Héroes del silencio
- Por Yanela Ruiz González
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Capitán Jorge de la Cruz García. Fotos: Alexis del Toro.
Conocer de su labor hasta donde la discreción, el compromiso y su inconmensurable ética lo permiten, resulta ya un enorme privilegio para admirar más la valentía y grandeza de los héroes y heroínas del silencio.
Apreciarlos en toda su dimensión humana y saberlos tan sensibles entonces reafirma esa condición especial que les asiste para integrar una de las filas más compartimentadas dentro del Ministerio del Interior: los Órganos de la seguridad del Estado.
A propósito del aniversario 65 de esta institución, ¡ahora! se acerca a la vida de tres valerosos oficiales que desde muy jóvenes ingresaron a esta trinchera, defensora también de la tranquilidad y soberanía, respaldo de la continuidad del proyecto social socialista, frente a los intentos destructivos de sus enemigos.
Apostar por la salvaguarda de la obra revolucionaria no ha sido lo más fácil en sus vidas, pues su cuidado ha implicado el perenne desvelo e incontables sacrificios, a veces mucho más complejos de lo que podamos imaginar.
Bien lo sabe el joven capitán Jorge de la Cruz García, quien debió dejar atrás el acogedor hogar de su infancia en el municipio de Banes para adentrarse en este mundo. Domiciliarse en la capital provincial, en casa de una prima, fue de los primeros pasos en este empeño.
“Convertirme en un oficial de la Contrainteligencia fue una posibilidad que se me dio en el servicio militar activo y no lo pensé dos veces. Desde pequeño sentía inclinación por esta labor, que fui descubriendo en la serie de televisión En silencio ha tenido que ser.
“Me inspiré además en un vecino del barrio, con quien conversaba y me documentaba de lo necesario para llegar a estas filas. Por eso cuando me correspondió hacer el proceso tenía todos los papeles listos. Ya había hecho mi primera labor secreta”, sonríe el capitán de la Cruz, con el orgullo de quien se demostró que con perseverancia y optimismo todo propósito se logra.
“Por muy difícil que sea la tarea, si uno le pone amor y deseo no hay obstáculos que impidan llegar. Era graduado de técnico medio en Gastronomía. Di un giro por completo a mi vida. Hace 16 años me acompaña la premisa de que nuestra fuerza es la fuerza del pueblo”, afirma.
“La interacción con diferentes personas, el aprendizaje diario, la acogida que me dieron los de más experiencia, forman parte de mi trayectoria”, refiere el joven oficial, cuyo carácter serio, honesto y responsable no se divorcia del alma que se conmueve con lo bello del ser humano, por eso siente placer, dice, cuando puede transmitir sus conocimientos y hacer el bien.
Defensor de la ética y el buen comportamiento, de la ejemplaridad e integralidad de un oficial de estas filas, de la Cruz lleva en sí el decoro de muchos.
“Aprendí la honestidad de mi cuna paterna, de quien adquirí las mejores enseñanzas y los valores que edifican al hombre y al oficial, que sabe escuchar y aprender de todas las personas, una clave en este trabajo.
“Valoro mucho a la familia, si en estas lides hay que poner una medalla es para nuestras familias, que también perciben el sacrificio que esta tarea entraña”, asegura.
La experiencia en diferentes etapas
Teniente Coronel Telmo Laffita Carralero.
“Escribir páginas gloriosas desde el absoluto anonimato implica, en primer lugar, una férrea convicción de lo que se defiende”, asegura categóricamente el teniente coronel Telmo Laffita Carralero, quien entregó más de 30 años de su vida a la labor de los Órganos de la seguridad del Estado, una buena parte de ellos en la lucha contrarrevolucionaria, a partir de su contribución para impedir que las acciones de la CIA se perpetraran en ese afán de destruir a la Revolución, principalmente tras la caída del campo socialista.
“De mi madre, una ama de casa del reparto Piedra Blanca en el municipio de Holguín, aprendí el sentido de la justicia y a usar la imaginación. Una madre pare a uno muchas veces, cada vez que te ofrece un consejo”, subraya.
