“Cerca del 80 por ciento de los trabajadores son de ´Cristino´; por eso, el central es la vida de la comunidad. Cuando no hay zafra, se ve la soledad, el silencio, la tristeza y queda la esperanza de que se va a volver a moler. Al comenzar la zafra se siente la alegría en los trabajadores. En los cambios de turno se aprecia, es como un bache, desde que salen unos hasta que llegan otros”.

¿Cómo ve su carrera en el futuro?

“La industria continuará, porque la provincia lo necesita, pero hay que hacer mucho trabajo ideológico en los jóvenes. Se debe retomar el trabajo intencionado que antes existía con los círculos de interés desde las primeras edades, para motivar a los muchachos a conocer y trabajar en el sector y que ellos decidan si les gusta o no.

“Las profesiones deben tomarse por amor a ellas y por el sentido común de ser útil y mejorar, porque es maravilloso saber que lo que hacemos contribuye al pueblo. “Los jóvenes que opten por algunas de las especialidades vinculadas a la industria azucarera deben sentir gusto por ella. La carrera que estudié es muy bonita. El proceso de la caña, los análisis, la obtención del azúcar… es apasionante, pero a todo trabajo hay que ponerle amor y empeño y un químico no es la diferencia”.

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Comentarios  

# yudania 11-04-2024 18:07
Felicidades a esa compañera del azúcar.
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