“Me dio tremendas lecciones de vida. Yo nunca determiné un caso de trabajo detrás del Buró, lo hacía acostado, caminando por la acera, sentado en un banco. Esto es un arte, hay que soñar”, afirma el teniente coronel Telmo.
“El contrainteligente siempre tiene que analizar con cabeza fría. Esta labor se disfruta, aun cuando esté en riesgo la propia vida. Cada logro de nuestras acciones para evitar daños mayores al país, a nuestros líderes, a la Revolución y al pueblo es una victoria para nosotros, es algo que se saborea con el gusto del deber cumplido, de haber puesto un grano de arena en mantener la seguridad y tranquilidad de este pueblo, que nos desconoce, pero sabe que estamos en la retaguardia”, agrega.
Nacido y criado en la barriada de Piedra Blanca, cuando la naturaleza le dejaba beber de sus manantiales, jugar con mariposas y a los “Rebeldes”, el hoy presidente de la asociación de pensionados de la Contrainteligencia atesora disímiles anécdotas que solo él y su almohada podrán conocer al detalle.
No obstante, hay una muy particular que guarda como preciado tesoro y fue la oportunidad de sentir la grandeza y humildad del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías cuando sostuvo sus manos entre las suyas en gesto de saludo.
“Yo estaba en ese lugar en funciones de trabajo. Chávez era zurdo, se reía mucho. No sé si sintió el afecto. Aquello me pareció una eternidad”, lo dice con un placer enorme, como si hablara más alto el sentimiento de patriota.
Una vida en función de la seguridad del pueblo
Teniente Coronel Juan Carlos Espinosa Pavón.
Nunca antes había tenido inclinación por la vida en verdeolivo. Es el único en su familia que escogió este camino, cuya motivación la encontró en la charla que le ofrecieron en el servicio militar. Entre los 10 escogidos estaba su nombre. Desde entonces, los diferentes cursos y escuelas transitadas para enriquecer su preparación sazonaron al oficial, hoy teniente coronel Juan Carlos Espinosa Pavón.
“Me siento honrado de lo que he aportado. Trabajar con el enemigo y frustrar sus planes, obstaculizar sus malas intenciones en cualquier escenario ha sido el plato fuerte durante estos 35 años, ligados además, a programas de la Revolución y a velar por la seguridad de algunos sectores y territorios. En uno de ellos fui a cumplir una misión por seis meses y encontré a la compañera de mi vida”, cuenta.
“Esto es como un bichito que te inoculan, y una vez que circula por la sangre te apasionas. Aprendí de mis superiores el valor del trabajo, la honestidad, el compañerismo, la lealtad. Me enseñaron con la fuerza de su ejemplo personal y la del Comandante en jefe Fidel Castro Ruz”, explica.
Ante las realidades que imponen estos tiempos difíciles afirma: “Cuando se tiene la ideología bien definida, nada mella lo que sientes o piensas. Se ataca mucho a la Revolución sin valorar lo que nos ha legado. Hay que hablar más con los jóvenes, enseñarles la historia”.
“Nos difaman. Dicen que maltratamos. Nuestra única tortura es nuestra ideología”, subraya.
Satisfacciones
Telmo: El hacer algo útil por la Patria, seguir las tradiciones, ser fiel, estar convencido de lo que significa nuestro sistema, defensor de los humildes. La gente habla de lo que le falta, no de lo que tiene. Si importante es tener, más lo es no perder lo que ya se tiene.
Juan Carlos: La superación y profesionalidad afianzada a lo largo de estos años y la fortaleza para enfrentar todos los aspectos de la vida.
Jorge de la Cruz: Haberme forjado y logrado una carrera profesional en estas filas.
Mensaje a los jóvenes…
“Hay que tener confianza en la Revolución, en las ideas del Comandante, prepararse ideológicamente, si estas convencido de lo que eres nada ni nadie puede menguarte. Ser honestos y profesionales en la labor. En la vida lo material no siempre es lo más importante. Todo el que hace algo indebido perece.